La puerta se abre y me quedo en blanco, es mucho tiempo, fue mucho tiempo, pero no me importa. Me lanzo a los brazos de papá y él me atrapa casi con la misma intensidad que yo. Aún me cuesta trabajo entender por qué no luchó por su libertad condicional antes, sólo que no me quejo porque ya lo tengo aquí. Lo dejaron salir de prisión a mitad de año y no pude verlo hasta ahora. La abuela y mamá decidieron darle un espacio en la casa mientras no tenía donde quedarse.
—Te extrañé muchísimo.
—Y yo a ti, Rossy —nos separamos y se hace a un lado para que pueda ingresar —. ¿El tonto de tu novio no viene contigo?
Las relaciones a distancia apestan. Sobre todo considerando que yo estoy en la otra punta del país. Pero eso no quita que sabemos cómo mantenernos, hemos tenido algunas peleas que son más difíciles por la distancia, pero después de todo, seguimos juntos. Las videollamadas han hecho mucho por nosotros.
Dos estúpidos años junto al estúpido de Drake Jason.
—Está saludando a su familia —respondo metiendo mi maleta. Drake decidió darme una sorpresa en Mendis, estuvo conmigo dos días antes de tomar un avión y venir a visitar a nuestras familias, sólo hace unos minutos que nos separamos en la puerta.
—Cierto, vive al frente —rueda los ojos.
Mamá sale de la cocina y me da un fuerte abrazo. Está algo despeinada y se nota cansada. Sonrío, porque a pesar de cómo esté, la tomo mejor anímicamente, ya que hace unos meses decidió trabajar y estudiar, ahora quiere ser abogada, y mientras le vaya bien la voy a apoyar.
— ¿La abuela?
—En una clase para ancianas.
— ¡Roberto! —grita mi madre.
—Perdón. En una clase para jóvenes adultos. ¿Tu novio vendrá luego?
Papá quiere hacerse el malo con Drake, en realidad creo que hasta ha practicado las palabras que va a decirle, el problema es que no se ve tan amenazante cómo piensa, y que aunque lo niegue, a papá le agrada el rubio. No porque haya estado un año lejos de aquí, significa que perdí contacto con todos, mucho menos con papá. Sus llamadas son las mejores.
—Ya deja en paz a Drake.
Siendo la víspera de Navidad, decidimos hacer algunas galletas mientras esperamos a la abuela. Me agradaba que mis padres se lleven bien a pesar de su divorcio, me hace pensar que una familia está unida a pesar de las cosas, que somos muy fuertes juntos, que le ganamos la lucha a la injusticia. Cuando la abuela llega, comenzamos con nuestra festividad. El pavo, la ensalada, películas y otras cosas. Al llegar las doce, estoy fuera esperando a que Drake salga y con un beso nos decimos "Feliz navidad".
***
— ¡Oh, Rossy, Rossy, Rossy, te extrañé! —grita Jackie cuando nos encontramos en la feria de año nuevo.
—Yo también —la abrazo con emoción.
—Bueno, si mi prima terminó de quitarme a mi novia, debemos de buscar a los demás.
—Ya celoso —tomo la mano de Drake y comenzamos a caminar buscando a Morris, Yannis y Vincent.
Caminamos unos metros pero nos distraemos al ver un puesto de algodón de azúcar, así que nos detenemos a comprarnos unos, y antes de que Jackie pueda darle un mordisco, su algodón termina en el suelo luego de que Morris pasara un brazo por sus hombros y la asustara.
—Hola Rossy, es lindo verte —sonrío y le doy un abrazo —. Ahora, ¿dónde estarán los otros cerebritos?
—Estaría feliz si estuvieran en algún lugar besándose. Dios, a los pobres les urge una buena sesión de besos.
— ¿A quiénes? —pregunta Vincent llegando con Yannis hasta donde estamos.
Y todos nos quedamos en silencio. ¿En qué momento nos perdimos de algo? Vincent ya no lleva sus gafas, tiene un peinado más relajado y revuelto, y por más que no sea súper musculoso, ya no es tan delgaducho como antes. Sin contar esa aura un poco más... Segura. Creo que después de verlo todos soltamos un "mierda" mental.
—Eso no importa. ¿Qué carajos te pasó? —pregunta Morris.
—Bueno, aquí una rubia me insistió en que debería de "atenderme" y no sólo estar pendiente de las tareas.
—Hice un buen trabajo, lo sé —Yan se toca el pecho con orgullo y le sonríe. Jackie y yo nos miramos con complicidad, obviamente la sonrisa de la rubia esconde mucho que decir.
—Casi muero las primeras semanas.
—Sólo lo llevé a correr todas las mañanas, que exageración.
—Bueno, esos brazos no se sacan por solo correr —dice mi novio y soltamos una risa.
—Puede ser que haya querido entrar a un gimnasio —se sonroja.
—Vamos a la colina.
Todos caminan adelante de nosotros, Drake pasa su brazo por mis hombros y yo lo abrazo mientras seguimos el camino. Tengo que aprovecharlo lo más que pueda, siempre estoy extrañándolo. Y aunque ambos estemos técnicamente al frente del otro por estas semanas, nunca estamos completamente solos.
Bueno, puede que anoche hayamos estado totalmente solos. Pero eso no le hace justicia a casi todo el año universitario que estuvimos lejos.