Apareciste.
Apareciste como un fugaz cometa, sonriendo y diciendo:"bella".
Solté la risa,tus ocurrencias, pusiste un lazo a mi alrededor.
Callé por un tiempo, sabiduría, esperar era lo mejor.
Y te desvaneciste en la penumbra,de a poco,de a mucho y luego, nada.
Y de repente ya no te encontré. Y dolió.
Porque yo te despedí, porque fue mi culpa, por qué yo fuí, quien dijo:"ya no más".
Aunque ante mí desplegaste el paraíso de tu amor,en vida.
Dijiste que estarías ahí para mí, pero dije:no. Y tú me soltaste.
Después te fuiste y no te detuve. Todo nuestro cielo personal se evaporó.
Intenté atraparte después de la tormenta,como a una sombra,como a un recuerdo, así te amé, te amé en silencio, pero desapareciste,como forma de humo, que se disipa.
Y no pude sostenerte más. Te escapaste volando de mis brazos,de mi vida. Y no pude nada,contra mis propios designios. Contra lo que ya había escrito.
Y lloré soñando con cambiar la realidad.
Te fuiste y no vas a regresar. Sin embargo, siempre estarás aquí, siempre estarás en mí.
En las sonrisas de los recuerdos, en el olor de algún alimento,en el color de mi bufanda,en el silencio de mi habitación, en el destello de una luz,luz de lámpara.
Tu amor siempre estará aquí. Siempre estará en mí.
Luz miró por la ventana de su cocina y vió caer pequeños copos de nieve. Estaba muy frío. Sin embargo la casa estaba tibia,caldeada por la chimenea encendida.
Había llegado alrededor de las 8 de la mañana,y no había pasado ni siquiera una hora, cuando alguien estaba tocando la puerta.
El corazón le dió un pequeño vuelco y el estómago se le tensó,al encaminarse para abrir la puerta de entrada.
¡Cómo deseaba que fuese Ulises, tocando a su puerta,esa mañana de veintidós de diciembre!
Hacía un año, siete meses y veintidós días de la ruptura.Su mente llevaba las cuentas con exactitud. ¡Cómo anhelaba que fuese él al otro lado! "¡Hipócrita",se dijo a sí misma,"no lo dejaste por ser un hombre prohibido para tí?"
Sus entrañas deseaban alivio,el alivio de esa ausencia. Suspiró hondamente, debía entregar esas ansiedades a Dios.
Abrió la puerta, ahí ante ella estaba su prima segunda, Paulina,sonriente, sosteniendo un gran platón de galletas recién hechas y un termo de café. La abrazó, rogando a Dios que no se le nota se la decepción.
-Luz, que gusto verte de nuevo - dijo con una faz animada y sonriente.
Luz la invitó a entrar a la casa y la condujo ante la barrita de la cocina.
Paulina, nunca sabría lo bien que le hizo beber café y charlar con ella esa mañana.
Bien dicen que las circunstancias revelan lo que hay en el corazón, así que ella ya sabía que era el motivo de su ansiedad. Y fuesen las veces que fuesen, ella se la entregaría a Dios, hasta vencer su batalla interior.
Al atardecer, se puso ropa abrigadora, una falda muy larga de lana gris, un suéter de cuello alto, unos mallones acolchados, calcetas y sus botines favoritos, una chaqueta color rosa y su gorro. La bufanda que Ulises le había regalado,un chaleco aborregado y los guantes, los guantes de lana que habían pertenecido a su madre.
Tomó su celular y se fue camino arriba a buscar señal para hacer unas llamadas. Era hora de llamar a Paco e Irene.
-Ma?- la voz de Irene sonó insegura y disgustada -cuando vas a regresar?-
-El día treinta por la mañana -
-No vas a celebrar con nosotros el veinticinco?!-
La voz de Irene se elevó nerviosa, triste y decepcionada.
-Irene querida,por ahora necesito estar sola -hubo un silencio inquietante al otro lado de la línea -intenta comprender porfavor -
-Odio esto ma -estaba molesta -pero entiendo,solo por favor, asegúrate de volver para el día treinta -
-Lo haré, primero Dios -
-Te amo señora,y Danny también te extraña -
-Lo sé mi querida, yo también los amo y los extraño a los dos -Danny era su primer nieto,con tres meses de nacido,era un bebé tranquilo y dulce.-dale un abrazo y un beso de mi parte -
-Seguro que estás bien madre?- preguntó indecisa
-Estoy bien,no te preocupes -
-Bien, asegúrate de volver,si sucede algo, llámanos, Paco o Poncho irán por tí -
-Todo estará bien querida, pasen felices fiestas, nos veremos pronto -
Después de llamar a Paco y tener noticias de él y de Bianca, Luz emprendió el camino de regreso. Una vez en casa, se dió cuenta cuan rápido obscurecia en la sierra. Pero aún se podía ver los copos de nieve que seguían cayendo.
Subió las escaleras a su habitación, se puso su ropa de cama y se acostó. Extendió el cuerpo entre las sábanas y las cobijas. Una lágrima le resbaló por la mejilla. ¿Porqué se estaba aferrando tanto a Ulises? Su ausencia seguía doliendo.
"Oh Dios,-oro-"renuncié a él,no es así?, porqué sigue doliendo tanto?"
Despertó con un sobresalto, ansiosa,con un raro temor en el pecho, producto de una pesadilla. Miró alrededor de la habitación en penumbra, mientras su cerebro intentaba reconocer su entorno.
Recordó entonces que, estaba en su casa de la sierra, descansando por los días navideños. Sintió frío. Siempre había sido una persona friolenta. Se envolvió cuidadosamente en las cobijas. Se había dormido pensando en Ulises y había soñado con él.
Estaban caminando en la orilla de una tranquila y limpia playa. Estaban tomados de la mano,Se podía palpar su felicidad en el ambiente, él estaba sonriendo.
¡Cómo amaba Luz ver sonreír a Ulises! Era aquella una sonrisa tan bella que, evidenciaba su felicidad interior.
Él se adelantó un poco, recogiendo conchitas y estrellas de mar. Luego ,se dió media vuelta y abrió los brazos para recibirla entre ellos, cuando ella iba a su encuentro, una niebla repentina lo ocultó de su vista.
No podía verlo. Comenzó a llamarlo pero no hubo respuesta. A tientas, avanzó hacia adelante, orando, rogando por no perderlo, por no perderse.