Bajo las cenizas

50. Despedida y nuevo comienzo

A contra reloj, Karen ordenaba lo necesario para el regreso de Lorena, que luego de un prolongado permiso por maternidad, estaba deseosa de retomar sus funciones a cargo de la dirección de Ideas y soluciones creativas. Aunque Karen se sentía feliz por ella, no podía dejar de estar nostálgica; Daniel había sido un excelente jefe y lo cierto era que lo extrañaría muchísimo. A su lado, Martín la observaba adivinando parte de sus pensamientos.

—No estés triste, linda.
Karen lo miró y le sonrió, borrando todo gesto melancólico.

—¿Es que no tienes trabajo? Ahora que vuelva Lorena, no podrás pasarte tanto por mi oficina.

—Viéndolo así, creo que también me pondré triste por la partida de Daniel. —El gesto de Martín se descompuso en un ligero puchero que intentaba divertir a su acompañante. Ella rio y le dio un tierno beso en los labios para luego continuar.

—¿Lo ves? Lorena es muy buena jefa y amiga, pero para muchas cosas Daniel es más comprensivo.

—Tienes razón, me agrada Lorena, pero lo prefiero a él de jefe.
Martín se quedó meditabundo. La pequeña empresa en la que laboraban había sufrido el último par de años grandes cambios y sucesos angustiantes, también alegrías, integración de nuevos miembros al equipo de trabajo y mucho compañerismo transformado en profunda amistad. Sin duda, que Daniel se fuera significaba perder a alguien importante y no solo a un sustituto cualquiera.

—Bien, la vida sigue, así que más vale que nos pongamos a trabajar. —La dulce voz de Karen le provocó sonreír. Su relación estaba en su mejor punto y él disfrutaba trabajar en el mismo sitio que ella.

Mientras la pareja hablaba, en la sala de juntas Jessica terminaba de preparar el espacio para la despedida que el equipo de trabajo le había organizado a quien por más de un año había sido su director. Un gran cambio que en la mitad de ellos generaba incertidumbre pues no conocían a la directora titular, pero al menos querían mostrarle su gratitud a Daniel por su excelente liderazgo.
Era un viernes y Lorena se presentaría al inicio de la semana siguiente para que él le hiciera la entrega, así que ya no habría más oportunidad de convivir relajadamente.

La hora pactada llegó y fue Karen la encargada de ir por Daniel a su oficina. Él estaba lo suficientemente concentrado con lo que tenía que dejar listo para el regreso de Lorena como para no percibir los cuchicheos del resto en la oficina ni sus continuos movimientos por el patio interior de la casona. No obstante, se hizo un tiempo en sus obligaciones cuando su asistente le pidió sin darle muchas explicaciones que la acompañara a la sala de juntas donde los demás ya lo esperaban con ansia.

Al entrar, Daniel sonrió para sus adentros. Lo conmovió bastante ver los aperitivos, bebidas y decoración que habían preparado en su honor, además del hecho de que estuvieran todos presentes esforzándose por mostrarle su mejor cara. Su partida de Grupo Urriaga había sido completamente distinta, llena de incertidumbre, abatimiento y decepción que aunado a la situación personal que atravesaba en aquel entonces, opacó por completo catorce años de entrega a una empresa que sin reparos lo sacrificó como pieza descartable en un tablero de ajedrez. Por lo anterior, recibir aquella muestra de cariño lo llenó de gran satisfacción.
Sin duda, trabajar ese tiempo en la pequeña empresa de Yuly y Lorena había sido de las decisiones más acertadas de su vida, pese a que hubiera sido algo temporal.

En ese momento, se sentía renovado y completo; con energía, motivación y una familia en rápido crecimiento que era su mayor inspiración para buscar nuevos caminos. Adriana y él habían decidido mudarse a la casa de ella, por lo que finalizó el contrato de alquiler del que fue su hogar por un tiempo que se le antojaba la etapa más brumosa de su vida. Despedirse del lugar donde no vivió más que soledad le resultó bastante liberador y había llegado la hora de cerrar el ciclo también con la empresa que le devolvió los ánimos profesionales.
Lorena le había informado de su regreso un par de meses antes para darle oportunidad de adaptarse, así que rápidamente puso en marcha la idea que le rondaba la cabeza desde hacía rato y que lo sucedido favoreció. Tras la reapertura de la investigación en Grupo Urriaga, y el consecuente descubrimiento de la corrupción encabezada por Abel Macías y Federico Rentería, muchos de quienes le habían dado la espalda más de dos años atrás, se pusieron en contacto con él para ofrecerle incorporarse en sus filas.
No obstante, Daniel no pensaba volver a trabajar para alguien más de la forma en que lo hizo antes.

—Realmente no tengo palabras para agradecerles. Trabajar con ustedes ha sido de las mejores experiencias de mi vida, y de igual forma quiero reiterarles que pueden seguir contando conmigo si en algo puedo ayudarles. No solo somos compañeros de trabajo sino también amigos, al menos así los considero —expresó al pequeño equipo de trabajo de ocho personas que compartían la mesa de reuniones provisionalmente convertida en mesa de convivencia, sin dejar de pensar en lo mucho que le hubiera gustado seguir con ellos. Sin embargo, ese no era su lugar y él lo sabía perfectamente.

—Agradecidas estamos nosotras contigo, Daniel. De verdad te deseo todo el éxito del mundo, aunque no dudo que lo tendrás. —Las palabras de Yuly fueron seguidas de las exclamaciones a favor del resto.

—Aún así te vamos a extrañar —terció Karen con un atisbo de tristeza en la voz.




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