Drake Jason.
—Entonces dijo que no.
—Exacto —respondo.
—Esto es raro —lo miro y ríe —, Shane me pidió el favor a mí, yo te lo cuento, tú te haces el amigo acomedido y te ofreces a preguntarle a Rossy.
— ¿Qué hay de malo en eso?
—Irónico. Tengo el presentimiento de que si yo le hubiera preguntado, la respuesta sería diferente.
—Oye, la escuchaste, dijo que no le gustaba nadie.
— ¿Cómo se lo dijiste? —pregunta Morris.
— ¿Cómo le dije qué?
—Que Shane había pedido una cita con ella.
—No ha pedido una cita, sólo te mandó a preguntarle si le gustaba alguien para luego invitarla a salir —corrijo.
—Lo que sea, eso no responde a mi pregunta.
—Sólo se lo dije y ya.
Por supuesto que yo iba a mentir, Morris es mi mejor amigo pero no iba a decirle que estuve casi intimidando a Ross para que respondiera lo que yo estaba esperando escuchar. ¿Por qué lo hice? Porque no dejaría que saliera con alguien que mencionó que su culo era bueno para ser tocado. Se supone que es mi amiga, no debo dejarla salir con un idiota.
— ¿Me estás diciendo que le soltaste todo así sin pensar? Que gran tacto el tuyo.
—El punto es que conseguí la respuesta, así Shane deja de molestarla —esconde su risa con una tos —. ¿Qué?
—Admite ya que estás celoso —tomo uno de sus almohada y se la lanzo con dirección a su cara —, carajo eso duele. Ya, ya, basta.
—Imbécil.
—No creo que Shane se rinda, después de todo si a ella no le gusta nadie él podría conseguir conquistarla.
— ¿Cómo? ¿Con su actitud de necesitado? ¿Con sus ganas de sexo? —suelto una risa sarcástica.
—Estás muy hiriente.
—Sólo estoy señalando un punto.
— ¿Cómo va la visita al director? —cambia de tema.
Suelto un resoplido. Siento que cada vez se me dificulta más, no suelo ser un chico problemático pero si debo comenzar a hacer bromas o romper cosas en la escuela con tal de llegar a mi propósito, lo haré.
—Ya falta poco para terminar el año y...
—Lo sé —lo corto.
Conseguí chocar mi auto con las gradas de la escuela, pero parece que eso no amerita hablar con el director, ya que éste idolatra demasiado a Jack haciendo que no me meta en problemas, o al menos que no tenga consecuencias muy graves. Pero bueno, del castigo de papá no me salvé.
—Deberías de hablar con ambos.
—Es difícil...
—Por supuesto, porque meterte en problemas soluciona todo, no seas idiota, eres bueno en esto pero no es lo que quieres.
—Me gusta el futbol, pero no lo amo.
— ¡Pues díselos, maldita sea, y no intentes estos juegos inmaduros!
—Carajo, quiero intentarlo pero... —tomo un respiro —mi plan hará que no lo decepcione.
—Ahora tienes dos problemas: Rossy y el deporte.
Vuelvo a lanzarle la almohada.
—Ross no es un problema.
***
Shane está mirando a Ross desde hace diez minutos, pero parece que no decide si acercarse o no, y yo estoy esperando a que decida largarse a su siguiente clase.
— ¿Cuánto tiempo vas a estar cuidando a Rossy? —Vince no despega los ojos de su libro.
—No sé de lo que hablas.
—Te gusta Rossy, no soy idiota.
—Tú eres muy inteligente, pero en cosas del amor no lo creo —cierro mi casillero.
—Que me guste Yannis sabiendo que tiene novio no me hace un estúpido con respecto al amor, y créeme que puedo notar como la miras.
—Ni siquiera me estás mirando.
—Mi libro es más interesante que ver cómo te acobardas —enarco una ceja.
— ¿Vamos a hablar de cobardía, señor valiente?
—Antes de que me saques en cara mi situación, como siempre debo añadir, es diferente, Rossy no tiene una relación a la cual debes tener miedo a destruir y tampoco un novio que pueda golpearte.
—Yo también podría golpearlo.
—Sí, pero las mujeres suelen molestarse con el que usa sus puños.
—Dejemos de hablar de estas cosas.
Cierra su libro con fuerza y se planta con firmeza delante de mí.
—Entonces ten los huevos para pararte frente a ella y no estar vigilándola como un perro. Nos vemos.
—Idiota —le grito cuando se aleja.
¿Qué demonios podría perder con hablar con ella? Realmente no tengo ni la menor idea sobre qué podamos hablar, pero tampoco quiero que Shane la tome en el momento que está sola. Las personas somos más propensas a tomar malas decisiones cuando nos encontramos en la soledad.
Así que con un bufido, ajusto mi mochila y camino hasta ella.
— ¡Carajo! —Grita cuando estoy a su lado — ¿Eres un gato?
— ¿En serio te asusté? —pregunto con burla y golpea mi brazo.
—Idiota. Por cierto, toma —saca una bolsa de su casillero y me la tiende —, gracias por lo de ayer, y no te preocupes que ya lo lavé.