Besos de una Historia

Capítulo veinte: No sólo un beso de año nuevo.

—Ross, yo...

—No —detengo su palabrería —. ¿Crees que soy una idiota? ¿De verdad piensas que soy tan estúpida para seguir besándote cuando tu cita tal vez esté allá buscándote?

— ¿Qué? Ross no eres una idiota, y no tengo ninguna cita.

— ¡Por favor, Drake! Los vi caminando juntos, y ella realmente parecía muy feliz de estar como garrapata en tu brazo.

—Rosalie, escúchame, no es eso. Dios, sí, estuve caminando con ella, pero nada más. ¿Por qué crees que estoy aquí? Si hubiera sido mi cita no la habría dejado.

—Bueno, no lo sé.

— ¿Realmente crees que podría besarte cuando estoy teniendo una cita con otra chica? —Me pregunta — ¿Por qué demonios te besaría sin que sienta algo?

— ¿Ah sí? ¿Y qué hay del "beso de fiesta"? Porque dudo que sintieras algo en ese momento.

— ¡No lo hacía! ¡Fue algo del momento y luego yo...!

— ¡Estabas teniendo una maldita cita! —Grito insistiendo porque no quiero escuchar una explicación cuando los vi con mis propios ojos.

— ¡No! Además, ¿qué hay de ti? Cuando llegué estás muy bien acompañada de Morris.

—Porque es mi amigo, y no estaba teniendo una cita con él —pasa la mano por su cabello con desesperación.

— ¡Pues no sabía que pensar! ¡Porque cada vez que trataba de acercarme a ti simplemente corrías! ¡Cada estúpida vez que quería besarte ponías un pretexto!

— ¡¿Y eso qué?! —alzo la voz.

— ¡¿Cómo demonios iba a tener el valor suficiente para invitarte a una cita si parecía que no querías nada conmigo?!

Me quedé en silencio.

—Por un momento, cuando los vi hablar a ti y a Morris, pensé que él te gustaba —vuelve a hablar con más calma —. Es decir, se llevan bien y siempre sonríes cuando están juntos, sólo deduje algo tonto. ¿Y sabes algo más tonto? Qué sí, pudo tener una cita con ella, pero no lo fue porque en todo maldito momento estaba pensando en otra chica y además —saca una pulsera de su bolsillo —, fui dos veces a ese juego —señalo el puesto en donde estábamos antes —, quería esa pelota que me regalaste, pero la primera vez tuve a una chica casi rogándome con que le ganara un peluche. Así que lo hice. Se lo regalé y esperé a que se fuera con sus amigas porque realmente no podía seguir con eso. La segunda vez, logré ganar, pero cuando estaba a punto de pedir la pelota, apareció esta pulsera y simplemente pensé en ti. ¿Te das cuenta lo estúpido que fue que alguien me haya tenido que pedir regalarle algo, pero tú, sin que estuvieras presente, hiciste que ganara esto para ti?

Toma mi mano y me coloca la pulsera alrededor de mi muñeca.

—Sé que me gustas, pero no sé si yo te gusto.

Los fuegos artificiales comenzaron a explotar en el cielo, justo en ese preciso momento. Y así me sentía yo por dentro, pero justo en el momento en que quería responderle, los gritos de Jackie interrumpen el momento.

—Estuvimos buscándolos. ¡Ya es año nuevo! —corre y nos da un abrazo a cada uno.

Atrás de ella vienen los demás. Cuando llegan a nosotros todos nos damos un abrazo en conjunto. Luego llega el turno de abrazar a Drake, él da el primer paso y me envuelve en sus brazos.

—Feliz año nuevo, Ross —susurra.

Los seis nos quedamos en la colina viendo los fuegos artificiales, bromeando, Jackie contando que la madre de Vincent es muy sobreprotectora, que Yannis tuvo que casi escapar de la casa de su novio, que se pasaron una luz roja y casi chocan por venir de prisa. Cosa que hubiera terminado mal ya que era el auto del papá de Morris, y claro, ellos habrían terminado heridos.

Luego decidimos seguir en la feria, subirnos a algunas atracciones, comer y ver quién gana más premios en los puestos. No fue tan malo, no tanto, después de todo.

Cerca de las tres de la mañana nos subimos al auto de Drake, quien sería el que llevaría a todos a sus casas, ya que Morris no tenía su auto. Primero dejamos a Vincent y Yannis a la casa de éste, ya que la rubia no quería volver a la casa de Elton, luego dejamos a Morris y al final, Jackie quien por poco se quedaba dormida en el auto.

Nunca la había visto tan calmada.

El problema llega cuando quedamos Drake y yo solos en el auto, el camino de regreso es  totalmente en silencio. Una vez estamos en frente de nuestras casas, me despido con torpeza, bajo y casi corro a mi casa. Encontrando a mamá y la abuela, sentadas mirando películas navideñas.

— ¿Por qué traes esa cara? —pregunta mamá.

—Eh... No es nada, feliz año nuevo.

— ¡Oh, ven aquí, Rossy! —la abuela palmea un lado del sillón para que me siente, doy un paso pero me detengo cuando toco mi bolso. La pelota sigue allí.

Drake. Es la pelota de Drake.

—Regreso en un minuto.

—Pero acabas de llegar, es muy tarde...




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