Estiré las piernas entre las sábanas y mi cobertor calientito,mi favorito.
Mi pecho subió y bajó trabajosamente mientras me invadían los recuerdos.
Francisco y yo en los últimos seis años de matrimonio, habíamos logrado una compenetración de pareja, realmente sorprendente. Era como si no fuesemos dos,sino casi, casi, uno solo.
Por supuesto que teníamos nuestras propias preferencias de alimentos, de hobbies, incluso de películas. Pero teníamos bastantes puntos concordantes en nuestra relación.
Nos gustaba a ambos la naturaleza y la soledad en cierta medida. Aunque a él no le gustaba leer , escuchaba con gusto y un poco de sueño,mi voz en las noches que de repente leía para ambos.
A Francisco le gustaba cocinar conmigo. Revoloteaba alrededor de mí, mientras hacía la cena o alguna comida especial.
Llegué a conocer a Francisco y él a mí,de un modo que nadie más en el mundo podía hacerlo en ese momento de nuestras vidas.
Aún con lo triste,con lo decepcionante,con lo feo, con los defectos,con los cambios,con la caída del cabello,con el aumento de peso,con la brusquedad algunas veces de parte mía y otras de parte suya. Con los desacuerdos,con las discusiones, incluso con las discusiones no resueltas, con los secretos personales,con los secretos de familia decidimos quedarnos el con el otro. No diré mentiras,hubo momentos entre el inicio y el intermedio de años que tuve la enorme tentación de largar todo e irme. Pero no lo hice,y descubrirán más adelante por qué. Porqué no renuncié. Porque ambos decidimos que era mejor y más correcto,una vida juntos que una vida separados. Nos elegimos el uno al otro, todos los días que permanecimos juntos. Por supuesto que no lo logramos nosotros solos. Tuvimos un gran respaldo detrás nuestro.
Pero no todo el tiempo fue fácil. Así como Francisco lidio conmigo y mis defectos y manías,yo lidie con los suyos.
Pude ser menos egoísta. Pude ser más madura.
Las lágrimas inundaron mis ojos con los recuerdos de aquellos primeros años. Dolor. Dolor porque Francisco ya no estaba y nunca más iba a volver. No existe la máquina del tiempo,para volver y corregir los errores pasados. Para aminorar las culpas presentes,para hacerle mucho bien al ser amado que se fue y no va a volver. Nunca más.
Francisco había sido un niño bastante desafortunado en ciertos aspectos de su vida. Era el segundo mayor y en una familia de siete personas, incluidos padre y madre, las prioridades son los más pequeños. Francisco había sufrido carencias, pobreza,escasez de alimentos y burlas de sus compañeros.
Todo el conjunto de circunstancias de vida de Francisco,lo habían hecho un sobreviviente desde su temprana edad. Providencia divina,lo había ayudado a encontrar maneras de salir adelante en la vida.
Y nos habíamos casado.
Francisco nunca me lo dijo hasta unos meses antes de morir. Aveces, la única comida que el consumía era el platito de sopa que yo le servía cuando me acompañaba a casa. El hambre puede ser dolorosa.
Si lo hubiera sabido le hubiera dado más. Sus brazos estaban tan delgados en ese entonces. Flaco y espigado, así era el.
Francisco había creído que cuando se casase conmigo, él no sufriría más. Yo creí exactamente lo mismo.
Ninguno de los dos contábamos con que tantos ingredientes hacen una vida. La crianza,las carencias,la educación de casa y de escuela, la diferencia de prioridades,el carácter,lo traumas. Cada uno trajimos nuestro equipaje a nuestra relación.
Y mientras descubríamos como amoldarnos el uno al otro, sufrimos ambos.
Francisco acabo desilusionado de mí. Yo terminé pensando que me había casado con una persona totalmente diferente de la que había conocido.
La situación se recudecio cuando Paco tenía cuatro años e Irene dos y comenzó nuestro calvario personal.
Todo comenzó como un ligero cansancio y dolor de cabeza. Paracetamol o neomelubrina (metamizol sódico), - Anda tómalo,le decía yo- Algunas veces lo hacía,otras no.
Entonces comenzaron las fiebres, los dolores en todo el cuerpo. Y la tozuda negativa de ir a cualquier doctor.
El bebé.
Francisco Jr. Paquito, Paco, nació en el invierno de 1999.
Casi fue un milenial, tiempo después, Luz estaba agradecida que no tuviese mentalidad de milenial. Pesó 2890grs.Midió 55 cm. Y fue un niño sano,a pesar de su delgadez. La abuela Sofía Reyna estaba loca de contenta. Preparó una habitación para la pequeña familia, con una cama matrimonial y una cuna blanca por un lado. Ella misma se dió a la tarea de comprar ropita para su nieto. Mamelucos, camisitas, pañaleros, calcetinitos, gorritos,guantecitos,etc.etc.
Era un bebé bello,se parecía a su papá. Con el correr de los meses y años, predominó en Francisco Jr.el parecido con su mamá.
Francisco Paquito era querido aquí y allá. En casa de la madre de Luz y en casa de sus abuelos paternos. Fue durante ese tiempo que lentamente,la relación entre Francisco y su padre,( que también se llamaba Francisco,) comenzó a mejorar.
La segunda hermana de Francisco era una chiflada.En una ocasión se llevó a Paquito ,según había dicho,un ratito, pero ese ratito se convirtió en desaparición durante varios horas. A Luz se le estrujó el corazón, cuánto más tiempo pasaba y ella no aparecía con el niño, no pensaba ella que el niño necesitaba alimentarse? Luz nunca pudo comprender lo que pasó por la mente de su cuñada para hacer eso.A Luz aquello la dejó marcada. Nunca más permitió que su cuñada tuviera acceso libre a sus hijos.
Las discusiones debido a que,Luz no quería ir a casa de sus suegros, fueron aumentando con el paso del tiempo. Hasta que ella misma fue comprendiendo que, Francisco amaba a su familia y ella tenía que aceptar eso.
Intentaba ser conciliadora, pero no sé sentía a gusto con ellos. No sentía que encajaba en ese mundo y se prometió a su misma que, cuando tuviese una nuera, ella la trataría tan bien como a una hija.