Bendita Cotidianidad.

2. Boda.

Cerré los ojos. El cansancio y al mismo tiempo,el alivio de saber cumplido mi trabajo,hacen mella en mi fragilidad humana. Y duermo.

-Amiga, amiga,Luz..Luz?- muy a lo lejos escucho una voz. Abro mis adormilados ojos - Lucy?- escuchó la voz del chófer. Intento enfocarlo. Es un antiguo conocido y amigo,es de confianza. No viajaría con cualquier persona adentrándome en la sierra.

-Llegamos Lucy -

-Disculpa Juan,me he quedado dormida - me espabilo un poco, abro la puerta con lentitud y me bajo pesadamente del vehículo. Mi cuerpo aún no me responde completamente, mi aturdimiento y mi sobrepeso añadido, dificultan mis movimientos.

Sí, tengo aproximadamente quince kilos de más. Llegaron con mi primer y segundo embarazo y después me acostumbré a ellos y no hice nada al respecto para volver a mi peso normal. Ahora a mis más de cuarenta años y después de haber trabajado para un médico,he empezado a ser más consciente de mi salud física,eso y mis problemas de salud.

Hacía caminatas de vez en cuando, pero nada comprometedor. Este era uno de mis talones de Aquiles.

Me acerqué a la casa, mientras Juan bajaba mi equipaje. Abrí torpemente la cerradura. Estoy aquí.

Por fin estoy aquí. Me han dado ganas de llorar. Estoy en mi casa.

Juan entra las bolsas y las deja en la encimera de la cocinita,y mi maleta frente a un sofá.

Le pago el viaje y nos despedimos,acordando la fecha del regreso.

Salgo afuera. Observo la camioneta poner reversa y darse la vuelta. El saca la cabeza por la ventanilla.

-Segura que no necesitas nada?-

-No Juan, estaré bien -

-Llamame si necesitas algo - lo dice sin doble sentido y con sinceridad.

-Gracias Juan,buen regreso!- le gritó y agito la mano. El vehículo se encamina había adelante para retomar el camino, Juan saca una mano por la ventanilla para despedirse. Miro el frente de la casa. De repente me siento muy sola. Pero es mi casa. Estoy en casa.

La boda.

Francisco estaba muy enamorado de mí. Y si he de ser sincera,yo no estaba enamorada de él. Yo quería a Francisco profundamente. Cómo mi amigo,mi hermano,la persona más cercana a mí en mi mundo. Teníamos camaradería y una comunicación sincera. Yo podía ser yo misma con Francisco y él podía ser quien era frente a mí.

Puedo decir que,nos conocíamos en gran medida. Podía hablar con el de casi cualquier cosa. Era esa comunicación abierta,la que sería una de nuestras bases en nuestro matrimonio.

No lo entendí en ese momento, pero fue una de las mejores bases que pudimos tener. Además de eso,procediamos de barrios similares, teníamos similar condición económica y una crianza parecida,mismas o parecidas creencias espirituales, valores parecidos,algunas metas conjuntas en fin, se puede decir que teníamos una tasa de éxito matrimonial bastante grande.

Pero uno nunca cuenta con lo que nos falta o con lo que no se espera, pero de eso hablaremos más adelante.

La boda fue sencilla, pero muy bonita, Francisco y mi madre, además de nuestros amigos, padrinos y conocidos, hicieron de esa sencilla boda, un acontecimiento hermoso y memorable.

Mi madre cocinó la comida abundante,y todo estaba riquísimo. Una conocida, nos hizo el pastel de quince piezas, de tres leches,sobra decir que estaba para chuparse los dedos.

Hubo como en casi toda boda o fiesta, unos que otros inconvenientes, mi suegro no quiso asistir,no le gustaba la muchedumbre de gente. Hubo un altercado entre mi madre y mi familia con mi cuñada y mi suegra referente a la comida. Pero a pesar de ser incómodo y serio,ambas partes se controlaron.

Francisco llegó tarde a la ceremonia religiosa, andaba haciendo una compra urgente de última hora. La novia,o sea yo,ya estaba en el templo y el hombre,en el centro.

En el centro de la ciudad,unos amigos fueron a traerle.

Con todo y sus contratiempos se celebró la ceremonia y luego, nosotros,los novios,nos fuimos a la recepción,dada en casa de la novia.

En su sencillez todo estuvo muy bien hecho y lindo.

Después de la comida, Francisco y yo nos preparamos para el viaje,nos mudariamos a una ciudad más lejos por cuestiones del trabajo de Francisco. Ambos teníamos diecinueve años,al iniciar nuestro viaje matrimonial juntos. Y permaneceríamos juntos por veinte años más.




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