Bajo las luces de noviembre (próximamente)

Capitulo 3

Gia 

Odio mi vida.

Odio tener ansiedad y todo lo que eso conlleva, mis manos siempre están temblando, todo el tiempo estoy alerta de cosas que ni siquiera pasarán, es como si constantemente estuviera esperando algo que nunca va a pasar o llegar.

Trate de servirme, un poco de confley pero se me derramó la leche y el plato se partió, por culpa de mis manos temblorosas.

Limpio las lágrimas y me agachó a recoger todo el desastre, agarro todos los vidrios más grandes y los pongo en la encimera.

Camino al cuarto de servicio, pero el sonido del teléfono de la casa detiene mi paso, me doy media vuelta y antes de agarrarlo veo el número, mi respiración se corta y el corazón se acelera.

Le doy a aceptar y lo pongo en mi oreja.

— ¿Mami?... — mi voz suena temblorosa.

— Hola Gia, ¿Cómo está la casa? — ¿Es enserio? ¿La casa? ¿Y yo donde quedo?.

— Está bien mami.

— No me digas mami, sabes que odio eso Gia, llámame por mi nombre.

— Si, Selena lo lamento — me disculpo y me trago las lágrimas que amenazan con salir.

— Tu padre y yo pusimos tres mil dólares en tu cuenta, paga lo que tengas que pagar, no volveremos hasta Diciembre — No...

— Pero mi cumpleaños es el mes que viene, dijeron que estarían aquí, pensé, pensé que... — trato de decir algo coherente.

— No pienses tanto Gia, no iremos y punto, sal comprate algo lindo pero no jodas tanto — su voz suena llena de fastidio.

Suspiro rendida — De acuerdo... — y cuelga, pongo el celular en su sitio, me arrastro por el piso llorando, abrazo mis piernas a mi pecho.

Me odio, la odio, y odio no poder odiarla, odio quererla, odio que me haga falta, odio que mi padre no me preste atención, que ni siquiera me diga hola, odio sentirme sola, triste, como si yo no valiera nada.

Que le cuesta fingir que le importo, no pido mucho, nunca pido nada, sólo amor y cariño un abrazo de ellos sincero.

A veces odio ser hija única, sería más fácil pasar por esto con alguien a mi lado, pero no, estoy sola, en este mundo, sola en esta mansión.

Odio ser menor de edad y no poder irme de aquí, odio ser débil y tener que recurrir a las drogas o al alcohol cada vez que tenga un ataque de pánico.

Seco mis lágrimas y me paro para ir a mi cuarto, necesito algo que me haga olvidar un rato.

Y tengo justo lo necesario, un porro de marihuana me calmara la ansiedad por un momento.

Entro y camino hasta mi mesita de noche, abro el primer cajón y sacó el cigarro.

Lo prendo con un mechero que también tengo en el cajón, me tiro a la cama y dejo salir el humo.

Poco a poco va haciendo efecto, mi cuerpo se siente lívido, estoy más relajada y mi mente vuela a cuando estaba feliz con Mónica.

No sé en qué momento, empiezo a llorar, pongo mis manos en mi cara ahogando mis sollozos que se convierten en gritos.

Gritos de dolor y agonía, de angustia, rabia y odio, pero sobre todo gritos de frustración por no saber qué hacer con lo que está pasando en mi vida, de cómo no saber solucionarlo.

No hay cosa más dolorosa que sentirte así, mal, sola, llorar hasta quedarme dormida.

Terminó el porro y me acuesto de nuevo, mi cuerpo tiembla por los espasmos del llanto, mi estómago ruge por algo de comida.

No le prestó atención y me arropó hasta la cabeza deseando que sea de noche para poder ir a la fiesta y distraerme un rato.

 

Ethan

Termino un dibujo de las construcciones de una casa, solo son simples folletos pero es mejor cuando entre a la universidad, no voy a estar tan perdido y no tendré que botar las hojas cada vez que tenga un mínimo error.

En la arquitectura, si el folleto tiene una mínima línea, lo botas, ya que no sirve para nada.

Los golpes en mi puerta me des concentran, dejó el lápiz a un lado.

— Pasa — mi hermana entra con una sonrisa inocente y ojitos de cachorro abandonado, entre cierro los ojos y me pellizco el puente de mi nariz.

— ¿Qué hiciste ahora Cande? — le tiembla el labio y se ve indecisa si decirme o no, me paro y me pongo de puntillas para poder estar de su tamaño — No te voy a regañar

Saca sus manitos de la espalda y me muestra la herida en su palma derecha, me asusto y la agarró con cuidado, ella llora.

— Se me callo un vaso de vidrio tratando de agarrarlo y cuando fui a limpiar me corté, me duele E — la cargo y la llevó hasta el baño para lavarle la mano y curarla.

— Debiste decirme C, y no hubiera pasado esto — mojó la mano y ella llora con más fuerza - ya pasara, solo la venderemos y como nueva — la dejo sentada en la tapa del inodoro mientras que yo busco la cajita de emergencia en el gabinete.

Agarro su mano y le echó un poco de crema para cicatrizar y pongo una curita, dejo un beso, ella ríe, se para y me abraza.

— Gracias E — besa mi cachete y se va saltando, río y niego con la cabeza, jamás cambiará.

Bajo a la cocina para limpiar antes de que llegue mis padres del trabajo y consigan el desastre.

Agarro la escoba para comenzar a limpiar todo antes de que mis padres lleguen por qué no solo era el vaso, había harina por todas partes y colores regados.

Termino de limpiar y subo hasta el cuarto de cande no vaya a inundar la habitación.

Medio abro la puerta y la veo jugando con sus muñecas en el piso, sonrío y cierro la puerta despacio, entró en la mía, recojo algunas camisas que están tiradas en el piso y las pongo en el cesto de ropa sucia.

No soy muy ordenado que digamos, puedo ordenar y a la hora ya está vuelto un culo otra vez.

Acomodo, todo el escritorio, la Pequeña biblioteca, mi cama, el baño.

Al finalizar paso una escoba y me meto a bañar pronto serán las siete y media y no se si Luis me buscará o me iré solo, por suerte vive cerca.

Salgo del baño y me pongo un pantalón negro, franela manga corta blanca, una botas estilo militar negras y una cazadora de cuero.




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