Besos de una Historia

Capítulo diez: Una fiesta sin lugar.

Drake Jason.

— ¿Qué le hiciste? —pregunta mi prima.

— ¿Por qué piensas que le hice algo? Ross es rara, nunca se sabe lo que hará —me encojo de hombros.

—Bueno, la he visto hablar con todos menos contigo, eso es sospechoso ¿no crees?

— ¿Me estás acusando de algo, Jackeline?

Se levanta y me hace una seña con la cabeza de que haga lo mismo y la siga. Eso hago. Y no es que quiera o deba hacerle caso, sólo que el tiempo corre y no quiero llegar tarde a mi siguiente clase.

—Drake, ¿te pasa algo con Rossy? —pregunta seria.

—Define "algo".

—Tal vez... No lo sé, no te sientes a gusto con ella cerca. Porque soy tu prima y puedes decírmelo. Si ella te cae mal o están en una discusión constante puedo ayudarte a que las cosas mejoren.

Ruedo los ojos.

—No me desagrada, y tampoco discutimos, sólo no nos hablamos y ya.

—Claro —alarga la a al hablar —, porque uno de los chicos con más conocidos en esta ciudad ahora no quiera hablarle a la chica nueva es lo más normal.

—No nos dimos el tiempo para conocernos, eso es todo.

—Drake —se detiene en medio del pasillo —, no me mientas.

Genial, tengo a una prima detectora de mentiras.

No tengo algún problema con Ross, aunque cierta parte de mí estuvo sintiéndose raro porque la encontraba en todos lados, pero no es como que la odiase. Tal vez estoy negándome a la idea de que ella revolotee a mi alrededor. Además creo que ambos nos dimos cuenta que no nos agradamos lo suficiente durante nuestro castigo.

—Puede ser que le haya dicho que mantengamos distancia.

Vamos, siendo sinceros hasta ya parecía acoso. Se volvió mi vecina, mi compañera de escuela y de muchas clases, contando el club de deportes, luego para finalizar, comienza a trabajar en la heladería a la que siempre voy. Si yo fuera más paranoico realmente ya le habría puesto una orden de restricción.

Sin contar que justo ella entró al jodido baño.

— ¿Eres tonto o te caíste muchas veces de chico?

—Tú me golpeabas cuando era niño —me defiendo.

—Oye, no sé lo que ocurrió estás últimas vacaciones que te han vuelto un chico muy... Cerrado.

— ¿Cerrado?

—Sí, cerrado. Pero Rossy no es mala persona, ¿okey? Date el tiempo de conocerla.

—Si jefa —dije con burla.

—Entonces, te esperamos a la salida. Ve a correr, saltar y sudar como animal —se despide comenzando a caminar a su salón.

— ¡Que aliento me das!

Recibo como respuesta su dedo del medio y comienzo a reír. No puedo quejarme de Jackie conociendo la familia que tengo, ella hasta parece la más normal.

***

— ¡Hasta que apareces, hombre!

—Llegué lo más rápido que pude.

—No importa, Rossy, Yannis y Vincent se fueron en el auto de Morris, ya que alguien se demoraba mucho.

—Sube ya.

Ambos nos adentramos en mi camioneta gastada, la encendí y comencé a manejar en la misma dirección a la que voy siempre, al fin de cuentas es como si fuera a mi casa. En cinco minutos estoy frente al 204, estaciono afuera de la cochera de mi casa y bajamos.

—Corre rápido, ya vamos tarde —Jackie cruza corriendo y toca la puerta.

Por mientras yo voy caminando a paso lento, sin apresurarme porque ni siquiera le veo el sentido a ingresar a la casa de Ross, sobre todo yo que a penas y nos miramos. Escondo una risa, al recordar que ni mirarme quiere.

—Hola, señora Tania.

—Tú debes ser Jackie, ¿verdad? —responde una señora muy parecida a Rosalie.

—Así es, él es mi primo... —volteó y miró que aún estaba algo lejos —Ven rápido —susurra —. Es Drake, vive al frente.

—Hola Drake —me saluda con una sonrisa y yo se la devuelvo —. Pasen.

Mi prima es la primera en correr dentro con mucho entusiasmo, yo por en cambio me doy mi tiempo para ver lo suficiente. No hay tantos cuadros como me esperaba, pero tienen una pequeña chimenea.

—Oh, Drake. El de ojos azules —dice una señora saliendo de la que supongo es la cocina —. Cuando te conocí eras más bajo y más delgado, ahora mírate, todo un chico guapo.

La reconozco mejor, es la señora Lurdes, bueno señora Lu si tenías confianza. Casi siempre me pedía que le ayudara con algo y a cambio me daba galletas. ¿Cómo pude olvidarme que ella vivía aquí? Pensé que Rosalie y su madre habían despachado a la anciana, y resulta que son familia.

—Señora Lu.

— ¡Señora Lu! Soy Jackie, su prima, también me daba galletas a veces.

—Oh sí, sólo que ahora tienes el cabello morado.

—Ya sabe, la moda de ahora —ambas sueltan una risa.

—Siéntense, estoy preparando galletas.

Tal vez el haber venido no ha sido una mala idea.

—Entonces mamá, ellos son mis amigos, son agradables. Tanto que mi abuela conoce a dos de ellos.

—Llevo aquí dos años, no esperabas que haya estado metida aquí todo el tiempo, ¿verdad?




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