Bajo mi piel

Capítulo tres.

Describir el aspecto de la hacienda St Anne era todo un reto.

 

Después de que pasaran las pesadas puertas de madera anduvieron por un camino pavimentado alrededor de dos kilómetros, cuándo comenzaron a verla.

 

Esa cosa era inmensa y todos quedaron literalmente con la boca abierta, la enorme mansión de Kerry quedaba en ridículo frente a este lugar que era cómo un centro comercial sacado del cielo, Adrián le dio golpecitos a Abby en las piernas cómo preguntando si ella veía lo mismo que él y ella asintió sonriendo ampliamente, el vaquero rubio los condujo al estacionamiento como para veinte o treinta autos y luego casi cayeron al suelo por tratar de bajarse todos al mismo tiempo. Todos tomaron sus maletas en silencio y luego dirigieron sus miradas al vaquero rubio llamado Joshua.

 

—Bien, supongo que es hora de un tour, empezando por sus habitaciones para que dejen su equipaje —le sonrió a Kerry pero ella estaba demasiado ocupada mirando todo a su alrededor. Todos siguieron a Joshua arrastrando su equipaje y maravillándose con todo.

 

La enorme mansión (qué se asemejaba más al tamaño de un castillo/hotel de lujo/cabaña de campo) tenía piedras incrustadas en la pared, suelos de madera oscura pulida, techos altos y flores creciendo por todas partes. Abby no sabía mucho de arquitectura pero en ese momento no era necesario ser arquitecto para apreciar el lugar. Se veía bastante rústico pero a la vez cálido y bien equipado para satisfacer todas sus necesidades.

 

—Maldita sea —murmuró Adrián a su lado, Abby frunció el ceño y le dio un codazo por haber arruinado sus fantasías con su mal lenguaje —¡Demonios Abs! Dime que estás viendo lo mismo que yo porque de repente siento que quiero besar a Kerry por ser tan zorra.

 

—¿Qué dijiste? —Abby le lanzó un golpe justo en sus partes íntimas mientras él veía distraídamente hacía la casa, Adrián maldijo y cayó al suelo gimiendo de dolor, luego Kerry apareció detrás de ella y le pasó un brazo por el cuello alejándola del idiota en el suelo.

 

—Gracias por eso, cariño —se quitó las gafas de sol y miró a Joshua por primera vez de arriba abajo —Creo que nos divertiremos en éste lugar ¿Echamos un vistazo dentro?

 

—Seguro —dijo Abby sonriendole a su mejor amiga, Joshua consciente de que Kerry lo estuvo observando hace solo unos segundos se acercó y les sonrió cómplice, se ofreció a cargar sus maletas y ellas no se opusieron. Subieron las escaleras y entraron en el cielo, en el vestíbulo todo el espacio estaba decorado con cuadros antiguos, un candelabro de cristal colgaba sobre sus cabezas y una enorme escalera los guiaba hasta el segundo piso. Siguieron a Joshua a través de las escaleras de madera y pasaron por un montón de pasillos, los chicos fueron asignados a sus habitaciones y Abby fue dejada en lo que parecía una suite personal, ella miró alrededor de su habitación dónde habían un par de muebles cafés, una lámpara, un televisor pegado a la pared y un balcón lleno de flores.

 

—Espero que te guste —dijo Joshua y Abby estuvo a punto de golpearlo.

 

—¿Cómo demonios no va a gustarme? —dijo ella con una sonrisa, corrió dentro y se lanzó sobre las sábanas blancas y suaves cómo nubes, suspiró y soltó una risa boba —¡Esto es el cielo!

 

—Te lo dije —sonrió Kerry desde la puerta y Abby simplemente se quedó ahí demasiado cansada cómo para hablar —¡Nos vemos abajo en una hora!

 

Abby suspiró nuevamente y se hundió en las esponjosas almohadas sin querer pensar en nada más.

 

***

 

Toc, toc, toc.

 

—¡Abby!

 

Toc, toc, toc.

 

—¡Abigail! —Abby abrió los ojos de golpe y se levantó un poco desorientada, miró alrededor y escuchó nuevamente golpes en su puerta, salió de la cama a regañadientes dispuesta a matar al que se atrevía a interrumpir su precioso sueño.

 

Era Damián, perfecto.

 

—¿Qué demonios quieres? —dijo con el ceño fruncido mientras cruzaba los brazos bajo su pecho y él la miró de arriba abajo sin perder la compostura, alzó una ceja en su dirección y le dio una media sonrisa.

 

—Estabas durmiendo. Lo siento, aunque te ves linda cuándo duermes, siempre me gustó como te queda el cabello revuelto —ella rodó los ojos y se preparó para cerrarle la puerta en la nariz pero él la detuvo —Kerry me envío a buscarte.

 

—¿Kerry te envío? —preguntó con incredulidad, Damián le dio una sonrisa astuta y se encogió de hombros.

 

—Bueno, ella envió al idiota de Adrián pero todavía está un poco resentido porque le pegaste en las joyas, así que me ofrecí.

 

—Claro, adiós —ella frunció el ceño y trató de cerrar la puerta nuevamente pero Damián era más fuerte. Mierda.

 

—¡Espera, joder! Quiere que nos veamos abajo todos para un tour o lo que sea, luego vamos a conocer al dueño y a cenar en el comedor. Vístete —dijo señalándola con la barbilla, un gesto que ella odiaba.

 

—Creo que te dejé muy claro que no me gusta que me den órdenes, Damián —él ignoró su advertencia y paseó la mirada por la habitación, luego la miró brevemente y consultó su reloj.

 

—Tienes veinticinco minutos, date prisa —luego sin más cerró la puerta dejándola enojada y frustrada ¡Mierda! Aún después de todo éste tiempo él creía que tenía derecho a mangonearla a su antojo y ella era una idiota impotente que no podía hacer nada para evitarlo, casi se lanza nuevamente a la cama sólo para contradecir a Damián pero él había mencionado al dueño y ellos se estaban alojando ahí gratis así que era mejor no tentar a la suerte.

 

Se dio una ducha rápida y se puso un vestido veraniego blanco con flores púrpuras y una zapatillas planas, cepilló su cabello castaño y lo ató en una simple coleta, sacó su bolso de maquillaje y se puso un poco de brillo labial. Damián la esperaba en el pasillo tecleando en su celular, ella caminó derecho hasta las escaleras sin siquiera mirarlo pero sabía que él venía detrás de ella y muy cerca. Kerry estaba en el vestíbulo esperándolos con los chicos y cuándo la vio llegar con la mandíbula apretada su sonrisa flaqueó y le dio una mirada comprensiva.




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