Bendita Cotidianidad.

Prefacio.

La novia está feliz, bellísima. Con esa belleza angelical que la felicidad de un corazón amado puede irradiar.

El novio sostiene su mano con amor y firmeza,un hombre de porte decidido y fuerte, vestido de vaquero con su sombrero tejano.

Es,uno de esos bellos y raros días de comienzos de otoño. Una mezcla de sol brillante y tibio, mientras las hojas coloridas y anaranjadas caen de los álamos gigantes.

El clima es perfecto, perfecto para un vestido de boda de verano de encaje. Enfoco con precisión y acciono suavemente el click para capturar la imagen. Ambos están nerviosos y ríen de sus torpes movimientos en torno al vestido de ella.

Un mareo me atrapa en ese momento. Cómo una ola que te golpea inesperadamente.

Cierro los ojos,intento ignorarlo. Se que pasará en unos momentos.

Me vuelvo hacia ellos,me fuerzo a mí misma a actuar, siento la presión del trabajo. Debo hacer buenas tomas.

Les doy indicaciones y de nuevo click,escucho sus sugerencias y de nuevo click,sino fuera por mi salud poco óptima en ese momento, sería un completo placer fotografiar está pareja.

Ambos casi llegan a los treinta,se ve que han tomado su compromiso en serio y su felicidad es palpable.

Si alguien me hubiese dicho que tenía talento para fotografía cuando era joven,no le hubiera creído.

Mi ánimo para la fotografía empezó cuando mi hijo mayor, Francisco estaba saliendo de la secundaria. Con ahorros me compré una cámara digital, de esas que apenas salieron a mediados de los años 2000, mientras tomaba fotos en su graduación, una mamá se me acercó a pedir que tomase fotos de su hija, recién graduada y de su familia. Ofreció pagarme en cuanto imprimiera las fotos.

En ese mismo evento se acercaron otro padre y otra madre y tomé sus fotos. Cuando las entregué,les gustaron mucho y así nació Luz Rodríguez, la señora que toma fotos.

Al principio,estuve bastante optimista,animada por mi familia y mis amigos y conocidos. Luego,el golpe de realidad, nadie me contrató por un tiempo, luego, poco a poco me fui dando a conocer, tomando fotos en una que otra fiesta, imprimiendo casi de inmediato un grupo de fotos y vendiendo las en esa misma fiesta.

Poco a poco, repartiendo mis tarjetas comencé a tener unos pocos clientes. Aveces dudé que tuviese ese talento.

Ese talento que estaba segura que era un don del cielo, pagó algunas colegiaturas de mis hijos, y algunas despensas en mi hogar. Cuando los tiempos se pusieron difíciles, tome algunos cursos de enfermería auxiliar.

Eso anuado a las sesiones o las fiestas, nos ayudaron a nuestro gasto familiar.

Persistencia,no es una palabra fácil. Persisti. Con la ayuda de Dios.

Y comenzó a llegar más clientela, de fotografía o de enfermería. Poner una inyección,un suero,o realizar alguna curación.

En cuanto a la fotografía, comencé a tener más clientes, ahora podía decirse que tenía cierta fama y a los clientes les gustaba mi trabajo en general. Ellos,me recomendaron con amigos,familiares y conocidos. Pudimos sortear con esas entradas de dinero,una época oscura, sí una época que en mi mente no quería rebuscar.

Después de una hora y veinte minutos, había terminado. Mantuve mi talante amable y cálido con mis clientes. Les di la fecha para la entrega de su pedido,me despedí de ellos y me acerqué a mi "taxi ". Una Ford Lobo 2015.

No cualquier coche podría llegar a mi destino, al lugar donde deseaba ir.




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