Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 33

EMMA

han pasado los años y con ello ha mermado el amor hacía él, veo las pocas fotos que tenemos hoy es un día en el cuál lo extraño con todo mi ser, al final de cuentas también soy un ser humano. Tenía tiempo sin recordarlo, pero hoy fui a comer al restaurante del hotel donde se hospedaba, y la memoria vino a mí, busqué las pocas fotos y vi que la vida no pasa en vano ya no me veo como esa joven.

Solo me permito un día así cada año, recordarlo como se debe, alguien me dijo que era como recordar a los muertos, pues no murió, pero se fue. Salgo de mi casa en mi bicicleta a pasear como Marie Curie pero sin su Pierre. Mis audífonos me acompañan y de ellos la música, que bien nos hace la música nos pone alegres, tristes, melancólicos e incluso nos tranquiliza. La música es vida. transmite tanto que es un sedante a todo.

Voy pasando por una cafetería cuando lo veo, el tiempo se relentiza, mi respiración se agita y mi corazón parece querer salir por su propio pie, sin olvidar el sudor frio que brota de mi cuerpo y mis manos tiemblan sin control. Jodido destino.

Se ve tan guapo, lleva un abrigo largo azul rey y debajo un traje completo color gris.

Se ve guapísimo pese a que bajo sus ojos resaltan ojeras, resaltan cansancio, tiene una mirada perdida, no evoca nada, como si su alma estuviera separada de su cuerpo, disociado es el término, su postura poco erguida, como si estuviera demasiado cansado o tuviera dolor de espalda ese que recurrente mente le daba, y esa barba corta pero abultada de Vikingo lo hacen ver un poco mayor de lo que es, pero sigue siendo guapo. Sigue siendo él y en cualquier lado lo identificaría. Probablemente nadie nota lo que yo noto, porque una que otra mujer le voltean a ver con picardía. pero ellas no lo conocen como yo.

Lo reconozco porque mi cuerpo lo conoce tan bien, lo que siento es como la primera vez que supe que él existía, cuando lo vi entrar a mi salón, no era un hombre literario y ya me hacía desearlo, la misma sensación al verlo seguirme aquella mañana después del primer encuentro con sus amigos, aquella emoción después de meses sin verlo cuando lo encontré en la calle embobado con la mujer que tocaba la guitarra, toda sensación es igual, solo que su mirada no tiene nada, solo un par de cuencos vacíos, estoy a nada de acercarme y sentarme frente a él y no decir nada, solo verlo y que me vea.

Pero mis ganas se las lleva el viento al ver a una chica rubia acercarse a su mesa abrazándolo y él aceptando el beso que le da, me confirma que yo debo seguir mi vida. Sonrió , me gustaría pasar a su lado y decirle que me alegro por él, pero sería incómodo para ella.

aunque los años han pasado lo he seguido amando tanto.




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