Besos de una Historia

Capítulo dieciocho: Oh, navidad.

Estos últimos dos, casi tres meses, habían sido buenos. La abuela dejó de estar sola, mamá está felizmente divorciada, y yo... Bueno, yo conseguí más y buenos amigos de los que pensé. Realmente estaba a gusto a pesar de que llevo poco tiempo aquí.

Y toda esa felicidad se podía notar hoy, 24 de diciembre, en nuestra casa. Mi abuela preparaba dulces y mi madre se encargaba de un pequeño pavo para ser horneado. Las tres teníamos una sonrisa enorme.

—Rossy, ¿puedes botar la basura?

—Estoy de buen humor así que no me quejaré —ingreso a la cocina canturreando un villancico.

—Así que la navidad las tiene demasiado felices y hacendosas —bromea la abuela —. Lástima que todo eso desaparezca mañana.

—Mamá, que dramatismo el tuyo.

Las dejo a ambas discutir y bromear sobre la felicidad navideña, tomo la bolsa y la arrastro hasta la puerta principal. Con una mano la abro y con la otra sigo arrastrando la bolsa. El problema llega cuando tengo que bajar las pequeñas escaleras de la entrada. Me quedo unos segundos pensando en cómo bajarla, luego tomo un respiro y comienzo a tratar de jalar.

Mi teléfono suena, y por el apuro contesto sin ver de quién se trata, mientras sigo tratando de bajar la bolsa pesada.

— ¿Hola?

Parece que necesitas ayuda —dijo la voz desde el otro lado.

—Y tú pareces un acosador —respondo mirando a todos lados para encontrar a Drake —. Ni siquiera te veo, ¿estás escondido?

— ¿Piensas que te acoso?

—Bueno, tú comenzaste con la idea loca del acoso.

Ya aclaramos eso, ninguno es un acosador —suelto una risa.

—Drake, debo colgar, está bolsa es pesada y necesito ambas manos...

Te dije que puedo ayudarte —me reprocha.

Realmente me reprocha como si no aceptar su ayuda fuera algo tremendamente horrible.

—No vas a salir de tu casa ahora —ruedo los ojos.

 ¿Cuánto apuestas a que sí? —miro al frente encontrándome con él parado en su puerta, sonriendo y con una mano en su teléfono.

Camina, cruza la calle y se detiene en frente de mí. Aleja el teléfono de su oreja y cuelga.

—Hola, Ross.

— ¿Drake Jason, por qué estás aquí a vísperas de Navidad?

—No tenía nada que hacer —se encoge de hombros y toma la bolsa de basura de mis manos.

—Espera, yo podía llevar eso —digo caminando junto a él.

— ¿Hasta el bote principal? —Pregunta con diversión —El camión sólo pasará por la vía principal, lo hace en cada día festivo.

—No lo sabía.

Me da una sonrisa de lado, mientras carga la bolsa como si no pesara lo mismo que yo.

Tampoco es que yo pese mucho, claro.

— ¿Irás a la feria?

—No lo sé —respondo —, aún no le pregunto a mamá, ya sabes cómo se pone con eso de que salga.

—Pero estaremos todos, y podría traerte —agrega —, después de todo vivimos al frente.

— ¿En serio? —él asiente — ¡Gracias! Te abrazaría pero mis manos están sucias.

—Pues aleja tus manos de mi ropa nueva —lanza la bolsa dentro del contenedor y caminamos de regreso.

—Pues aleja las tuyas de mi... ropa limpia.

Se pone delante de mí, haciendo que detenga mi paso, y su rostro se acerca al mío vislumbrando la misma sonrisa de siempre.

— ¿Acaso estás pensando que voy a tocarte?

— ¡Por supuesto que no! —Grito —Era una manera de defenderme —lo rodeo y sigo mi camino.

Escucho su risa, luego lo tengo de nuevo al frente, sólo que de un momento a otro, estoy atrapada entre sus brazos.

— ¡Drake, ¿qué...?!

—No te estoy tocando con mis manos, así que no debes quejarte por los microbios y eso.

—Te encanta molestarme, ¿verdad? —mis manos están entre mi pecho y el suyo, pero trato de apegarlo más a mí para no ensuciarlo.

—Sólo a veces.

—Idiota.

Se planta en la acera a una casa de donde vivo. Quiero mantenerme sería para que me suelte pero termino riendo.

—Mi madre y abuela me esperan, Drake, ya suéltame.

—Tengo una curiosidad... —dice de pronto.

— ¿Cuál?

— ¿Pusieron muérdago en la puerta de tu casa? —noto la diversión en su tono de voz.

—Fue idea de la abuela, ya sabes, mitos navideños.

— ¿Entonces no crees que sea bueno besarse bajo muérdago? Muchos lo hacen.

—No dije que no sea bueno, sólo que es un mito y ya.

Con una sonrisa noto su rostro acercarse al mío, con precisión y creo saber qué es lo que quiere hacer. Y no me muevo, porque estoy sorprendida de que yo quiera que Drake me bese. Pero cuando siento su aliento chocando con mis labios, me entra el pánico y busco cualquier excusa para salir de esa situación.




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