Besos de una Historia

Capítulo ocho: Caños rotos.

Drake Jason.

Era divertido cuando la mirada de Ross y la mía se encontraban mientras estábamos sentados en la misma mesa de la cafetería, le daba una sonrisa burlesca y ella respondía rodando los ojos. 

Hace tres días de nuestro acuerdo en la heladería y no podría estar mejor. ¿Es raro? Por supuesto. Pero siento que está mejor así, no lo sé, me calma el no tener que ganarme su amistad, en cierta parte estaba cansado de que como parte del equipo de la escuela, deba ser amigable con todos.

El punto es que ahora podía centrarme.

Así que cuando todos se van al finalizar las clases, me quedo escondido entre los vestidores del equipo. Abro mi casillero y saco lo necesario. Sólo espero que esta vez funcione.

Me siento como un espía de película, cuando miro con cautela a todos lados antes de ingresar al baño de mujeres. Suelto un silbido. ¿Por qué siempre su baño tiene que estar limpio? O bueno, menos sucio que el nuestro, hasta tienen papel higiénico.

Vuelvo a la realidad y camino hasta los lavabos, no creo que aflojar los caños sea tan difícil, he visto a papá arreglar el de la cocina muchas veces, así que desarreglar esto no parece complicado.

Excepto que lo es. Me toma muchos minutos desaflojar un solo caño, pero cuando lo logro, los últimos dos son más sencillos. Luego abro el dispensador de jabón, lo tiro a un retrete y lanzo el contenido de la botella que conseguí. Perfume de hombre demasiado fuerte, le hago unos ajustes y listo.

Quiero celebrar hasta que lo último de la botella cae en mi ropa.

Todo iba tan bien.

— ¿Qué rayos estás haciendo?

Y ahora todo se fue a la mierda.

— ¿En serio, Ross? ¿Me acosas hasta en el baño?

—Estás en el baño de mujeres, genio —se cruza de hombros —. ¿Por qué hay herramientas en el piso?

—No es de tu incumbencia —le doy una sonrisa sarcástica y comienzo a guardar todo en mi mochila. Levanto la mirada cuando siento la suya fija en mí —. ¿Qué?

— ¿Qué hiciste?

—Nada malo, sólo no toques nada si no quieres terminar mal.

Pero no me hace caso y se dirige a los lavabos, abre uno y termina con la blusa empapada.

—Te dije que no hagas nada —tomo una llave y vuelvo a colocar el caño como antes —y ahora estamos mojados. Gracias.

—Estabas intentando...

Se escucha unos tacones retumbando por la puerta, lo bueno de los baños, es que hay muro que bloquea la puerta y tienes que rodearlo como para notarnos, y carajo, justo ahora no necesito que me descubran. No con Ross aquí.

La tomo del brazo, mi mochila y abro uno de los cubículos para escondernos.

— ¿Qué...?

Shh. Quédate callada —susurro.

— ¿Por qué hueles horrible?

—Es parte de la broma —los tacones ahora se escuchan fuera.

Aguanto la risa cuando alguien grita y se escucha el sonido del agua saliendo. Ahora, ¿cómo diantres hago para salir sin que Ross parezca implicada? Escucho unos insultos y noto que es Noelia, quiero reír aún más. Pero la diversión se me va cuando noto que la chica que tengo al frente quiere estornudar.

—No lo hagas —le digo.

Pero hace caso omiso y lo hace.

Estoy seguro que Noelia lo notó.

Y bueno, empuja la puerta encontrándonos a ambos mojados metidos en un pequeño cubículo.

— ¿Qué están haciendo?

—No es lo que parece —ah, carajo —, sólo estábamos... Drake entró de casualidad al baño de mujeres —me sorprendo, porque no esperaba que ella mintiera.

—Eso no explica que estén allí dentro.

— ¿Si estuvieras de casualidad con un chico en el baño y alguien entra, no te esconderías?

Suelta un suspiro.

—Supongo. ¿De casualidad no vieron al que aflojó los caños? —nos da una sonrisa totalmente fingida.

Carajo, debía decir que fui yo.

—No —Ross vuelve a mentir y la mira —ni siquiera sabíamos...

—Okey, eso no les creo. Ambos están mojados —se acerca al dispensador y quiero gritar que se detenga —, no puedo creer que el primer día que los presenté se pelearan y ahora están aquí... —su grito detiene el palabrerío.

Un chorro de perfume le cayó en el vestido.

— ¡Esto es colmo! ¡Ambos van a la dirección, ahora!

Casi quiero festejar, con suerte no me expulsarán o suspenderán, y si eso pasa puedo usar la carta conocida como Jack, aunque no quiera creerlo me sirve mucho. Luego miro a mi acompañante mordiéndose el labio temiendo por lo que le podrían decir en dirección.

Esto se fue a la mierda.

—Noelia, por favor, danos un castigo pero a la dirección no. Es más, puedo ir sólo...

—Es la tercera vez.

—Noelia —trato de ablandarla.

—Ambos están castigados —suelta y sale rápido del baño.

—Te odio —volteo a mirar a Ross —, es mi segunda semana y ya estoy castigada. ¡Trabajo por las tardes, Drake! ¡No puedo estar castigada!




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