Besos de una Historia

Capítulo dieciséis: Un perdón, un cuaderno y tal vez un beso.

La última campana de salida del año resuena por toda la escuela. Ni siquiera se esperan un segundo, ya todos los estudiantes comienzan a agruparse en las puertas tratando de salir de sus clases. Por en cambio, Jackie y yo estamos esperando a que dejen el espacio vacío y salir con tranquilidad, porque obviamente preferimos salir tarde que terminar en el tumulto de gente.

—No puedo creer que ya haya terminado el penúltimo año.

—No puedo creer que haya logrado aprobar el año con sólo dos meses —digo divertida.

—No puedo creer que no me dejen dormir —Drake se aleja de la mesa en donde estaba recostado, dormido.

—No porque sea el último día debiste de dormir —le reprende su prima golpeándole el brazo. 

—Dormí porque ahora ya estoy listo y descansado para festejar.

—En tus sueños, Jason —Jackie niega —. Desde la última fiesta no quiero acercarme a nada que pueda intoxicar mi cuerpo.

Desde la fiesta en casa de Drake, todos nos encargamos de hacerle saber a Jackie que se había besado con muchos chicos, haciendo que ella se defienda alegando que el alcohol no es lo suyo, pero Morris se encarga de recordarle ese episodio cada vez que puede. Vincent es otro que no sabe por qué saltó desde el balcón, Yannis estuvo molesta con él como por dos semanas, aunque ellos dos no se pueden molestar demasiado. No sé, son como muy cercanos.

Luego estábamos Drake y yo. Las cosas no están tan bien porque parece que él no le da tanta importancia a que me besó hace unos días, cosa que me molestó porque no debe suponer cosas, si no me gusta alguien pues no acepto citas, así yo decido. Entonces, sí, hablamos un poco, sobre todo cuando están nuestros amigos presentes, pero aún sigo molesta.

— ¿Qué hacen allí sentados? Larguémonos de aquí, ya —ordena Morris desde la puerta del aula.

Todos se habían dispersado, así que nos levantamos, tomamos nuestras cosas y salimos del aula de historia. Algunos alumnos estaban correteando por los pasillos, y otros solamente tenían cara de querer salir lo más rápido posible.

—Debo ir a recoger a mis hermanas —dice Drake revisando su teléfono —. Mamá no puede.

—Eso me hace recordar que debo sacar algunas cosas de mi casillero antes de irme. Los veo luego —me despido encaminándome al pasillo donde están los casilleros.

Saco la llave y abro el candado, reviso mis libros y algunas cosas que tengo allí dentro tiradas en desorden, porque parece que cuando se trata de la escuela lanzo todo dentro sin ver. Busco más al fondo encontrando lo que necesitaba.

— ¿Qué es eso?

— ¡Maldición, Drake! ¡Me asustaste! —Grito tocándome el pecho — ¿No tenías que ir a recoger a tus hermanas?

—Sí, aún hay tiempo. ¿Quieres que te lleve a tu casa?

— ¿No sería raro que aparezcas cerca a tu casa, luego tener que ir por tus hermanas para después regresar a tu casa? —pregunto cerrando mi casillero.

—Tienes razón, entonces acompáñame a recoger a mis hermanas, ¿no tienes que trabajar hoy, verdad?

—Drake, ¿qué quieres? —pregunto con seriedad.

— ¿Por qué tan déspota?

—Porque sigo molesta, así que, responde, ¿qué quieres?

—Sólo ser bueno contigo.

—Pues no lo necesito, gracias —lo rodeo y sigo caminando.

— ¡Ross! ¡Ross! —Lo escucho maldecir — ¡Lo siento, ¿bien?! —Me detengo —Tienes razón, debí dejar que fueras tú quien lo mandara al diablo...

—O aceptara la cita —corrijo y volteo a mirarlo.

—O, eso. Lo conozco y sé que no es bueno para ti, no creo que quieras salir con un idiota que sólo piensa en sexo, pero ahora noto que la jodí y que no debo meterme en tus decisiones —da unos pasos acercándose —. Te pido perdón por eso.

—Estoy confiando en ti, Drake, no cometas otro error así.

— ¿Significa eso que estoy perdonado? —Sonríe con burla.

—Idiota.

—Valdrá la pena confiar en mí, Rosalie, créeme —se acerca y comenzamos a caminar juntos —. Bien... Entonces, ¿me dirás qué es ese libro?

—No es un libro, es más un cuaderno —respondo tocando la pasta de éste —. Mi papá me lo regaló hace mucho.

Se lo tiendo y él lo abre para revisarlo.

—Voy a suponer que no es un diario, nunca me darías tu diario.

—Tienes razón —me río.

—Tiene dibujos, y fotografías.

—Mi papá creía en el deseo humano —me da una mirada con la que me dice que no entiende nada —, decía que si tú deseas algo con todas tus fuerzas, podría llegarse a cumplir. Por eso me regaló el cuaderno, dibujo y pego lo que más deseo o quiero. Es más algo infantil.

—No es infantil si te gusta. Tienes muchas fotos de tu familia, aunque... Rompiste una hoja —toca el pedazo rasgado que queda.

—Sí, me equivoqué al poner algo. Realmente no quiero eso en mi vida.




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