Besos de una Historia

Capítulo diecinueve: La feria de año nuevo.

La feria es enorme.

No tenía el tamaño de un parque de diversiones, pero tenía muchos juegos y una que otra atracción de alto riesgo. Simplemente me encantaba.

Busco con la mirada a alguno de mis amigos, eran las diez y treinta de la noche, así que eso significaba que había llegado tarde. No me tardo mucho en arreglarme, pero hoy tenía que trabajar y parece que a las personas les encanta el helado en las vísperas de año nuevo.

—Hola, Rossy.

— ¡Morris! —Grito dándole un abrazo —Perdón, llego tarde...

—No importa, aquí la mayoría llega tarde.

— ¿Sólo tú estás aquí?

—Estoy aquí desde el medio día —encoge de hombros —, mi papá es el alcalde y tengo que ayudarlo.

Me sorprendo, demasiado. Morris nunca había mencionado a su padre en los tres meses que estoy aquí, y ahora ya sé por qué. Se siente raro, porque ahora lo veo diferente, como alguien con un estatus más alto, pero luego recuerdo que es mi amigo y que sigue siendo genial, así que pasamos los siguientes treinta minutos hablando cerca a la entrada para esperar a nuestros amigos.

— ¡Hola! —Jackie da un salto en frente de nosotros y nos abraza —Fui a la casa de Drake, por poco y no nos dejan salir.

— ¿Y dónde está?

Voltea a todos lados.

—Estaba tras de mí hace un momento. No importa. ¿Hablaron con Yannis y Vincent?

—No. Estábamos esperándolos aquí —saca su teléfono —. Intentaré llamarlos, voy a buscar un lugar con menos ruido.

Nosotras asentimos y vemos a Morris desaparecer.

— ¿Dónde crees que se haya metido Drake?

— ¿Por qué? ¿Te preocupa? —me pregunta ella con una sonrisa.

—No, sólo... Todos prometimos estar aquí, y luego desapareció.

—Tal vez sólo se perdió.

— ¿En una feria que ya conocen?

—Buen punto, creo que no le gustó lo que vio —le doy una mirada rara porque no entiendo —... Creo que se está creando una tonta historia en su cabeza mientras los veíamos hablar a ti y a Morris.

—Quieres decir que, ¿está celoso?

—Exacto.

—Bueno, pues no me quiero robar a su mejor amigo... —la risa de Jackie hace que me detenga.

—No está celoso de ti por Morris, está celoso de Morris por ti.

— ¿Qué...?

Sentí mi corazón latir más rápido, como nervios recorrerme, es decir, que Jackie insinuara que le gusto a Drake por supuesto que me ponía nerviosa, sobre todo porque ni siquiera puedo aclarar conmigo misma las cosas con respecto a él. Pero eso no me importaba en ese momento porque acabo de ver algo que no me gusta y que hizo que me quedara parada en medio de toda la feria. Drake estaba caminando junto a una chica, y ella se cuelga de su brazo.

—Bueno, pues yo no lo veo tan celoso como piensas —su prima mira en su dirección.

—No, no es... Es Ella, una chica sin importancia, o sea, estuvo enamorada un tiempo de Drake, pero... —comenzó a hablar rápido.

—No importa —le di una sonrisa —. Allí viene Morris.

—Tenemos que ir por Vincent y Yannis, la mamá de él no lo deja salir si no va alguien en auto. Yannis se está desesperando allí. ¿Vienen?

—Claro —Jackie da un paso hacia él —. ¿Vienes Rossy?

—Me quedaré esperando aquí, así hay más espacio en el auto.

— ¿Segura? —Asiento —Regresamos rápido.

Se fueron corriendo y comienzo a caminar por toda la feria buscando algo en lo que entretenerme. No sé cuántos minutos demoro dándole la vuelta a todo el lugar, pero no lograba ver algún rastro de mis amigos. Suelto un suspiro y decido aprovechar el tiempo jugando algo.

Escojo un puesto de botellas, el punto es lanzar una pelota y derrumbar todas las que puedas para ganarte un premio, así que intentando cerca de tres veces no consigo nada más que tumbar la botella superior.

—Estás lanzando mal —doy un brinco en mi sitio al escuchar su voz —. Perdón, no quería asustarte —dice con una sonrisa.

Drake no debería de estar aquí ahora.

—Bueno, señor soy el mejor en deportes, obviamente no tengo tus habilidades.

Suelta una risa.

—Es por eso que te ayudaré —se pone tras de mí con una mano en mi cintura y la otra cubriendo mi propia mano.

Comienza hablar pero mi cerebro no capta muchas palabras ya que está concentrado en ese punto de mi cintura que mi blusa corta no cubre. Porque su mano está directamente tocando mi piel y me pone nerviosa.

— ¿Estás escuchando, verdad?

—Sí, sí, sí.

—Bien, te ayudaré con las dos primeras y la última lo haces sola —siento mi respiración fallar cuando comienza acariciar mi cintura.

Maldición, ¿no sólo podía dar instrucciones como una persona normal?

Lanzo dos veces la pelota con su ayuda, derrumbando la mayoría de botellas.




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