Mi piel blanca como la leche, llena de pecas. Hacia contraste con la diversidad de pieles de la fiesta, todos llevan ropas exóticas, yo solo alcance a un antifaz.
Las chicas tomaban y se besaban en la barra.
La música estaba tan alta que no podía oír. Electro a todo volumen.
En un momento el corazón empezó a golpear mi pecho al ritmo de la música, como me suele pasar cuando estoy en un momento nuevo, nerviosa.
Me parezco a mi madre a pesar de que vive en el extranjero, recuerdo cuando solíamos ir a la playa del trópico cuando era pequeña, jugando con la arena, haciendo castillos.
Después de un rato me empezó a gustar la música, no es la que suelo escuchar, pero, para esto estoy aquí.
Para disfrutar nuevas experiencias.
Lo que quiero decir es que seguía siendo incomoda, pero empezó a gustarme el estado de alerta que me inducia.
La gente estaba toda apretada, los largos muros de cristal con vistas a la bahía. En esta temporada, el sol se pone muy tarde en el pacifico norte, y ahora casi se había ocultado tras el horizonte, manchando aquella cristalina agua de líneas rojas en movimiento.
Pero como están casi borrachos no miran la playa.
Por el viciado olor del aire me daba cuenta de que bebían cerveza.
Las chicas mostraban gran parte de la piel, con ropa bonitas y exóticas.
Un chico me observa desde la barra, me invita un trago. Lo acepto quiero relajarme, y una conversación amena no dañara a nadie.
No suelo aceptar tragos de extrañar, pero, hare una excepción.
Alto, guapo, y viril. Se dirige hacia mi dando pasos amplios como un ganador. Teniendo al mundo en su mano. Espero que no sea un idiota.
Este chico que me sonríe. Me grita al oído que se llama Cameron.
“¡Qué buena esta la noche!” dijo él.
“Y eso que está iniciando.” Respondí.
“¿De vacaciones?” pregunta.
“Algo así, ¿tú?” agrego.
Su familia vive en la isla de norte, tiene cinco años trabajando en bienes raíces puedo oler la cerveza en su aliento, por lo cercano que me habla.
Alguien lo empuja y me pisa el pie derecho.
Está ambientalismo y aceleradísimo, muy pegado a mí, con una gran sonrisa.
“Tengo una casa cerca de aquí, pero, he preferido estar alejado por esta noche en el hotel, para celebrar. Trabajo en bienes raíces y debo desestresarme de vez en cuando.”
Resultará agradable si no hablara solo de sí mismo.
“¿Quiere un trago de ron?” me pregunta.
“No acostumbro a beber ron, no te preocupes, yo lo preparo.” Digo mientras, trato de terminar mi trago.
El me sujeta la mano y me guía. Todo fue es muy rápido. La música esta tan alta que siento estar dentro de una tormenta marina.
Es salvaje. Dentro de este mar de personas, divirtiéndose.
Sus verdes ojos me absorbían me sentí en confianza, entre risas y diversión me relajaba cada vez más.
El bar tender me miraba, sonreía, su cuello se giraba rápidamente cada vez que servia un trago, sus manos ocupadas y la sonrisa que se dibujaba en sus labios me llego a resultar incomoda.
A lo mejor ya estoy ebria, pero, me ida igual son vacaciones. Solo estoy relajándome y pasando un buen rato.
“Helena que nombre más agradable”
Cameron me ha traído a una habitación.
No puedo para de sentirme eufóricas. Mi cabeza me pesa y siento que estallara. Ya no hay música.
Puedo escuchar el mar, la ventana de la habitación está abierta. Tengo miedo de caerme. Me está abrazando muy fuerte me lastima.
Tiene las manos fuertes, se inclina y me empieza a besar.
Mis dedos no reaccionan. ¿Miedo? pero me besa.
Su boca se siente más carnosa y cálida. Sus manos se mueven por todo mi cuerpo.
Mi cuerpo no reacciona no siento si me lastima o me acaricia, no me gusta.
“Quizá po...podemos.”
“Cariño, tranquila. ¡mira cómo me pones!”
No. Me levanta la blusa y me toca los pechos. Su cara despide calor.
<<NO QUIERO ESTO>>
“Creo que no quiero.”
“Vamos. Tú sabes que quiere, te gusta.”
Tengo miedo, aunque me empiezo a sentir mi piel caliente. Siento mi estomago quejarse.
El me tira del pelo, me duele.
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Editado: 14.09.2019