- Kira, hola. Estás preciosa. Gracias por no decepcionarme, te debo una. - Alice me abrazó.
- ¡Qué novia más guapa estás! ¿Dónde está el novio?", pregunté abrazando a mi amiga.
- "Arthur está hablando con un testigo. Su amigo también estaba enfermo y tenía que encontrar un nuevo testigo lo antes posible. Se lo pidió a su compañero de colegio, que ahora es su jefe, ya te puedes imaginar. Sorprendentemente aceptó, aunque siempre es tan serio y formal. Espero que sonría de vez en cuando en nuestra boda.
- Sí, veo que los preparativos han sido muy estresantes para ti.
- Me doy cuenta. Queríamos casarnos en Nochevieja para empezar el Año Nuevo como una nueva familia. Pensamos que sería un fin de semana, nadie trabajaría y tendríamos muchos invitados. - Pero resultó que algunos tenían la tradición familiar de celebrar el Año Nuevo en casa, otros habían comprado los billetes para los complejos hacía tiempo y algunos se pusieron enfermos por culpa del tiempo. Aun así, decidimos no cancelarlo y seguir como habíamos planeado. Así que muchas gracias por salvarme.
- Intentaré hacerlo lo mejor posible. Nunca he sido testigo antes, así que ni siquiera sé qué hacer.
- Tenemos un gran anfitrión, lo hará todo él mismo. Te sentarás a su lado como testigo, quizá haya un par de concursos.
- Concursos... Puse los ojos en blanco y suspiré: "Odio los concursos. Espero que al menos sean decentes.
- Oh, no te preocupes por eso, a mí tampoco me gustan todas estas tonterías, así que serán interesantes y decentes.
Me cogió del brazo y me llevó hacia los hombres de esmoquin negro.
- "Kira, te presento a Daniel. Daniel, ella es Kira.
- Encantada de conocerte, Kira. Espero que hoy no tomes café, no tengo camisa de repuesto. - Los familiares ojos color acero me miraron. En la penumbra de la habitación iluminada por velas, sus ojos brillaban como el mercurio, y una sombra de sonrisa se deslizó por sus labios.
- Veo que ya os conocéis", preguntó Alice sorprendida.
- Ayer. Por casualidad", bajé la mirada avergonzada y me sonrojé.
- "Ya me contarás cómo más tarde. La ceremonia empezará pronto, es hora de prepararse.
Miré a Daniel por debajo de las pestañas, caminaba con una sutil sonrisa en los labios. Una preciosa, por cierto.
La ceremonia de la boda transcurrió a la perfección. Los brindis se alzaron en la mesa. El anfitrión organizó concursos interesantes, nadie se aburrió. Pero después del baile, los recién casados y yo tuvimos que bailar con Daniel como testigo. Qué boda, qué tradición. No sabía qué hacer conmigo misma. Aunque no era culpa mía, me avergonzaba de lo de ayer. Cada vez que le miraba, me sentía incómoda. Daniel se acercó a mí y me tendió la mano, yo puse la mía en la suya y fuimos a la pista de baile. El baile fue lento y emocionante. Bailamos en silencio. Al principio, miraba a todas partes menos a él, aunque podía sentir sus ojos clavados en mí. Cuando terminó la canción, no pude soportarlo y le miré a los ojos. Nuestros ojos se encontraron. Sus ojos brillaban, y yo me quedé mirando esa llama como hipnotizada. La canción terminó y la siguiente fue rápida y divertida. Me dio las gracias por el baile y se fue. A mí no me gustaba bailar y también quería irme, pero Alisa se me acercó y empezó a bailar. Al principio quería irme, pero ella hizo un mohín y tuve que bailar. Luego hubo competiciones, espectáculos y más baile.
- ¡Queridos invitados! Quedan pocos minutos para el Año Nuevo. Llenen sus copas de champán y vengan a la terraza. Habrá una boda y un espectáculo de fuegos artificiales de Año Nuevo", anunció el anfitrión, y empezó a sonar la melodía de Año Nuevo.
- "Recordad que hay una tradición maravillosa: tenéis que besar a alguien, no necesariamente a vuestra cita. Puedes besar a un desconocido y te traerá buena suerte para todo el año.
- ¡Otra vez con estas tradiciones! - refunfuñé.
- "¿No crees en las tradiciones?", me preguntó una voz familiar. Como sonaba música y todo el mundo hablaba alto, Daniel se inclinó y me lo dijo al oído. Se me puso la piel de gallina.
- "No tenía por qué comprobarlo de alguna manera. - respondí. Tenía la boca seca y bebí un sorbo de champán.
- "Empecemos a contar juntos", y los invitados empezaron a contar a coro: "diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno". ¡Feliz Año Nuevo!
Había mucho ruido y alboroto. Todo el mundo se saludaba, se abrazaba y se besaba. Alguien me coge por el codo y me da la vuelta.
- Feliz Año Nuevo", dijo Daniel y me besó.
El beso fue suave, discreto y muy agradable, y yo se lo devolví. Hubo una salva de fuegos artificiales y gritos entusiastas de la multitud. Tras romper el beso, nos miramos a los ojos.
- Espero que este Año Nuevo traiga éxitos", dijo Daniel. La suave sonrisa de sus labios le hacía aún más atractivo.
- Yo también quiero creerlo. - respondí, devolviéndole la sonrisa a mi marido.
La Nochevieja siguiente celebramos nuestra boda, y Arthur y Alice fueron nuestros testigos.