Besos de una Historia

capítulo catorce: Una blusa mojada.

—No puedo más —Morris se acuesta a mi lado.

Acaba de terminar las horas del club de deporte, así que no tuvimos mejor idea que tirarnos sobre el césped tratando de descansar nuestros cuerpos porque parece que hoy al entrenador le gustaba mucho el que diéramos vueltas por el campo.

—Están asquientamente sudorosos —dice Jackie, quien tiene la cabeza sobre las piernas de Yannis, y a su lado de la rubia está Vince. Los tres nos estuvieron viendo durante éste tiempo ya que sus clases terminaron antes.

—No es necesario que nos lo digas —responde su primo acostado al otro lado de Morris.

—Deberían tomar una ducha —sugiere Yannis.

—También lo sabemos.

—Oye Rossy, Vince quiere saber...

—Yo no quiero saber nada —se defiende él.

—Bueno, Yannis quiere...

—A mí ni me metas, Jackie.

—Bien, bien, Drake... —su primo le lanza una mirada furiosa —Yo quiero saber, ¿contentos?

— ¿Qué quieres saber?

—Si te gusta algún chico de aquí —por un momento mi estómago siente un retorcijón, es raro porque no me gusta nadie pero parece que estoy nerviosa, tal vez dudosa, no lo sé.

—Morris es guapo pero no es mi tipo —bromeo.

—Vaya, gracias.

Todos reímos, quiero creer que todos reímos porque no se siente así.

—No me refiero al grupo, me refiero a toda la ciudad, trabajas en una heladería deben ir chicos guapos con la excusa del helado cuando en realidad van por tu número.

Y sí, algunos chicos guapos han visitado mi lugar de trabajo, otros han pedido mi número telefónico y los más arriesgados una cita, sólo que no les tomo importancia porque es horario laboral y no sé, no me gustan.

—No me gusta nadie —me encojo de hombros.

—Basta de interrogatorios —interviene la rubia —. Los esperamos afuera.

Se levantan, toman sus cosas y van hasta adentrarse a la escuela de nuevo.

—Vámonos —Morris golpea a su mejor amigo y se levanta quejándose —, si no se apuran los dejo —luego trota hasta los vestidores dentro de la escuela.

Drake hace lo mismo sólo que se queda parado mirándome.

— ¿No piensas levantarte?

—Me duele todo el cuerpo, no quiero moverme.

—Entonces, ¿te quedarás allí toda la tarde? ¿No tienes que trabajar?

—Tengo, pero estoy muy cansada como para levantarme.

Con una sonrisa burlesca extiende sus brazos hacia mí, y enarco una ceja como duda.

—Tus manos —dice y niego. Rueda los ojos, se agacha, toma mis muñecas y tira con suavidad tratando de levantarme, pero falla porque quedo sentada en el pasto —. ¿En serio?

—Ya dije que no puedo moverme.

Resopla y se sienta a mi lado. Que Drake y yo convivamos con normalidad aún es raro para mí, debo admitir que se nos escapan discusiones porque nuestras personalidades chocan, sólo que se siente llevadero todo. No somos mejores amigos en los pocos días que hablamos pero me agrada que no sea un idiota todo el tiempo.

—Nos van a dejar —advierte.

—Puedo caminar hasta mi trabajo.

—Yo no traje mi auto.

—Drake, vivimos doblando la esquina, no necesitas tu auto para llegar.

—Lo decía por ti —mi mirada cae en él —, podría llevarte pero no traje auto, así que debemos apresurarnos para que no camines. Después de todo ha sido suficiente ejercicio por hoy.

Allí tiene un punto.

—Supongo que ya debo levantarme —vuelve a extender sus manos cuando está levantado, tira de mis brazos y logra que quede parada no sin antes soltar un quejido, mi cuerpo está muy adolorido, y parece que eso le causa gracia —. No te burles.

—No me burlo. ¿Una carrera hasta los vestidores?

—En tus sueños, Drake, no voy a hacer otro esfuerzo físico.

***

Hay personas torpes y luego estoy yo.

Solamente a mí se me ocurre cambiarme en la ducha del vestidor, porque mientras me ponía el pantalón resbalé y al tratar de agarrarme de algo, tiré mi blusa, la única blusa que quedaba en mi casillero.

—Mierda, mierda —quito la toalla de mi cabello y la envuelvo por mi torso para ir en busca de mi teléfono, con suerte puedo llamar a Jackie o Yannis.

Y las cosas empeoran cuando me doy cuenta que mi teléfono está apagado.

Resoplo, acomodo la toalla y me dirijo a la puerta, la entreabro y saco mi cabeza para ver si hay alguien que pueda ayudarme. Pero parece que la mala suerte me lleva cuando encuentro a Drake sentado en el pasillo mirando su teléfono.

Mierda.

—Drake —lo llamo y levanta la mirada —, oye...

— ¿Ya terminaste? Sí que tardaste mucho.

—Bueno... ¿puedes llamar a Jackie?

—Acaban de irse, me dejaron un mensaje.

—Maldición.

— ¿Qué pasa? —pregunta levantándose.

Tenía dos opciones y no me gustaba ninguna, o le pedía ayuda a Drake o intentaba llegar a mi casa sólo con el sujetador puesto, y créanme que mi sujetador no era tan bonito como para que las personas lo vean.




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