Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 42

ULISES.

 

Regreso a la casa y veo a Fisher comiendo palomitas de maíz mientras ve una película. Si señores es modelo y una vez por mes disfruta de los manjares que la vida le ofrece, y bueno ejercicio exagerado todos los días le ayudan con su escultural cuerpo.
—te apetece verla conmigo. —dice, mirando la pantalla.
—Tengo trabajo que hacer, mírala y disfrútala.
—vale, te veo en un rato. — me manda un beso.
camino a mi habitación y su fragancia sale haciendo una diferencia con la mía. Me dirijo al armario y me deshago del traje.

 

Me acuesto entre mis sábanas y su aroma inunda mis fosas nasales. Me quisiera quedar aquí, quisiera que ella estuviera entre estas sábanas conmigo entre mis brazos y hacerla mía de todas las formas posibles.
Saber que dormiré como lo hice anoche, seguro de que ella estaba a salvo y que lo que quisiera con solo pedirlo lo tendría.
Anoche dormí como tenía años que no lo hacía, feliz y con la certeza de que ella estaría al despertar. Pero esa paz se esfumó con ella y solo queda el recuerdo de que estuvo aquí.
Antes de que mis emociones me tomen por sorpresa, salgo de mi habitación y me dirijo a mi despacho donde puedo liberarme sin que nadie me vea o me escuche.

 

Tomó una botella de vodka y comienzo a beber el líquido que será mi dopamina mientras miro el cuadro donde yace mi adoración, mi ilusión y mi verdadero amor Emma.
Esta en mi lugar favorito del mundo, el ser humano vive de recuerdos, momentos y espero que si la vida no me da más momentos con ella, no me quite el recuerdo de los que ya tuve ya que esos me hacen despertar cada día y logre esbozar sonrisas apagadas a la vida.
Me mantienen feliz en mis recuerdos, vivo de estos.

 

El líquido comienza a surtir efecto y me encuentro en el estado que quisiera que me diera amnesia a corto plazo pero no sucede y las emociones y sentimientos se avecinan.
«Porque la volví a dejar ir» «porque no fui egoísta y la retuve» «porque me empeño en creer que es feliz con ese pedazo de imbécil»
Dicen que los hombres no deben llorar.
Y yo ante el mundo soy un hombre que no tiende a demostrar lo que siente, pero ya en mi soledad solo soy un hombre al que le arrebataron lo que más ama y lo arrojaron al vacío, despojando lo del amor.

 

Las lágrimas recorren mis mejillas, y empiezo un mar interminable, me veo en el espejo y comprendo que un hombre llorando no es débil, es un hombre sacando sus pesares. El corazón me llora, siento que me voy a morir de tristeza, pero solo es una agonía interminable.
Y los que eran mis más felices recuerdos hace unas horas, ahora son los más tristes recuerdos que solo desatan más mis lágrimas, pensar en que iré a mi cama y volveré a estar solo como siempre, y no; no es que me sienta solo, porque no es así, es el hecho de que no estará ella para hacerme reír o contemplar me con esos ojos avellana.

 

Le permití mucho, le permití que sus semillas echaran brotes y ahora mi corazón es un maldito bosque de ella, y quisiera desear que ella se acuerde de mí como yo de ella y viniera y habláramos de ello, así como lo hacemos con todos los demás temas.
Mis ojos dejan de arrojar el líquido y no es porque no quieran sino porque ya están secos.

 

No sé en que momento me quede dormido, pero veo la hora y son las 6 de la tarde, la sed se hace presente al igual que el dolor de cabeza y ojos.
Tomo un jugo de la nevera y me lo bebo en segundos.
El efecto está bajando, me dispongo a salir de esta agonía y continuar con mi vida.
Cuando salgo no veo a nadie y agradezco internamente por ello.
Entro a mi habitación e ignoro la cama que me llama para seguir con mi sueño, pero prefiero ir directo a la ducha dónde tardo un largo tiempo.
Me pongo mi pijama y salgo a la cocina.

 

—La señorita sara salió a comprar comida. No debe de tardar ya —me dice Evelyn.
—Perfecto, estaré en mi habitación, cuando llegue le dices que me marque por favor.
Me encierro y mis ojos se vuelven a cerrar.
Estoy entrando en un sueño cuando llaman a mi puerta y veo a Fisher en el umbral.
—Traje comida Tailandesa, baja antes de que se enfríe. —dice orgullosa de su elección.
Salgo y nos dirigimos al comedor a degustar la comida de su preferencia.
—¿Qué hiciste hoy en el trabajo?— me cuestiona.
—planos y juntas sobre los proyectos que se avecinan. ¿Y tú?
—pues estuve modelando toda la mañana, una sesión de fotos muy agotadas...
Sigue hablando sobre su trabajo y no es que no me importe sino que no entiendo muchas cosas de las que habla por más que le ponga atención.
En ese momento mi móvil suena tratándose de Ismael.

 

—¿dime? —contesto.
—¿estás ocupado?
—algo así, ¿Qué ocurre? —preguntó alarmado.
—Emma, cuando llegue no estaba en casa y no me responde el maldito teléfono. —dice en tono bastante preocupado. —y está aquí porque dejó su mochila con sus cosas, la niñera dice que solo entró las dejó y se fue.
Escuchar eso me hiela la maldita sangre, a ella no le gusta Londres y no conoce mucho.
Ya han pasado mas de 6 horas de eso y es preocupante si a Ismael no le contesta.
—sé que ya no es una niña, pero siempre avisa lo que hará. —espeta.
—estoy algo ocupado, si en media hora no se comunica llámame y voy para allá. —es la forma de decirle que me espere en lo que despido a Fisher.
Cuelgo la llamada y sigo comiendo automáticamente, mientras mi cabeza es un maldito lío.
—¿Quién era?  estás  pálido.—me pregunta con preocupación.
—Ismael qué quiere que lo ayude con algo—le comentó. — mientras hago eso te vas a tu departamento y si me desocupo antes voy para allá y me quedo contigo, ¿Qué dices?
—claro, Ismael es un buen tipo. —me da un beso en la mejilla. —y si no puedes hoy, te veo para desayunar, ve a vestirte.




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