Bajo mi piel

Capítulo cuatro.

El hombre era alto (al menos para los estándares de Abby, aunque con su tamaño todo el mundo era alto), tal vez 1,80 o más, también era musculoso, lo que lo hacía ver más grande, tenía cabello oscuro y ojos claros, aún no identificaba el color, tenía una barba bien recortada que lo hacía aún más atractivo y usaba sólo una simple camiseta gris que se apretaba bajo esos bíceps y pantalones de mezclilla sucios y lavados demasiadas veces, además de las botas vaqueras y el sombrero.

 

Abby suprimió un gemido cuándo notó que su camisa estaba empapada de sudor haciendo que se pegara más a ese magnífico cuerpo y respiraba con dificultad, cómo si hubiese estado cargando algo pesado. Joder, Abby había visto tipos atractivos antes pero normalmente 1) eran gays, 2) eran idiotas cómo Damián o 3) estaban comprometidos.

 

¿En qué categoría encajaría éste?

 

—Es el hombre de mantenimiento, pueden llamarlo cuándo sea que necesiten ayuda, también puede ayudarlos en los establos por si quieren dar un paseo a caballo, él sabe como funciona todo aquí —el hombre asintió y tocó su sombrero en modo de saludo, luego miró a cada uno, cuándo su mirada se encontró con la de ella Abby sintió cómo si la estuviera escaneando y taladrando su cerebro con una sólo una mirada.

 

Tenía algo en esa mirada, era el mismo tipo de mirada dura que tenía su padre y desde hace poco su hermano mayor.

 

Era un soldado.

 

¿Irak o Afganistán? Quiso preguntar pero se contuvo.

 

—Mucho gusto, si me permiten —dijo John asintiendo una vez en reconocimiento, su voz era gruesa y rasposa sin embargo no tenía acento sureño, lo que le decía que él obviamente no era de aquí —Debo terminar de descargar los suministros para la cocina.

 

—Muy bien, John —La voz del señor Garroway trajo a Abby de vuelta a la realidad, dándose cuenta de que había estado observando al hombre fijamente. Carraspeo incómoda y se apartó sintiendo sus mejillas sonrojarse —Ahora chicos ¿Quieren dar una vuelta?

 

Todos asintieron, Abby se dio cuenta de que Kerry estaba tan desorientada cómo ella y constantemente miraba sobre su hombro esperando ver de nuevo al hombre de mantenimiento.

 

—Estámos en la casa principal —Comenzó el señor Garroway cómo si hiciera de guía turístico todos los días —Consta de 14 habitaciones, cocina, comedor y un spa.

 

—¿Spa? —Kerry alzó las cejas y se acercó realmente interesada, el señor Garroway sonrió cómo esperando esa reacción.

 

—Si querida, del lado este. Los llevaré ahí más tarde ¿Qué estaba diciendo? ¡Ah si! Detrás hay una piscina además de las seis cabañas individuales y los establos, por supuesto.

 

—¿Cabañas?

 

—¿Piscina?

 

—¿Establos?

 

—Creo que te besare, Kerry —bromeó Adrián acercándose a la morena que de un manotazo lo llevó hacía atrás.

 

—Alejate animal —Joshua le frunció el ceño a Adrián y le susurró algo a Kerry que pareció cómo "¿Estás bien?" Kerry hizo un gesto con la mano restandole importancia.

 

—Papá, creo que deberíamos cenar antes del recorrido —Intervino Joshua y con perfecta coordinación el estómago de Abby hizo un ruido bastante vergonzoso que la hizo sonrojar. El padre de Joshua le sonrió y ella apartó la mirada avergonzada.

 

—Muy bien, vamos —todos siguieron al hombre mayor que iba explicandoles detalles historicos del lugar. El comedor contaba con seis mesas para cuatro y dos para seis, las mesas eran de una pesada madera pulida al igual que la mayoría de las cosas en la casa, todas tenían un florero en el centro con flores recién cortadas y un mantel blanco que doleria ensuciar. Abby se acomodó en un asiento en el medio y justo cuándo Louis se iba a sentar a su lado fue apartado con un gruñido de parte de Damián.

 

Y eso sólo encendió su furia.

 

Sin embargo no iba a montar una escena frente al señor Garroway, eso sería de mal gusto y sus padres la habían educado bien. Así que se tragó sus palabras con agua fría y se dedicó a hablar con Kerry sobre qué harían mañana. Fue a mitad de la cena que sintió una pesada mano en su pierna, miró a través de la mesa y todo el mundo seguía hablando cómodamente sin advertir lo que el pervertido a su lado hacía. Abby giró su cabeza hacía Damián que hablaba animadamente con el señor Garroway al otro lado de la mesa.

 

I-D-I-O-T-A.

 

Ella trató de quitar su mano pero eso sólo sirvió para que la moviera más hacía arriba, Abby se tensó y pensó seriamente en apuñalar a Damián con su tenedor. Así que bajó la mano hasta el antebrazo de Damián y hundió sus uñas con todas sus fuerzas, él hizo un larga pausa que cubrió bebiendo agua y luego sonrió hacía ella y apretó su agarre en su entrepierna, dirigiéndose hacía su ropa interior.

 

Jodido infierno.

 

Bien sólo quedaba una solución que en su opinión era bastante satisfactoria. Abby le sonrió de vuelta y deslizó su mano por el antebrazo de Damián sintiendo las marcas de sus uñas, luego llegó a su pierna y él elevó una ceja algo sorprendido, ella le sonrió inocentemente e hizo su recorrido hasta su entrepierna, vio cómo Damián se mordia el labio y alcanzaba un pedazo de pan para no gemir.

 

Te tengo maldito.

 

Abby encajó sus uñas en las joyas del idiota. Damián soltó un grito ahogado y comenzó a toser migajas de pan, pero ella no lo soltaba, luego soltó una palabrota y en un abrir y cerrar de ojos Damián yacía sobre su espalda con la cara roja haciendo una mueca de dolor.

 

Todo el mundo se levantó a ayudarlo pero ella sólo se cubrió la boca tratando de que no salieran sus carcajadas pero se rindió cuándo las lágrimas llenaron sus ojos. Abby soltó una carcajada que llevó a Kerry a reír y muy pronto todos reían y golpeaban a Damián en la espalda diciéndole que no se enojara, él sonrió y asintió aceptando su estupidez y que a cualquiera podría pasarle, luego se inclinó hacía Abby y sus carcajadas cesaron inmediatamente.




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