Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 28

ULISES

Vuelvo a la cabina y veo a todos reír y disfrutar de lo que hablan mientras yo soy un mar de emociones, tenía años sin abrazar a mi hermana y hacerlo me ha causado una satisfacción y una paz conmigo mismo que agradezco a Emma por haberme ayudado a romper esas barreras de demostrar cariño a quienes han estado conmigo siempre, yo también he estado para ellos indirectamente pero lo estoy.

Estoy absorto en mis pensamientos que no siento el aterrizaje.

—hemos llegado damas y caballeros— digo con una sonrisa que no se de donde ha salido. —Ámsterdam nos da la bienvenida.

—sí que Ferreira sabe dar sorpresas— dice el hermano de Emma.

—espero te guste el sitio, preciosa. —digo mirando a mi preciosa señorita. —te tengo una sorpresa en este magnífico sitio y espero alcancen los dos días para divertirnos bien.

—gracias, en verdad mil gracias…— me mira con sus lindos ojos cafés y sus bellos labios rojos entreabiertos.

—¿te he dejado sin palabras? —cuestiono con escarnio.

—como siempre.

—te contaré un pequeño secreto, amo dejarte sin palabras en todos los ámbitos que me lo propongo.

Veo que se sonroja como una niña.

—A nadie ni mucho menos a mi de todos los presentes, me interesa saber en que ámbitos la dejas sin palabras, Ferreira…— dice un muy nervioso Ismael.

—Olvide que seguían aquí ¿acaso no tienen otra cosa que hacer?

Con una sonrisa enorme y mi corazón lleno de ella bajamos a la ciudad que nos espera explorarla, todos juntos.

—el señor perfección debe tener ya un itinerario de lo que se hará.

—acertaste mi querida Paola.

—¿a dónde nos dirigiremos? —vuelve a cuestionar.

No respondo es obvio que le quiero dar la sorpresa a Emma así que solo guardo silencio mientras los demás hablan hasta por los codos, Emma y mi grupo de amigos han hecho un buen vínculo de amistad y eso me agrada a Ismael ya lo conocían.

Esperamos quince minutos cuando llega la camioneta que nos transportara en todo el viaje.

—bueno, quise evitar la fatiga de que alguno tuviera que manejar así que andando…

—Ulises ¿te sientes bien? —cuestiona Saúl

—sí ¿por qué habría de sentirme mal?

—bueno, no dejas que yo pilotee tu avión, contrataste chófer…

—cierto, Ulises anda en modo generoso aprovechemos eso, —Manuel me mira con burla, —quiero un cuarto con jacuzzi y la mejor vista de la ciudad.

—ya tienes a mi hermana ¿y aún pides más? — mi gesto es serio.

—bueno, tú tienes a la mía ¿puedo pedir algo? —comenta Ismael.

—consultalo con mi secretaría.

—que imbécil eres.

—para que preguntas.

Tomo a mi motivo por el que aguanto a toda esta gente, le sonrió como solo ella me hace hacerlo «con amor»

—¿por qué dijeron que eras generoso? — me susurra Emma al oído.

—porque no me gusta tener chófer y en todos los viajes nos turnamos para conducir, hacer de comer y de más cosas que requieran que otros lo hagan por ti. —contesto en un susurro, —cosas básicas que todos ellos no saben hacer.

—en parís tienes chef, mucama, chófer y demás trabajadores

—empleados de mi familia, no míos y cuando puedo yo hago las cosas que ellos hacen a excepción de uno, — la miro y le aparto un mechón de cabello— el chófer lo has usado tú.

Me mira con asombro. —su labor es servirme en toda disposición pero prefiero que ayude en el hotel a que maneje mi auto y bueno en llevarte a ti a la escuela cuando no puedo yo, llevarte el helado cada semana. —se ríe. —así que Emma ayudas a mantener a alguien su trabajo, felicidades.

—¿en verdad?

—si por mi fuera no tuviera trabajo.

—¿eres capaz de dejar a alguien sin empleo?

—no veo porque no, en lo particular si alguien no cumple mis expectativas, no vale la pena retenerlo.

—¿cuándo te vayas a Londres, lo despedirán?

Me encojo de brazos, —no puedo pagar algo que ya no usaré.

—si lo despides…—mira para la ventanilla, «adoro mirar cuando empieza a pensar cada detalle» —¿quién me llevará helado? si no logro irme.

Buena jugada señorita Lascurain, a ella no le negaría nada por eso quiero tener todo a mi alcance principalmente por mi y para brindarle todo a ella.

—bien pensado, tendrás helado cada semana y el chófer tendrá empleo.

Su carcajada de felicidad hace que todos la miren.

*****

Hemos llegado… se de buena fuente que esto es algo que le gusta muchísimo y espero que lo disfrute

—¡CAMPOS DE TULIPANES!— grita Emma emocionada.

Se me deja ir a los brazos como un mono y no para de besarme la cara y el cuello.

La tomo entre mis brazos como si de una niña pequeña se tratará y le devuelvo los besos «me importa un carajo que todos vean la escena» la hago feliz y ella me hace feliz a mí.

Todos se van a caminar y nos dejan a solas.

—amo los tulipanes, en verdad te amo Ulises. —sus ojos se cristalizan.

—ni se te ocurra hacer brotar algo de esos ojos preciosos. —advierto.

Aún aferrada a mi cuello voltea la cara para que no vea como lucha por detener aquello que anhela salir de ella.

—por cierto te amo mil campos de tulipanes más, preciosa chiquilla.

Me dedica de nuevo su mirada y su hermosa sonrisa me lo dice todo.

—bueno, vayamos a disfrutar de estas maravillas que te gustan tanto.

Vemos los molinos y entre tulipanes caminamos, no soy un amante de las flores pero por ella haré lo que sea.

Caminamos juntos por horas y después de tanto romanticismo y silencios gratos volvemos con los demás.

Antes de irnos decidimos tomarnos una foto con todos, de fondo sale un gran molino y estamos rodeados en tulipanes, Ness se cuelga a mi espalda, Emma a la de Ismael, Manuel y Saúl cargan a Paola. Es una foto algo patética pero que demuestra lo feliz que todos estamos.




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