Emma
Llegó a casa, fue un día muy provechoso. Ver a los turistas disfrutar de tu ciudad es algo que siempre me ha gustado, con Ulises discutí de donde podrían venir, a que se dedicaban.
Hace que sea yo en todas mis facetas, no parece molestarle que hable de todo lo que piense ni me mira como un bicho cuando me suelto comiendo helado y divagando hasta lo más mínimo. Al contrario me sabe escuchar y hemos coincidido en muchas cosas. Y es que un error común cuando estudias esta carrera que yo, es que la gente habla y habla sobre ella, olvidándose de que tú también mereces contar algunas cosas, pues de eso va la comunicación que debe ser por amaba partes y muchas veces solo te ven como un desahogo, por ello me agrada la comunicación con Ulises.
Me dirijo a la nevera y para mi mala fortuna no hay helado. Y ya los supermercados están cerrados. Una señal que debo bajar de comer eso.
Tomó un baño y me dirijo a mi habitación a dormir. Estoy agotada, camine bastante, tenía tiempo sin hacerlo.
Me despierto y me quedo en mi cama, mi período ha llegado y me siento muy vulnerable, tengo todos los sentimientos a nada de estallar.
Santiago me llamo hace un rato y aunque me estuvo hablando dulcemente para que no me alterará no hubo cambio. Él siempre se preocupa y es atento a mis necesidades, pero hoy no me aguanto ni yo, jodidas hormonas.
Me visto y bajo a la sala a preparar mis cosas, y en cinco minutos escucho el motor del auto, ya llego. Y aún no sé cómo pedirle que pase por Alina, no sé si quiera y no me siento bien para un No.
—Buenos días—digo cuando me abre la puerta del auto.
—Buenos días, chiquilla —no tengo ganas de nada prácticamente, y dejo que siga con sus cosas.
Arranca el motor y por más que pienso en cómo pedirle el favor no encuentro las palabras.
—¿te sucede algo? Te noto diferente— me pregunta y no sé por qué me tranquiliza eso, es como si lo estuviera esperando. —puedes decirme con confianza.
—todo bien, oye ¿puedes desviarte por una amiga? — pregunto.
—creo que me has tomado de chófer muy enserio, pero si me cuentas que te sucede hago el desvío. —me dice mirándome satisfecho.
—el helado se me terminó y me tiene triste eso— es lo único que sé me ocurre decirle. Me mira como si estuviera buscando algo.
—vaya, yo pensaba que era otra cosa— me mira como si supiera que le mentí, pero no quiero decirle.—indica la dirección de tu amiga en el GPS y si quieres puedes poner música. —me dice algo cortante y ni si quiera sé porque se molesta. O sea, ya se que mi nula comunicación y pésima actitud son detonantes, pero que no lo diga así. «y como va a adivinar que nos pasa, luego mejor ni quejarnos cuando dicen que ni nosotras nos entendemos».
—Sé que no soy la mejor versión de mí hoy, pero dame un momento, no es personal. —le digo, viendo como conduce y como su gesto se ablanda.
—Gracias, por tu sinceridad.
—sé que lo aprecias, solo es que estoy un poco fuera de mí, pero haremos que pase rápido. ¿vale?
—Vale.
Pongo la dirección, pongo música.
—llegamos—mira en la puerta de Alina pero no está así que le aviso que salga.
Alina es rubia ojos claros y con muy buenos atributos así que no dudo que esté conquistador caiga a sus pies.
después de diez minutos aparece mi amiga, tan confiada.
—Hola, gracias por pasar por mí, mucho gusto soy Alina. —le tiende la mano, pero este solo hace un leve movimiento con la cabeza y la mira tan fríamente que siento su desplante hasta yo.
—¿Cómo va todo, si te gusta la ciudad? —insiste en llamar su atención.
—si no me gustara no estaría aquí, ¿así que tú que crees? — le contesta.
—y tiene unos centros nocturnos increíbles, cuando gustes te puedo llevar a alguno.
sí que va al punto ella.
—Gracias por la oferta, pero últimamente tengo poco tiempo para salidas. —contesta sin siquiera mirar.
Y me siento mal por mi amiga ya que a ella parece gustarle y siempre sale con él que le llama la atención. Por eso sin pensarlo dos veces suelto lo siguiente:
—¿Y si vamos el viernes por la noche por un trago los tres? —pregunto con la ansiedad latente.
—¿Tú en un centro nocturno? —pregunta Alina sorprendida. —de cuando acá haces eso. —Ulises me mira aún más extrañado que Alina.
—sí, que tiene de malo. —digo satisfecha. —así que el viernes a las nueve en punto será.
—esa es la Emma dominante, la que no pregunta y solo demanda.— me abraza por detrás mi amiga.
Ulises me mira diferente.
—sé tomar decisiones, Ulises. no soy una niña consentida siempre.
—eso sí, Emma es delicada pero resiste. no por nada se convertirá en la mejor de su profesión, ella ya tiene un lugar asegurado en el mundo laboral y no por chula, sino por lo que esos rizos cubren. —sigue hablando mi amiga.
—Bueno, ya tampoco es para que me hagas un altar, somos estupendas haciendo lo que hacemos, las dos. ¿vale?
—claro Emi.
Llegamos al estacionamiento y Alina no deja de agradecerle por haberla traído, él le dice que no es nada y se retira. Este hombre tiene la atención de cada mujer que se cruza con él y aunque lo quiera negar es muy atractivo, casi puedo decir que es el tipo de hombre en el cual pongo todas mis expectativas a compararlas.
—bueno, creo que con una sola traída tuve para obtener la salida, gracias Emma Linda.
Si que va al punto sin rodeos.
—No pasa nada, solo ayudó a mi amiga. Y tengo ganas de experimentar, ya te había dicho que iba a cambiar algunas cosas.
—Exacto, y que mejor manera que embriagarnos hasta que salgas en una revista popular y a tu madre le reviente la paciencia. Será increíble.
—si soy cuidadosa podemos evitarlo.
Saliendo de clases nos ponemos de acuerdo y ahora iremos a Louvre.
—No estás en París si no se escucha está maravilla—le digo cuando empieza La vie en rose. Me mira por toda la canción y algo se remueve en mí, nunca me ha mirado por tanto tiempo. —olvida que estás con una conocida, esta canción romántica en todas sus letras es un himno para los románticos.
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Editado: 20.01.2025