Besos de una Historia

Capítulo veintidós: Una noticia, un dolor.

Empujamos la puerta de la casa de Drake con nuestros cuerpos haciendo que se cierre con fuerza. Él me apoya contra ésta y sus besos siguen bajando por mi cuello. Se supone que estoy aquí por razones netamente estudiantiles.

—Drake, vine a estudiar no a tener sexo.

—Eres una aguafiestas —me responde en queja burlesca al momento en que vuelve a besarme.

—Tu familia podría venir en cualquier momento, no quiero dar un espectáculo aquí.

—Podríamos ir a mi habitación.

— ¿Tratas de llevarme a la cama, Drake Jason? —empujo su cuerpo con mis manos.

Él me sonríe.

Llevamos siete meses de ser novios, no es mucho, pero considerando que mis relaciones anteriores han sido un asco por cortas, es un buen número. Y realmente lo llevamos bien, ¿quién iba a decir que Drake es un buen novio? No, ¿quién iba a decir que somos buenos juntos?

Intento caminar hasta el sofá pero me detiene, vuelve a besarme haciendo que retroceda y quede entre su cuerpo y la pared.

También era muy intenso, pero me gustaba esa faceta.

—Sabes perfectamente que te quiero, pero no quiero reprobar el examen de historia.

Se queja.

—Podríamos estudiar luego —sus manos bajan a mis caderas y sus labios siguen hasta mi cuello, sin querer suelto un gemido —. Yo digo que realmente podríamos estudiar luego.

Lo empujo tomo mi mochila del suelo y subo las escaleras, cuando llego arriba volteo a mirarlo.

—Prométeme que sí estudiaremos luego.

—Prometido —también toma su mochila y sube corriendo. Llega arriba volviendo a besarme con más intensidad.

Caminamos a ciegas tanteando la puerta de su habitación, entramos y cierra la puerta con su pie. Lanzamos nuestras mochilas a cualquier parte y hace que retroceda hasta que me topo con su cama. Mis manos viajan hasta el dobladillo de su camiseta y ayudo a quitársela, luego estoy tumbada sobre la cama con Drake sobre mí.

Recuerdo la primera vez que tuvimos sexo. Ambos estábamos tan nerviosos que ni siquiera sabíamos cómo sacar nuestras prendas sin ser tan torpes, sin considerar que debíamos ser silenciosos porque estábamos en mi habitación y supuestamente yo estaba sola a punto de dormir. Las escabullidas de Drake a mi casa hicieron que termináramos en esa situación. Al menos sólo una vez... Hasta ahora.

Sus besos van bajando hasta donde mi blusa le deje, es allí que me la quita y sigue besando. Suelto un suspiro. Realmente tengo suerte del novio que tengo, es decir Drake es demasiado guapo, caliente y él es bueno en todo. Realmente todo. Por eso no me sorprende ya cuando quita con rapidez mi sujetador.

Suelto otro gemido, porque su boca llega a mis pechos y sus manos tocan mis piernas debajo de falda.

—En serio, en serio amo cuándo usas faldas —susurra acercando su boca a mi oído. Le sonrió cuando me acercó a su boca y mis manos van viajando por su pecho.

—Podría usarlas más seguido.

—No, porque tendría un gran problema en mi pantalón y en el mejor de los casos, volveríamos a esto más seguido.

Nos quitamos los zapatos con ayuda de nuestros pies, mis manos viajan a la cremallera de su pantalón en el momento en el que quita mi falda. Suelta un gruñido y hace que no quiera perder el tiempo. Nuestras últimas prendas desaparecen y luego sólo somos nosotros dos alcanzando buenos orgasmos.

***

—Pon atención.

—Es difícil si estás sentada sobre mí —deja un beso en mi cuello que me causa risa.

—Bueno, si me dejaras sentarme en otra silla, podrías prestar atención.

—No, estás bien allí.

—No deberían tener la puerta abierta si van a estar uno sobre el otro —dice su hermana ingresando.

Se me hace algo difícil diferenciar a las gemelas, al menos cuando están en silencio, porque apenas hablan sé quién es quién.

—No deberías ingresar por más que la puerta esté abierta —le responde Drake —, al menos no sin tocar.

—Sólo venía a decir que la mamá de Rossy ya llegó.

—Rayos, tengo que irme, mamá tiene esta loca idea de que debemos cocinar juntas para no perder el lazo familiar.

—Tu mamá es agradable —dice Katia.

—Lo sé —tomo mi mochila y me despido de ella con una mano mientras Drake me acompaña —. No necesitas llevarme hasta mi casa.

—Siempre dices lo mismo y siempre termino despidiéndome de ti en la puerta de tu casa.

—No es gracioso —me detengo en la puerta principal —. Quédate y sigue estudiando —me paro de puntas y dejó un beso en sus labios. Toma mi rostro para volver a besarme antes de que me separe por completo —. Nos vemos, Drake.

Salgo de la casa y cruzo la calle, busco las llaves en mi bolsillo pero me sobresalto al escuchar que mi madre y abuela están peleando. Ingreso rápidamente encontrándolas en medio de la sala.

— ¿Qué pasa?

—Nada, Rossy sólo...

—Díselo —le interrumpe mi abuela —. Dile de una vez.

— ¿Que me digas qué, mamá?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.