Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 31

ULISES

Estoy volando a México porque mi mejor amigo se casará dentro dos días con mi hermana por ese motivo solamente he decidido que debo ir a pisar mi territorio, si fuera por mí no desearía ir, las fechas decembrinas las pase en Londres; prácticamente desde el treinta de octubre que no salía del reino unido. la razón, no quería ver nada que me recordara que ella fue parte de mi pasado, jodida palabra, porque pasado significa que ya no es, ya no está, se perdió.

—hemos llegado y tú no has quitado la cara de amargado desde que te recogí y mira que han sido horas muy largas.

—ya sé que hemos llegado Saul, —digo molesto— y que cara quieres que ponga si esta es la única que tengo, no empaque las demás.

—que chistoso eres, por cierto ¿Por qué no viniste para diciembre?

—veo que ese tema les importa a todos. —veo los campos de la casa del abuelo.

—y a nadie le has respondido, muy raro en ti no venir para esas épocas.

—toma asiento en la sala y así lo dejaré claro en cuanto lleguemos, en verdad son unos empalagosos.

—hace unos meses te creías abeja y ahora nosotros lo somos.

—lo que paso hace meses ya no importa, vivamos hoy que el ayer ya no cuenta para mañana.

—al menos te quedo lo poeta. —se ríe.

No contesto y solo me enfoco en bajar mis cosas y dirigirme a mi habitación, no hay nadie y eso me gusta. Me meto a duchar y salgo un tiempo después.

Saúl se ha quedado abajo mientras arregla unos asuntos personales.

Cuando decido salir de mi habitación ya están todos reunidos, los ignoro y me dirijo a la cocina en busca de jugo, tengo sed y no hay como un buen jugo natural.

Cuando salgo todos están en silencio hasta que mamá decide hablar.

—hola hijo, ¿cómo has estado? —me mira con tanto anhelo. —Me alegra por fin verte.

—hola a todos, he estado bien mamá.

—nos tenías con gran pendiente, eso de comunicarte solo por mensajes no es del todo creíble, —me dice el abuelo al tiempo en el que se acerca y me abraza. —te extrañe muchacho. — me susurra en el oído.

—bueno, pues ya estoy aquí en perfectas condiciones y muy en el fondo me alegra que todos ustedes también lo estén.

—el pavo en la mesa y todos te esperamos para que festejaras la navidad con nosotros pero no sucedió. —comenta Ness. —Y tú jamás despreciarías un Pavo.

—bueno ya será la próxima navidad.

—¿en no aparecer o en volver a cenar con nosotros?

—Ness, estaba muy ocupado, a parte cené pavo en Londres por lo tanto no lo extrañe.

—no sabes lo que te perdiste por tus grandes ocupaciones que te retuvieron, espero hayan válido la pena.

Ness siempre me reprocha cuando no estoy en las cosas que suponen hacer en familia.

—no sé qué me perdí, pero deberías de agradecerme por estar en la que se supone es la fecha más importante de tu vida. Deja de lado todo aquello, navidades hemos tenido todas juntas, Bodas solo tendrás una si todo sale bien, y aquí estoy.

—Perdón, por hacerte viajar y quitar tu tiempo para que vinieras a mi boda, Gracias, espero que el mundo no se desmorone porque no estás cumpliendo tu trabajo. estás mas pesado e insoportable que antes, no sé porque te aguanto tanto. —se le llenan los ojos de lagrimas, —Si lo preferías hubieras mandando un simple mensaje disculpándote.

—Vanessa, basta por favor. —pone orden la señora que me dio la vida. —No es el momento.

—en fin iré con Saúl a montar, los veo mas tarde a todos. En lo que se les baja el coraje.

me molesta que piense eso de mí, Ness es una de las personas mas importantes de mi vida, pero tiene 24 años conociéndome y sabe que nunca digo de una forma sutil las cosas.

Me dirijo a las caballerizas con Saúl siguiendo mis pasos.

—¿Qué es exactamente lo que me perdí? — seré un genio en todo, pero aún no soy omnipresente y al final del día soy hombre, no entiendo muchas indirectas de las mujeres. Por eso soy honesto, para que no me torturen con estúpidas indirectas.—Todos mencionan que me perdí de algo.

—bueno, no sé si quieras saberlo, — me mira — estás algo molesto, pero…

El maldito móvil le suena y se aparta a contestar.

—buenos días capataz, me puedes arreglar a Orión, por favor.—le digo al hombre que se encarga de los caballos desde que tengo memoria.

—claro señor, en un momento, —se quita de encima lo que estaba haciendo y antes de dirigirse por el caballo, habla de nuevo. —por cierto su novia es muy amable y linda, con todo el respeto, incluso monto un caballo a petición suya.

Cuando estoy a punto de contestar ya no esta.

No quiero que sea lo que estoy pensando «¿estuvo aquí?» pasan los minutos y yo sigo tratando de descifrar lo que pasó.

—mi caballo ya está y el tuyo también ¿nos vamos?

Ignoro a Saul y avanzo sin mirarlo.

—capataz, ¿qué caballo montó ella?

—montó el mismo que montara usted, dijo que era su novia; incluso venía con la señorita Vanessa. —me mira con miedo. —¿hubo un problema con que la dejará? No sabía si negarlo o dejarla, obviamente no me iba a oponer a lo que la señorita Vanessa demandará.

—no hubo ninguno y si vuelve a venir dile que monte a Sirius.

Me monto en un santiamén, tomo las riendas y emprendo el galope sin ver si Saúl viene detrás de mí «¿me perdí de verla?, ¿cuánto duró? ¿A qué vino? ¿La trataron bien?»

—Ulises, espera. —grita Saúl

Hago que el caballo se relentice, —¿quién vino? —pregunto con una ansiedad que nunca había sentido, pese a que mi cabeza solo grita un Nombre.

—ella, —dice limpiando el sudor de su frente. —Emma, paso aquí cuatro días entre esos el día de tu cumpleaños, se fue al siguiente día, pese a que estaba previsto que se quedaría más tiempo, no lo hizo.

—¿y a nadie se le ocurrió decirme?

—pues veo que solo al capataz. —contesta con ironía. —Es tu empleado de confianza. Además no contestabas ninguna llamada.

—¿Qué hacía aquí? —cuestiono algo que me intriga de verdad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.