La jornada del tercer día transcurrió agradable,relajada y a buen paso. Al atardecer del tercer día se acercaron al rancho de la familia de Luz ,su casita de la sierra,estaba a unos quince minutos de la entrada al lugar. Ulises había hecho arreglos con la prima Paulina,para pasar una noche en su casa.
Ulises y Luz no habían hablado al respecto, pero Ulises no quería pasar su luna de miel en la cabaña que,con tanto amor y sacrificio, Francisco había hecho para su esposa y sus hijos.
Algún día irían,más adelante si Dios quería, pero no en esa ocasión. Iba a respetar la memoria de ese hombre.
En cuanto llegaron a casa de la prima Paulina, José, que los divisó en cuanto entraron por el portón, le dió un grito a Paulina de que los primos ya estaban ahí.
Paulina estaba feliz,y su esposo y sus hijos también. El ambiente era cálido y agradable, una cena abundante, platicas acerca del viaje, de la siembra de ese año, de los animales,del clima,de la boda,de lo mucho que se habían divertido en ella.
Fue una completa delicia para Luz,darse un baño tan necesitado. Casi se durmió en la bañera de plástico, que Paulina había colocado para ellos en el baño.
Después del aseo se prepararon para dormir y ambos cansados del viaje,se quedaron completa y cansada mente dormidos.
Ulises pudo recuperar el suelo perdido y Luz también tenía buen semblante la mañana siguiente.
Temprano, después de una taza de café y unas deliciosas galletas de avena, un buen lonche para el camino preparado por las manos laboriosas y generosas de Paulina,se despidieron de la familia y se pusieron en camino de nuevo. Si todo salía bien, al atardecer del cuarto día, llegarían a su destino.
Pararon para almorzar a la vera del camino, extendieron las servilletas,dónde Paulina había puesto los taquitos de harina y de masa y sacaron el termo de café y agua.
-Esto es maravilloso Uli - Luz estaba encantada con el paisaje, después de tantos años, estaba recorriendo el camino de la sierra de nuevo.
-Lo es,- concordó él - si los barrancos no fuesen tan peligrosos, te hubiese animado a venir en bicicleta -
-No creo que eso funcionaría para mí - dijo ella sonriendo y meneando la cabeza.
-Porqué?- ella se rió un poco.
-Una vez lo hice, de recién casada con Francisco, y me caí, después de eso, no volví a subir a una bicicleta. No fue una experiencia agradable -
Ulises la miró y le acomodó un mechon de cabello tras la oreja. Tal vez más adelante, con un poco de insistencia y algo de práctica, ella volvería a confiar en subirse a una bicicleta.
Faltaba poco para llegar. Eran cerca de las tres de la tarde.
Ulises hizo un alto para ofrecerle agua. Ella bebió agradecida mente, el calorcito se dejaba sentir de nuevo.
-Luz-
-Dime -
Su flamante esposo,le mostró un pañuelo rojo.
-Y eso?- ahora el se rió.
-Quiero hacerte un regalo - la faz de ella se iluminó.
-De verdad?-
-Por supuesto - él también estaba sonriendo.- además de un regalo,vesti será un ejercicio de confianza -
-En qué consiste el asunto?-
-Te pondré el pañuelo y me dejarás conducirte a nuestro lugar a ciegas -
Ella dudó un poco. Y suspiró. Ulises esperó.- Bien,- dijo ella asintiendo un poco insegura.
Cargaron todo en las mochilas,sin dejar basura y después Ulises le ató el pañuelo en los ojos.
-Ahora me darás tu mano,y yo te conduciré a nuestro lugar con seguridad -
Ella extendió su mano titubeante y el la tomó con delicadeza, ella estaba poniendo su confianza en él. El nunca olvidaría ese momento,el momento en que su esposa, decidió que él era digno de su confianza.
La llevó con calma y gentileza, hablando con ella para distraerla,el resto del camino.
-Llegaremos pronto?- Luz hizo la pregunta,esperanzada de que el dijese que ya faltaba poco.- estoy cansada -
-Casi llegamos - le respondió Ulises.
Al mirarla caminar con un poco de torpeza,como si fuese un niño pequeño,se le hizo un nudo en la garganta, cuánto amaba a esa mujer! Y lo más maravilloso de ese amor era que, ella también lo amaba a él, profundamente.
Carraspeó para deshacerse del nudo.
Esa había sido toda una aventura, seguramente en el futuro hablarían de ello con placer, y con un poco de risa.
El camino dió vuelta a la montaña y Ulises le dijo a Luz que se detendrían un poco. Más adelante el camino descendía hacia el río y luego a la callecita principal del rancho, la primer casa de la comunidad era, la casa del amigo de Luis, quien se las había prestado por dos semanas.
Ulises le dijo que había llegado el momento de quitarse el pañuelo, se colocó tras ella para deshacer el nudo.
Estaban de pie en esa curva antes de descender, Luz abrió los ojos parpadeando debido a la clara luz del ambiente. Estaban ahí,en lo alto del camino, mirando el camino descender hacia el río que cruzarían para entrar a la comunidad que se encontraba prácticamente en un vallecito,con sus preciosas casitas de barro,madera, techos de palmo y lámina galvanizada. Justo al pasar el río,del otro lado, perfectamente visible,se hallaba la casa de Arturo,el amigo de Luis, era la única casa de sillar y piedra,era la casa donde pasarían su luna de miel. Era preciosa. Ella se había quedado silenciosa y sonriente. El la miró y sonrió. La mirada de Luz expresaba que estaba alegre y extasiada, recreándose en la belleza del conjunto.
Ulises volvió su vista al paisaje y tampoco dijo nada.
Cuánto había deseado compartir con ella el regalo de esas maravillosas vistas.!
Desde que había estado ahí solo, unos meses atrás, había pensado en que maravilloso sería que Luz pudiese ver esos paisajes. Ahora podía compartir con ella la belleza de ese paisaje tan arrobador. Era como compartir juntos el regalo de la maravillosa creación de Dios. Luz podría percibir y apreciar esas bellezas en su sensible espíritu y guardarlas como un hermoso recuerdo.