Gia
La depresión con el paso del tiempo se ha convertido en una moda más que una enfermedad, algunas personas lo hacen porque quieren algo de atención. No digo que todos lo hacen por ese motivo pero la gran mayoría sí lo hace por esa razón.
La depresión no es estar llorando en todos lados con una cara larga, una persona que la tiene puede salir a a calle con una enorme sonrisa, ayudando a los demás, riendo y celebrando, pero en el fondo no se siente así, en el fondo sabe que cuando llegue a casa, será a llorar hasta quedarse dormido, será a cortarse, tomar pastillas o en mi caso beber y drogarse hasta quedar con un pie en la muerte.
Muy pocas veces me quedaba encerrada en mi cuarto llorando hasta quedarme seca, yo salía a la calle, me iba de fiesta, de vez en cuando leía algún libro que llamaba mi atención, era educada con las personas, siempre ayudaba a quien lo necesitara, pero llega un punto donde ya no te quedan fuerzas para seguir pero tienes que sacarlas de lo más profundo de ti para no preocupar a tus padres, para que no te tilden de loca, o que digan que solo quieres llamar la atención.
Por que créeme cuando te digo que es lo último que queremos por miedo al qué dirán, a que te juzguen o no te crean, que digan "Eres una niña no tienes por que tener ansiedad, estrés o depresión", porque siempre será más fácil decir que estas bien a que tener que explicar algo que posiblemente no entenderían.
Cuando asistía con a los grupo de ayuda y me preguntaban "¿Como estas?" yo respondía con una sonrisa "Estoy bien" tenía miedo de admitir en voz alta como verdaderamente me sentía, como cada noche me drogaba para no tener que pensar que como sera mi día cuando amanezca, que cada parte de mi se iba rompiendo con cada respiro que daba, con cada indiferencia de mis padres hacia a mi. Fingir que era feliz en mi soledad, fingir ser feliz mientras me hacen bullying en la escuela, fingir ser feliz cuando ¡verdaderamente no lo soy!, no es fácil decirle a una persona que toda tu vida no tiene sentido, el decirle como te sientes, porque temes convertirte en esa chica que solo quiere atención.
La depresión se puede esconder detrás de una máscara de felicidad.
La depresión apareció el día en que Monica murió y no se quiso ir más nunca, aun me pregunto ¿Por qué me es difícil superarla? a veces pienso que es como un tumor, no sabes que lo tienes hasta que un día simplemente colapsas, algunos logran vencerlo con empeño, pero otros como yo simplemente ven sus vidas pasar por enfrente de ello, ya no irradian felicidad a donde van, la luz se pierde y solo esperas a que todo el ruido que hay en tu cabeza se vaya.
Salgo de mis pensamientos cuando alguien palmea en frente de mi, pestañeo y alzo la vista, el profesor Jose Luis me mira a través de esos lente culo e botella — Estamos en clase de estadística señorita de Angelo no en arte — dice y miro mi cuaderno, estaba dibujando sin siquiera darme cuenta, el dibujo no tiene sentido, solo es una sombra parada en una puerta y todo es negro, sombrío y solo.
— Lo lamento, no volverá a pasar — asiente y vuelve a su escritorio para seguir explicando. — Trato, juro que trato de ponerle atención a lo que dice pero me es imposible, me duele la cabeza, y no entiendo nada de lo dice, los números nunca fue lo mio.
Anoto todo lo que dice y explica para no perderme y salir raspada, por fin el timbre suena y yo suspiro agradecida. — Para la próxima clase examen de todo el tema de hoy — dice y todos se quejan, yo solo meto mis cosas en el bolso y salgo del salón.
— ¿Quieres hacer algo hoy? — pregunta Ethan a mi lado, ¿En qué momento llego? ni idea, pero ya no me molesta.
— No creo, tengo que estudiar y mi cabeza duele — el asiente entendiendo — pero si quieres mañana o otro día si podamos salir — sonríe marcando sus adorables hoyuelos.
— De acuerdo... entonces ¿Te llevo? — pregunta.
— Pensaba que no tenías auto.
— En realidad es de mi padre, hasta que pueda ahorrar lo suficiente para comprar el mio.
— De acuerdo, andando — el toma mi brazo enrollándose junto al suyo. Las personas se nos quedan viendo con curiosidad y sin disimulo alguno, mi rostro se enrojece hasta no poder mas.
— Es este — señala una camioneta dos puertas azul con franjas blancas, abre mi puerta y se lo agradezco con una sonrisa, de un salto me siento y coloco mi bolso en mis piernas.
El se monta y coloca el auto en marcha — Toma el camino largo a mi casa por favor — le pido.
— ¿Y eso por que? — cuestionó curioso
— Solo hazlo por favor — él asiente y no dice más, como mi casa queda a donde dios dejo los shorts y más que Ethan tomó el camino largo tal y como se lo pedí, bajo la ventanilla para que la brisa circule.
Cierro los ojos y me permito relajarme, una mano se posa encima de la mía y la apretandola con suavidad. — Gia — un susurro en mi oído me hace estremecer — llegamos a tu casa.
Abro los ojos y me siento restregado me la cara para quitar el sueño ¿En que momento me quede dormida? — ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?.
— No mucho, cinco minutos como mucho, no te quería despertar.
— Gracias por traerme — abro la puerta y bajo de un salto ¿Por que todo se me hace tan alto?.
El ríe al ver mi frustración — Fue un placer Gia, nos vemos mañana — más a una pregunta suena a una afirmación.
— ¿Qué te hace pensar eso? — pregunto con los brazos cruzados.
— Solo lo se minion — enciende el auto y lo pone en marcha, me quedo en la acera viendo como se aleja cada vez mas y mas.
Volteo a ver la casa a mi espalda y me tiembla el cuerpo al saber lo que me espera, resignada saco las llaves de mi bolso y abro la puerta, me saco los zapatos dejándolos a un lado, tiro el bolso en el mueble y subo directo a mi habitación.
Entro a mi habitación y esta exactamente tal y como la dejé esta mañana, antes no, antes cada vez que llegaba estaba impecable y sin un solo desorden, quiero llorar juro que quiero hacerlo pero me he quedado sin lagrimas, cierro la puerta y bajo a la cocina mi estomago ruge por algo de comida.