Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 37

ISMAEL

Llego a la casa de Ulises, para quedar de acuerdo con lo de la inauguración, la asistenta me deja entrar y me pongo en busca de lo que vine a ver.

Ya recorrí media casa y en ningún lado esta, me dirijo a su despacho, cuando llego a la puerta escucho el llanto que lo desgarra.

Nunca lo he visto llorar y mucho menos le gustara a él que alguien ajeno lo vea.

Me quedo donde estoy hasta que el llanto deja de escucharse y es ahí cuando me permito entrar.

Lo veo en el piso de rodillas, hay vidrios por todos lados y una de sus manos sangra.

No puedo burlarme de su dolor o ser antipático.

Lo tomo de los brazos y le hago presión para que se levante del piso, hace caso después de maldecir en todos los idiomas que sabe. Trata de golpearme, la furia que hay en su mirada es palpable.

—suelta me....—arrastra las palabras y trata de mantenerse en su propio equilibrio. —déjame hundirme en mi miseria y lárgate no ocupo tus cuidados.

—tranquilo, vamos a lavarte esa herida.

—ahora resulta que eres enfermera...— se burla y me avienta, admito que su fuerza es descomunal.

—sí y soy la tuya, andando.

—no quiero que me curen esta mierda. —dice, clavando los dedos en la herida. —esto no es nada, soporto peores pesares que una mano herida.

—tus diseños y trabajo los haces con esa mierda, así que vamos deja de ser un gruñón.

—¡lo que duele esta aquí! —grita, golpeándose el pecho. — y duele que hasta quema, ¿hay cura? no, joder no la hay.—intenta volverse a desvanecerse, pero lo agarro en el intento. —ya no lo soporto Ismael, no soporto pensar en el rostro que dejé aquél lunes lleno de culpa cuando ella no hizo nada, más que amarme y entregarme todo lo que guardaba para alguien especial, fui una basura con ella por eso merezco todo lo que me ha pasado, vivir infeliz. La rompí yo sé que la rompí, había formas y yo como un puto monstruo la destruí.

No puedo ver a alguien que me ha apoyado siempre que ha podido, el cual es un hijo de puta pero también es un puto dios cuando los demás lo requieren. Lo tomo y lo abrazo como al ser humano que es.

—¡no me tengas lastima, no soy un puto perro! —brama y trata de soltarse de mi agarre.

—siempre me lo dije, siempre me lo jure y vino ella con su maldita inteligencia y preciosura y me hizo trizas el maldito mundo. —su voz tiembla de coraje. —no puedo dejar de amarla, me quisiera arrancar el maldito recuerdo. Verla en sus conferencias tan feliz me alegra tanto; que por ella conquisto el maldito mundo si me lo pide.

—¿haz ido a verla? —cuestionó con mucho asombro.

—cada que puedo, su felicidad es mi felicidad. —se le dibuja una sonrisa. —solo un idiota deja de ver al amor de su vida por tanto tiempo...

—ya la verás en la inauguración, yo mismo me encargue de llevar la invitación.

—por eso mismo tengo que sacarla de mi sistema, no quiero causarle un mal a su vida y como ella me supero quiero que me vea así también. soy una puta basura, mírame no queda nada de mí.

ninguno se ha superado.

—oye, no te ofendas, Eres Ulises Ferreira.

—Cuándo realmente eres un maldito, te destruyes también a ti mismo, yo destruí dignidades ajenas y ahora destruyo la propia. 

—Oye, en ese tiempo no estabas enamorado, no es que se te perdone; pero al menos ya sabes lo que duele romperse.

—alguna puta vez te tiene que pasar en la vida ¿No es así cómo funciona? —se limpia bruscamente las lágrimas —sí, así funciona el amor y la empatía. si no lo vives no puedes opinar.

Después de tranquilizarlo,  lo llevo a su habitación y lo dejo dormir.

Cuando cruzo la puerta de la calle, olvido lo que vi dentro y lo que mis oídos escucharon, yo estuve con el mismo maldito orgulloso y ególatra que mira a todos sin emoción y que sus ojos nunca han llorado frente a nadie.

sé lo que un amor puede llegar a causar, y Ulises cuando ama, ama de verdad. lo dice alguien que ha conocido lo peor del amor.

 

 




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