Besos de una Historia

Capítulo dos: Un (mal) guía escolar.

Me detuve en frente de la escuela antes de cruzar la calle. Trataba de verle el lado bueno a todo esto, pero lamentablemente no lo encontraba, las escuelas no me agradan. Tomo un suspiro hondo y cruzo la calle.

Desde la acera hasta la puerta, pequeños grupos de estudiantes se encontraban conversando, no parecían malas personas, pero al parecer les encantaba no notarme. ¿Qué esperaba? ¿Qué me recibieran con un musical? ¿o hacerme popular en segundos?

Sigo el camino ajustando las tiras de mi mochila cuando me estrello contra alguien. Alguien a quien le parece divertido reírse de mi dolor en la frente.

—Deberías de fijarte —suelta el rubio cuando alzo la mirada.

—Tú te atravesaste en mi camino, tal vez deberías de llevar gafas.

—Tal vez eres muy diminuta como para verte.

— ¿En serio? ¿El típico insulto? No sé qué mal libro te leíste pero no nos enoja demasiado que nos digan pequeñas.

— ¿Chica empoderada? —Pregunta con burla —Eres como un pequeño buldog —ríe —, no voy por la vida insultando chicas, así que me pareció mejor la palabra diminuta.

— ¿Se supone que debo agradecerte por eso?

—Deberías —suelta una risa estruendosa y camina de reversa —, nos vemos pequeño buldog.

—Idiota.

— ¡Yo no te estaba insultando! —grita e ingresa a la escuela.

Cierro los ojos con fuerza para tranquilizarme. Esto es lo que no soportaba de las escuelas, adolescentes con pocas neuronas a los que se le hace divertido poner apodos a los demás. Doy un paso pero retrocedo al ver una mancha morada pasar por mi lado a una gran velocidad.

— ¡Cuidado! —grita ella sobre su skate. 

Era una mancha borrosa hasta que la pobre se estrelló contra las escaleras de la entrada y terminó tirada sobre el suelo. Eso era más doloroso que mi frente ahora.

—Uh —suelto al ver cómo su maraña de cabello morado está en su cara. Volteo esperando a ver qué alguien le ayude... Pero nada.

Tampoco soy mala persona, algo geniuda tal vez, pero no voy a dejarla allí, así que corro hasta ella y la ayudo a levantarse.

— ¿Estás bien? —pregunto mientras la trato de estabilizar.

—Sí, sí, suele pasarme mucho. 

—Entonces deben estar acostumbrados —digo en referencia a los demás conversando normal, con ayuda del pie levanta su skate y lo toma.

—Claro, pero nunca estiran sus manos para ayudarme. Son despiadados, no te dejes engañar.

Volteo a verlos.

—No se ven tan malos.

—Te voy a dar un pequeño dato, chica nueva: ellos no te ayudaran para nada si ven que eres revoltosa o simplemente te niegas a tener una vida normal y tranquila. Todos están esperando tener la misma vida aburrida de sus padres —sisea ingresando y yo la sigo.

— ¿Eso quiere decir que eres revoltosa? 

—El skate me hace peligrosa —se burla.

Voltea a la derecha y yo sin preguntar sigo caminando a su lado.

—No pareces peligrosa.

—Gracias —lleva la mano a su pecho con dramatismo —, te ganas mi amor así. Bueno, el lugar es pequeño así que nos veremos por ahí, ya llegaste a la dirección, de nada —hace un tipo de saludo militar, se monta en su skate y sigue su camino.

— ¡Aleja esa cosa de los corredores, Jackie! —grita una mujer no tan mayor que yo, tal vez sólo nos llevemos tres hasta cinco años, con el mismo tipo con el cual me estrellé hace poco sentado despreocupado en frente de ella. Carraspea y vuelve la atención a mí —Debes ser Rosalie Courtney.

Asiento evitando la otra mirada.

—Bueno, eh... —comienza a buscar algo entre los papeles regados sobre su escritorio —Maldición —. Se detiene y me mira —. Por favor no digas que maldije. Me quitarían el trabajo, y... ¡Drake! ¡Baja tu mochila de mi escritorio!

—Pero en el suelo se ensuciaría —le da una sonrisa que ella ni siquiera mira por tirar la mochila al suelo —. Noelia, acabas de...

—Silencio, Drake, estoy buscando unos papeles.

—Tal vez si me dieras el castigo...

—Primero debo entregarle esto a Rosalie —toma unos papeles del escritorio y me los tiende, doy unos pasos acercándome —. El horario, el nombre de los profesores, la lista de los libros que puedes recibir en la biblioteca, el número de tu casillero y... algo me olvidaba. Da igual, si necesitas algo puedes pedírmelo, y llámame Noelia.

—Entonces Noelia —le doy una pequeña sonrisa después de revisar el horario—, ¿podrías enseñarme la escuela? Parece que dentro de cinco minutos empiezo química y no conozco nada.

—Querida, estoy algo ocupada —luego su sonrisa se ensancha —, pero Drake podría ayudarte, ¿verdad? Servirías de comité de bienvenida.

— ¿Qué? —se incorpora.

—Pensándolo bien prefiero perderme —parpadeo tres veces seguidas con nerviosismo.

El tal Drake no parece querer ser un guía, eso significa que agregando la conversación de hace un rato ninguno sería agradable con el otro, y no quiero arruinar mi llegada a la escuela tan rápido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.