Besos en verano

tres

El sol se reflejaba sobre las capotas de los autos, brillando, hacia tanto calor que se podría cocinar en la calle.

Miraba como avanzaba el tiempo, sentada, esperando que uno de estos estorbos se moviese. Tonto tráfico.

“Parecen que ha ocurrido un accidente” comenta Susana, inclinando su cuerpo así el frente, estirando su cuello como una jirafa.

Llevamos media hora aquí, y el aire a pesar de estar en su máximo no logra enfriar el interior.

“Sabes ayer, leí un artículo en la misma revista que decía que aumenta la luna llena aumenta la libido” comente

“¿Ahora resulta que somos lobas?”  dice Susana mostrando su blanca sonrisa, mandada a diseñar.

Loba, eso era en lo que me quería convertir y destruir a los idiotas que se aprovechan de las personas buenas.

Me imaginaba a desnuda corriendo, aullando a la luna hasta el amanecer. 

“Anoche estuve con el modelo, y no hay desperdicio.” Dice Susana, sonriendo ampliamente.

“El chico que posaba desnudo” arrugo la frente, recuerdo que ella me comento que le resultaba una persona insegura.

“El mismo, resulta que era su primera sesión desnudo y por eso estaba nervioso.”

Susana siempre ha sido muy coqueta y por tener un alma libre, artística, suele meterse en relaciones interesantes.

Empezamos a movernos, una moto pasa al lado del auto, un policía, que se detiene a mirarnos y sonreír.

Avanzamos lentamente, hasta pasar cerca del accidente un auto rojo esta destruido y las partes tiradas.

“¡Pobre auto!” agrega Susana al ver el desastre, la chatarra en que se había convertido ese hermoso auto que asumo debió ser el orgullo

de su dueño al comprarlo.

Llegamos al centro comercial que estaba poblado de almas, por el calor del día se llenan de prófugos del calor.

La agencia de hotel estaba en el cuarto piso, prefiero siempre usar las escaleras eléctricas para detenerme a escoger los locales que visitaría luego.

“Mira, ese vestido debe ser mío” dice Susana, señalando uno de los escaparates.

“¿Cres que deba comprar unos bikinis para modelarlos en la playa?” le pregunto a Susana.

“Claro, crees que solo te acompaño a reservar la agencia, sé que tiene un sentido raro de la moda. No te preocupes para eso estoy aquí.”

Las personas caminan sobre un suelo que se enciende de colores a pisarlo.

Lo mejor de tener tiempo libre es que se ven las cosas con mejor perspectiva, con el tiempo a pesar de que todo cambia, es más fácil

saber dónde de cometido el error.

Al entrar el promotor me recomendó que era mejor alquilar una cabaña, para tener más intimidad.

Luego de reservar, pasamos de almacén a otro, revisando los modelos. No quería uno que mostrara mucho.

“Es por la celulitis” me pregunta Susana “sabes que las modelos se lo cubren con maquillaje. Ya te he hablado como hacen esas chicas”

Susana me conocía bien, deje de usar ciertas ropas porque a mi ex no le gustaba. Ahora, me siento como una estúpida por dejar que otro me dijera que era lo mejor, como si no tuviera capacidad de decidir como adulta.

 

“Tienes que levantar las manos y arquear la espalda” me grita Susana, al ver que curvo un poco la espalda a probarme el vestido de baño.

Idea errada de la belleza. Esa idea que nos vende en las revistas, si la mayoría conociera los trucos que hacen las modelas para salir

perfectas en las fotos, los litros de químicos de fijador que vuelve su piel irreal.

Luego de compra llegue a casa, y Susana me ayudo con el equipaje, solo era dos horas de viaje hasta la costa.

Todos aquellos comentarios de mi ex, los mando a la mierda, qué saben los chicos del esfuerzo que hacemos.




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