Bendita Cotidianidad.

Paquito.

Bajé por el camino de tierra yo sola. ¿Tenía miedo?, sí pero debía hacerlo. Apreté con firmeza el ramo de flores entre mis manos. Calculé veinticinco minutos de caminata hasta el cementerio. Varias veces desde mi despertar al alba había llorado penosamente. Pero hoy era el día.

Hoy llevaría flores para recordarle.Un sollozo se me escapó de la garganta. Yo habia aprendido a través de los años a llorar en silencio. Hoy no. Hoy lloraría con ganas,por todas esas veces que ambos tuvimos eser fuertes y mirar al siguiente paso. Hoy me tomaría el tiempo de llorar por lo que no pudo ser, por lo que fue y por los errores cometidos en nuestro camino hasta aquí.

Miré las flores entre mis manos. Eran muy bellas. Pero eran más hermosas las flores que Francisco me había regalado el día del sepelio de mi madre. Ambos habíamos recorrido a pie ese mismo camino que ahora yo recorría sola.

El día del sepelio dei madre,a nuestro regreso del cementerio, Francisco había estado recogiendo flores del campo aquí y allá. Hizo un ramo mediano y me lo entregó. Nunca olvidaré ese detalle que tuvo conmigo. Sabía que estaba muy triste,y quería alegrarme un poco.

Francisco rara vez me regalaba flores, recuerdo que en una ocasión le compuse un poema, acerca de mi anhelo por recibir flores de su parte y se lo regalé.

Francisco no lo leyó de inmediato, pero sé que después lo hizo. Porque entonces sucedió lo de mi mamá y Francisco me dió ese hermoso ramito de flores del campo.

Los que han vivido en zonas rurales o las han visitado alguna vez,pueden apreciar la belleza de la naturaleza aveces agreste,y tal vez puedan entender de lo que hablo.

Algunas flores del campo no son tan grandes o llamativas pero tienen una belleza especial. Tienen diseños maravillosos aunque sean pequeñisimas.

Ahora ahí estaba yo, llevando un ramo de mis flores de ciudad para Francisco, aunque él ya no las vería.

La rústica cruz con su nombre me hizo sentir un tremendo vacío. Mi hijo Paco,le había mandado hacer un rodete de block y cemento para delimitar su tumba y una cruz de madera con su nombre y su fecha de nacimiento y su fecha de muerte. Mi Francisco solo había vivido cuarenta y tres años. Lloré.

Cuántos hay en el mundo como Francisco? Cuántos? Cuántos cuyas vidas transcurren entre enfermedades graves e incomprendidas?.

Las lluvias de dos años habían caído sobre ella. El zacate y las hierbas habían crecido. Me limpié mis lágrimas y sacudí mis mocos con el pañuelo de Ulises. Cuando caí en la cuenta de lo que había hecho,me invadió la tristeza de nuevo. Ulises.

Nunca creí ser tan buena como para merecer un hombre tan bueno como Ulises. Usted pensaría que estaba loca idealizando a un hombre,pero Ulises era un buen,muy buen hombre. Un hombre al que yo había rechazado.

Arranqué las hierbas desconsolada. En cuanto estuvo limpio,me senté a un lado de la tumba,cerca de la cruz.

Toqué las desgastadas letras y hablé con Dios,de mi misma,de lo que cargaba en mi corazón,de Francisco, de mi tristeza y de Ulises.

Vacie mi corazón en confesión. Y lloré hasta quedarme dormida.

Paquito.

Paquito era un muy buen niño,activo y amable, travieso,pero no malo. Cuando Irene su hermana nació, sintió un poco de celos de ella. Irene dormía con papá y mamá y él en la cuna.

Mama cargaba más a Irene ahora e Irene lloraba mucho. Papá también se encantaba con Irene. Y él no pudo menos que hacerlo también.

Su hermanita era tan bonita,regordeta y de largas pestañas en esos ojos como los de papá. En cuanto él aceptó a la niña en su vida, se produjo un cambio en su mente. Mama había dicho: mi niño, ahora eres el hermano mayor.

Y él siempre se tomó en serio su papel. El año que tuvo que ir al kinder,no fue tan bueno. El no quería separarse de su mamá y lloró mucho, pero le gustaba jugar con algún amigo y le gustaban las letras y dibujar. A mamá la ponía muy feliz cuando él hacía un trabajo bonito o bien en el salón. Pero mamá era muy ansiosa y él no siempre podía hacer bien los trabajos,a veces no tenía ganas.Pero el año que entró a la primaria fue peor. La maestra les ponía mucha tarea,era estricta fuera de lo normal y por alguna razón el sentía que ella no lo aceptaba ahí. Ese fue el año que todo se puso peor. Una niña inventó que el le había levantado la falda para verle la ropa interior y por supuesto,le creyeron a ella y al otro niño que lo acusó,eran mentiras. En otra ocasión, mamá no pudo comprar el material que la maestra había pedido y le había conseguido otro,la maestra lo miró con desprecio y tiró su material al piso diciendo: -Esto es basura,quitalo de aquí.- En otra ocasión lo tomó del cuello y lo sentó bruscamente. Cuando Paquito le dijo esto a su mamá, el corazón de ella se rompió. Habló con su esposo y decidieron hablar con la maestra y tratar el asunto. No hubo ninguna respuesta favorable, ella negó todo y fue peor para Paquito en la escuela.

El resultado fue que Luz hizo todo lo posible por que la maestra aceptará a su hijo, incluso si el niño no escribía bien una tarea, aunque está fuese de una página entera, mamá hacía que él comenzará de nuevo. Luz se puso más estricta con la educación del niño y el tuvo que soportar a la maestra varios años más. Ella hizo todo lo que pudo para colaborar con la maestra y con la escuela, pero eso no fue suficiente. Nunca lo fue.

Años después Luz simplemente se daría cuenta que, ella había contribuido a la dificultad de su hijo en sus años formativos de su tierna infancia,y a su problema de ansiedad y depresión durante la juventud y adultez. Tenía su buena parte de culpa en el asunto,esto era algo que Luz lamentaria toda su vida.




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