EMMA
Estoy en mi consultorio escuchando a Frank Sinatra, observo mis diplomas, títulos y demás reconocimientos, veo mi foto de graduación de hace cuatro años y me pregunto cómo pasa todo de una forma tan fugaz. Aún recuerdo mis primeros días, el miedo que tenía por cumplir mis metas, hoy me veo y no puedo lograr no sentir la emoción en mi vientre por que logre más de lo que me había propuesto. Termine la carrera en Clínica y después me especialice en organizacional. Si supiéramos cuánto estrés hay en las personas que laboran más de lo establecido, el mundo sería un poco menos ajetreado.
—señorita Emma, llego el señor Bartolini. —me comunica mi secretaría.
—dile que salgo en unos minutos.
Me pongo a acomodar mis cosas, tengo una conferencia y presento mi tercer libro. Mas aparte después de esto tengo que ir a Londres a ayudar a mi madre y a Alonzo con las pasarelas que se aproximan. Si ya sé; no se mucho de ese mundo, pero esa marca es la herencia que mi madre quiere dejarme, tengo que remojarme un poco aunque sea, además de que ya mi visión de ese mundo ha ido cambiando un poco.
—hola, Emma. ¿lista? —me dice Alonzo.
—andando que se agota el tiempo, tengo todo sincronizado. y siento que me falta tiempo.
Hace un año me reencontré con Alonzo y hemos tratado de salir pero realmente él tiene enfoques muy distintos a los míos y eso no es malo.
Pero yo me divierto aún como universitaria cuando tengo vacaciones y disfruto de la vida día a día, aún no pienso en formalizar una familia y muy en el fondo no lo deseo. En cambio él ya hasta tiene planeado el calzado que sus hijos usarán.
Llego a mi conferencia y me enorgullezco ver la sala llena, es bueno ver que la gente ya no ve la psicología como algo fuera de lo normal, sino todo lo contrario.
Mis padres, Ismael, Ness, Manuel y Alonzo están en primera fila y eso me llena de orgullo. La amistad iba enserio con ella, no perdimos nunca comunicación.
Doy mi conferencia y siento todas las miradas de las personas sobre mí, siempre me ha gustado ser muy curiosa y dejarme llevar por los temas que me gustan me siento en las nubes y me agradezco siempre por no dejarme caer cuando las cosas se pusieron feas, hago lo que me gusta y además me pagan por ello. ¿Qué más quiero? Lo tengo todo, tal y como lo soñé alguna vez.
—estuviste increíble Emma. —me dice Ness. —me encanta como fusionas lo clínico con lo laboral. Hemos seguido algunos de tus consejos y si hemos visto un cambio.
—Gracias por estar, —pongo mi mano sobre su vientre con su permiso. —ya se comienza a notar, ese pequeño bebé. ¿Ya saben que será?
Ness y Manuel esperaron cuatro años para tener un bebé según ellos querían seguir disfrutando de su juventud y sus proyectos.
—solo me hace verme gorda y sensible, aún no se deja ver y tampoco queremos saberlo, querremos que sea sorpresa. —me sonríe. —mamá no pudo venir tenía que ayudar a finalizar unos proyectos que se tiene entre manos, pero me dijo que serias un éxito más y que te espera en México cuando gustes, como siempre.
—sin duda alguna tu madre siempre es un apoyo, agradécele y dile que con gusto me espere en un par de meses…
—Emma, debemos partir con tu madre, nos espera afuera. —dice Alonzo a mi espalda.
—no te entretengo y suerte. —Ness me besa la mejilla, me abraza y se despide de mí. —Te queremos.
Salimos y veo a mi querido hermano, el cuál por su gesto sé que no tolera a Alonzo, al igual que mi padre pero él es mas reservado.
—princesa, eres el éxito encarnado.
—gracias Isma, pero no exageres por favor, aunque lo mismo digo de ti.
Me abraza, tenía meses que no lo veía y ahora nos debemos separar pues él no frecuenta las pasarelas y tiene que regresar a cuidar de los pequeños que ya no son tan pequeños; con ocho años. Si qué pasó el tiempo.
—te veo después, cuídate y no cometas locuras en Londres y si las haces me invitas. Por favor.
—dalo por hecho.
—Emma tiene que cuidar su figura, Ismael. No le des ideas. —comenta Alonzo. —Que después No hay quien la detenga.
—como dicen por ahí, amo las no pedidas opiniones ajenas. — lo mira con un gesto de seriedad absoluta, siempre que puede lo recuerda de manera sutil —nos vemos.
Al llegar a Londres es un tremendo caos la planeación y no tardamos en ponernos manos a la obra, todo va quedando de maravilla con el paso del tiempo. Y caigo en la cuenta que no me llena del todo este mundo, aunque lo intente nada más no.
—Emma, la modelo que saldrá en la revista esta por llegar, puedes ir a recibirla. —me comenta mi madre.
Y me dirijo a mi tarea, espero y espero, reviso mi móvil, respondo correos, respondo mensajes y la chica parece no querer llegar. A los treinta minutos de espera veo que baja de un auto rojo.
Es muy bella, alta, piel blanca, ojos verdes y un cabello rubio lacio increíble.
—lamento la demora, pero mi novio no quería despegarse de mí. — me comenta en un Ingles perfecto.
—no te preocupes. —la miro con una sonrisa instalada en mi rostro. Se ve satisfecha, al menos esa cara servirá de algo en la portada. Alguna vez también yo tenía esas caras tontas después del Orgasmo.
—debes ser Emma Lascurain. —me mira de arriba abajo. —la exitosa hija de Amelia, admiro tanto tu trabajo, tienes razón el estrés mata. Gracias a una entrevista que escuché tuya en casa de mi pareja, voy a terapia.
—la misma y tú supongo que eres Sara Fisher. Eres una muy buena modelo. —No me gusta hablar tanto de mí yo laboral fuera de consultorio.
—la mejor del momento y planeo seguir así ya que mi novio es alguien muy famoso y quiero estar en su talla…
comenta, como si fuésemos grandes amigas, mientras avanzamos. la escucho con atención. Cuando uno está enamorada trata de que todo el mundo la escuche.
—Sara, que bella estás. —le dice Alonzo mientras le besa la mejilla. —tienes un brillo especial hoy.
—increíble querido, lista para hacer brillar más a la señora Parker y por supuesto a mí.
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Editado: 20.01.2025