ULISES.
Estoy frente a la chimenea, bebiendo whisky, descansando de un día agotador en todas sus letras. Tengo dolor en la espalda desde hace meses, con nada se me quita, pero he estado posponiendo el ir a un Spa.
Me recuesto sobre mi silla y el retrato que tengo sobre la chimenea me relaja tanto, observo cada detalle del rostro de la que yace en el.
Y así me quedo ensimismado durante unos minutos, cuando llaman a mi puerta.
—señor, la señorita Sara, está en la sala. — me dice la empleada.
—Gracias, en un momento bajo, ya sabes que no debe entrar aquí. — me bebo el contenido del vaso y antes de salir miro de nuevo el retrato, provocando un suspiro.
—tu despacho me da una intriga, que no te imaginas. —se acerca y me da un beso en la mejilla. —debes tener la fórmula de la felicidad absoluta ahí. Siempre sales más relajado de ese sitio.
—en efecto, Fisher. —la tomo de la mano y la acerco a mí. —así que evita entrar si no quieres consumirte en la tristeza ya que esa fórmula solo funciona para mí. —le doy pequeños mordiscos en el cuello.
—vale, no lo haré. Te espere y te espere en la presentación y nunca llegaste. —me reprocha, —Me ilusione, creyendo que irías.
—me entretuve en la junta ese día y los días después me sentía cansado. Sabes cómo soy de exigente.
—¿quieres un masaje? —me pregunta divertida. —No pasa nada, lo entiendo.
Me saco la camisa y me acuesto en el sillón, Fisher da buenos masajes, pero no son las manos que quisiera. No, no la he olvidado, cometí un grandísimo error al dejarla y tarde me di cuenta, porque había más alternativas, siempre las hay.
—¿encargamos algo de cenar? —comenta, dejando varios besos por mi espalda.
—sería un placer, solo deja voy a la habitación a dejar los zapatos y a ponerme algo cómodo.
—te acompaño, — me mira suplicante. —no insistiré en querer dormir en ese lugar, lo prometo.
—buen trato.
Nos dirigimos a mi habitación y el olor a mi perfume sale en segundos.
—tu aroma es tan único, ya debería oler a fragancia de mujer. Le hace falta ese toque.
—es más fácil conseguir un unicornio que eso.
Se dirige a mis repisas y detalla lo que hay en ellas. Con curiosidad, no había entrado aquí.
—desde que te conocí me he preguntado ¿Por qué tienes esos legos y ese caballo en cajas de cristal? Los cuidas demasiado.
—preguntas mucho. —espeto algo molesto, —Sabes que no soy fanático de dar detalles.
—o sea que tienen una historia.
Está a nada de tocarlos cuando mi mano actúa en un impulso y la detiene. Como si tocarlos fueran a contaminar de donde vienen.
—oye…
—ni se te ocurra, fueron un regalo y no quiero que nada los toque.
—¿quién te los dio?
—una persona muy especial, así que limítate en verlos.
—supongo que tu abuelo, ya que me hablas tanto de él.
Cada quien es libre de pensar lo que quiera y yo no le voy a negar eso.
—amo esa foto, te ves muy feliz con tus amigos, si alguien me dijera que el gran Ulises Ferreira estuvo rodeado de tulipanes no lo creería. Odias las flores.
—ese Ulises no existe, por eso esa foto me recuerda quien no debo ser.
—Por eso esta en medio de tu habitación.
—Exacto. —suspiró cansado.
—¿Listo para la gran inauguración?
—Por supuesto. Ya cada vez falta menos. Y ya me quitó este estrés de encima.
—ya quiero conocer a tu familia, por cierto los pases que me diste si los use, invite a la Diseñadora Parker, a su esposo y a su yerno, te llevas muy bien con el Señor Israel e Ismael por eso tome esa decisión.
Lo último me deja sin palabras, pero trato de pensar con madurez.
—que bien, aunque ellos ya tienen invitación exclusiva, hiciste mal uso de tus pases.
—Quería quedar bien con mis jefes, además son unas personas increíbles, aunque la hija es un tanto altiva y se cree demasiado.
—tiene motivos para hacerlo, me imagino. —respondo tajante.
—no me agrado, no quiso tomarse una foto conmigo y no quiso ayudarme a esperarte.
—no es al gusto de todos y ya viste que tú tampoco. —levanto los brazos, cuando me quito el suéter, —me imagino que no sabía de qué guaperas hablabas, tal vez hubiera cambiado de opinión. —lo ultimo lo digo con otro sentido.
—no importa ya, tienes razón, la mujer tiene motivos para creerse.
Me dirijo al vestidor y el hecho de hablar de ella sin mencionarla remueve algo en mí, decido llamar al chofer y que ella este lejos de mí. No quiero estar pensando en otra y teniendo aquí a otra, últimamente pienso más en ella.
—te llame al chofer para que te lleve a tu casa, saldré a un mandado y no sé a que hora volveré.
—te veo en unos días. —me besa con fervor. —ya quiero ver esa creación que has escondido de todos.
—por eso es sorpresa.
Cuando se va me tiro en la cama y una fiel botella de whisky me acompaña, suspiro tras suspiro, haber si no muero de tristeza, cierro los ojos y siento como se inundan de la nada, esta mas que claro de quién sacrifique la felicidad.
Las horas se van como el alcohol a mi sistema y no sé cómo pero logro llegar a mi despacho, veo el retrato y mis ojos no dudan en hacerme la jugada más vil y atroz…
Se cristalizan y empiezan a salir ríos, lagunas y mares, después de ella tarde un año sin estar con nadie más, nadie me convencía nadie me llenaba, nadie era nada ante mi.
Me dejo caer al piso como el niño que le han arrebatado su juguete predilecto.
La bocina sigue reproduciendo música de José José:
Cariño
Si tú supieras lo que sufro por no verte
Por esa forma que yo tengo de quererte
Por entregarme locamente y sin medida
Cariño
Paso las horas esperando que me llames
Que necesitas de mi amor y lo reclames
Para llevártelo corriendo donde quieras…
Muy en el fondo se porque estoy así, soy un maldito espectro, fuera de estas cuatro paredes soy un hombre que no siente ni la más mínima emoción y solo siento a mi fiel amiga soledad. Pero dentro de estas cuatro paredes me desbordo en felicidad, tristeza, enojo. Porque sí, con ella sentía la gloria, estaba enamorado. La busqué, después de la boda de Vanessa fui a Londres y la busqué, pero dijo que no quería hablar conmigo, no ella, mandó a alguien a decirlo, estuve meses enviando cartas y flores, pero no acepto nada, lo entiendo la forma en que la dejé daba para eso y más. Trate de buscarla, pero poco la encontré, hasta que la madre me dijo que dejará de insistir, que ya esa era una respuesta de su parte. Y jamás quise involucrar a Ismael.
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Editado: 20.01.2025