Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 34

EMMA

 

Estoy en mi consultorio escuchando a Elvis Presley, observo mis diplomas, títulos y demás reconocimientos, veo mi foto de graduación de hace cuatro años y me pregunto cómo pasa todo de una forma tan fugaz. Aún recuerdo mis primeros días, el miedo que tenía por cumplir mis metas, hoy me veo y no puedo lograr no sentir la emoción en mi vientre por que logre más de lo que me había propuesto.
—señorita Emma, llego el señor Bartolini. —me comunica mi secretaría.
—dile que salgo en unos minutos.
Me pongo a acomodar mis cosas, tengo una conferencia y presento mi tercer libro. Mas aparte después de esto tengo que ir a Londres a ayudar a mi madre y a Alonzo con las pasarelas que se aproximan. Si ya sé; no se mucho de ese mundo, pero esa marca es la herencia que mi madre quiere dejarme.
—hola, Emma. ¿lista? —me dice Alonzo.
—andando que se agota el tiempo.

 

Hace un año me reencontré con Alonzo y hemos tratado de salir pero realmente él tiene enfoques muy distintos a los míos y eso no es malo.
Pero yo me divierto aún como universitaria cuando tengo vacaciones y disfruto de la vida día a día, aún no pienso en formalizar una familia y muy en el fondo no lo deseo. En cambio él ya hasta tiene planeado el calzado que sus hijos usarán.

 

Llego a mi conferencia y me enorgullezco ver la sala llena, es bueno ver que la gente ya no ve la psicología como algo malo, sino todo lo contrario.
Mis padres, Ismael, Ness, Manuel y Alonzo están en primera fila y eso me llena de orgullo.
Doy mi conferencia y siento todas las miradas de las personas sobre mí, siempre me ha gustado ser muy curiosa y dejarme llevar por los temas que me gustan me siento en las nubes y me agradezco siempre por no dejarme caer cuando las cosas se pusieron feas, hago lo que me gusta y además me pagan por ello.
—estuviste increíble Emma. —me dice Ness.
—Gracias por estar, —pongo mi mano sobre su vientre con su permiso. —ya se comienza a notar, ese pequeño bebé.
Ness y Manuel esperaron cuatro años para tener un bebé según ellos querían seguir disfrutando de su juventud y sus proyectos.
—sí, solo me hace verme gorda y sensible. —me sonríe. —mamá no pudo venir tenía que ayudar a finalizar unos proyectos que se tiene entre manos, pero me dijo que serias un éxito más y que te espera en México cuando gustes, como siempre.
—sin duda alguna tu madre siempre es un apoyo, agradécele y dile que con gusto me espere un par de meses.
—Emma, debemos partir con tu madre, nos espera afuera. —dice Alonzo a mi espalda.
—no te entretengo y suerte. —Ness me besa la mejilla, me abraza y se despide de mí.
Salimos y veo a mi querido hermano, el cuál por su gesto sé que no tolera a Alonzo, al igual que mi padre pero él es mas reservado.

 

—princesa, eres el éxito encarnado.
—gracias isma, lo mismo digo de ti.
Me abraza, tenía meses que no lo veía y ahora nos debemos separar pues él no frecuenta las pasarelas y tiene que regresar a cuidar de los pequeños que ya no son tan pequeños; con ocho años.
—te veo después, cuídate y no cometas locuras en Londres y si las haces me invitas.
—dalo por hecho.
—Emma tiene que cuidar su figura, Ismael. No le des ideas. —comenta Alonzo.
—como dicen por ahí, amo las no pedidas opiniones ajenas. — lo mira con un gesto de seriedad absoluta. —nos vemos.

 

Al llegar a Londres es un tremendo caos la planeación y no tardamos en ponernos manos a la obra, todo va quedando de maravilla con el paso del tiempo.
—Emma, la modelo que saldrá en la revista esta por llegar, puedes ir a recibirla. —me comenta mi madre.
Y me dirijo a mi tarea, la chica parece no querer llegar. A los treinta minutos de espera veo que baja de un auto rojo.
Es muy bella, alta, piel blanca, ojos verdes jade y un cabello rubio lacio increíble.
—lamento la demora, pero mi novio no quería despegarse de mí. — me comenta en un Ingles perfecto.
—no te preocupes. —la miro con una sonrisa instalada en mi rostro.
—debes ser Emma Lascurain. —me mira de arriba abajo. —la exitosa hija de Amelia.
—la misma y tú supongo que eres Sara Fisher. Eres una muy buena modelo.
—la mejor del momento y planeo seguir así ya que mi novio es alguien muy famoso…—comenta, como si fuésemos grandes amigas.
—Sara, que bella estás. —le dice Alonzo mientras le besa la mejilla.
—increíble querido, lista para hacer brillar más a la señora Parker y por supuesto a mí.

Yo me alejo a resolver otros asuntos y los dejo a ellos platicar.

 

Las horas pasan y todo queda en orden, sara nos apoyara con algunos modelajes y con las fotos para la revista, me insiste en que nos tomemos una ella y yo para que la enseñen en los canales de publicidad, pero realmente me niego, yo soy famosa en otras áreas y la verdad no me satisface salir con ella.
Sara en lo que está modelando no para de hablar de su pareja y esta con un ansia loca esperando al dichoso novio, pero nunca cruza el umbral de la pasarela, para ver a su chica.
Habla de él como si fuera la octava maravilla, debe ser algún actor o político importante ya que no para de decir que es famoso.
Yo por lo tanto veo cómo funciona todo desde atrás, superviso lo que según mi madre es mi herencia por eso es la más feliz en que me case con Alonzo para que el lleve a flote el trabajo, pero mi último pendiente es casarme.

 

*****
Llego a  casa en la madrugada, estoy exhausta y solo me dirijo por fin a mi nevera a comer lo que solo en mi habitación y en mi sola compañía puedo disfrutar, mi adorado helado de vainilla ya que según Alonzo si la gente me ve comiendo en vía pública daré mala impresión y también porque engorda y arruinaría mi figura.
Mas sin embargo es mi único vicio y lo único que me trae cosas agradables al paladar y al recuerdo, lo último ya solo quedo en eso.
Es mi otro momento en el paraíso.
Miro mis retratos y veo mis años en los que he hecho un vuelo estupendo, mi orgullo es inmenso y amo ser quien soy.
Después del helado trato de leer, pero me es imposible así que tomo un cuaderno y una pluma. Dejo salir las ideas sin saber que estoy escribiendo en la hoja, pero pasados los minutos cuando ya se termino el espacio en blanco me permito leer:
Cuando me lograba inspirar en unos ojos hermosos, Que cada que los veía era como sentir la arena en la playa, en una tarde viendo una hermosa puesta de sol.
Esa era la mirada que más amaba, ese perfil intacto que veía día con día y me relajaba tanto…
Esa voz que me lograba estremecer el cuerpo, tan solo escuchando la mas simple de las palabras… era mi inspiración a la antigua, tan solo escuchar ese nombre lograba inspirarme.
Antiguos momentos,
Antiguos versos,
Antigua inspiración.

Doblo el papel y lo meto en mi caja de madera donde guardo mis pensamientos profundos y me voy a la cama dormir.




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