Besos Sabor A Vainilla

CAPÍTULO 50

EMMA.

 

Ha pasado un largo mes desde que vi a Ulises, sus palabras me dejaron pensando y es por ello que después de darme mi punto de vista profesional y hablarlo con Alina he llegado al cierre de todo este asunto, tomare una decisión de la cuál probablemente me arrepienta. O ¿no?

 

Estoy en la sala de la casa de mis padres, he reunido a toda mi familia, pero como siempre mi madre tarda un poco y es que es a ella a la que deseo en primera fila.
Después de media hora de espera y de mirar como el ambiente es tenso y que no pretendo modificarlo, ya que no serviría de nada.

 

—Bien, de que nos quieres hablar, hermanita.
Ismael como siempre desesperado por saber las cosas y sé que nada lo hará más feliz qué lo que diré a continuación. Los demás me miran atentos. Me pongo de pie, bebo de mi copa y exhalo.

—Gracias por tomarse la molestia de asistir a esta conferencia privada, donde no acepto opiniones ajenas a lo que viene a continuación, cabe mencionar que lo que diré ya ha sido previamente consultado, así que evitemos la pena de que diga que no, a sus objeciones.
—¿Emma vas a exponer o qué? —mi hermano es tan entrometido. —introducción y todo, me gusta.
Lo miro y niego.
—Mamá, papá, pero sobre todo a ti mamá; te informo que he roto el compromiso con Alonzo…

 

Alonzo mira a mi madre, pidiendo ayuda, como no si se le va su mina de oro.
mi madre respira con pesar, mi padre deja salir esa sonrisa que tanto adoro y mi hermano aplaude como un loco.
—Hermanita, que entretenida esta tu exposición. Eres mi ídolo…
—¡Quieres callarte! —la voz de mi madre resuena por todo el salón — Emma, deja de pensar con el corazón y compórtate como la profesional que eres y maneja esas emociones que no te han traído nada bueno. Tantos años de estudio y sigues enamorada de un Arquitecto que te supero en cuánto se fue, te dejo ya ¡Supéralo!
—Precisamente mamá, me comporto como la profesional que soy y te pongo un límite en meterte con mi vida, te permití demasiado porqué sí; eres una mujer a la cuál admiro por todo lo que has logrado. Pero no pretendo seguir tus consejos y vivir infeliz, algo que tú nunca vas a comprender porque a pesar de todo lo exigente que has sido la vida te ha premiado con un gran hombre, un hombre que no te puso limites nunca; aunque en miles de veces no ha compartido tus opiniones, y se ve reflejado, tan solo en el hecho de que no te exigió quitarte tu apellido aun siendo el de él igual de pesado que el tuyo, ambos llevan religiones distintas y demás costumbres y supieron sobrellevarlas porque les importo más su amor que lo que la gente opinaba…
—No es lo mismo, hija…
—No, porque es su vida y ustedes han decidido como sobrellevarlo y yo hago lo mismo con mi vida…
—eres una gran psicóloga cariño, piensa…
—Aquí no se trata de que profesión tengo, se trata de que también soy un ser humano que tiene emociones y sentimientos y que en miles de ocasiones estallo, lloro, me estreso, me da ansiedad y todo lo que conlleva ser una persona… no puedo ser perfecta solo porque soy “psicóloga” que en mi trabajo sepa orientar y apoyar a las personas es diferente y no me hace una profesional mala. Pídele a un doctor que no se enferme, es imposible y aquí te hablo como una simple persona, como tu hija y no porque quiera tu aprobación. —siento esa paz que había estado evitando.

 

Mi padre me mira, asiente y después rompe el silencio que se generó.
—Amelia, ya ha sido suficiente, Emma es lo bastante mayor e independiente para decidir si se casa con el sastre, si se casa con el panadero o se va y busca al Arquitecto. Son sus decisiones y está bien que como madre te preocupes y cuestiones que es lo que tú crees mejor para ella,  siendo sinceros Emma siempre ha tenido en claro que es lo que desea, —me dirige su mirada, — si me puedes contestar hija ¿por qué aceptaste la propuesta de Alonzo?
—decisiones que la gente toma en momentos equivocados, así como él lo hizo al pedirlo, intentamos llevarnos bien… —suspiro — pero está claro que ambos queremos cosas muy distintas.
—Todo ha sido una fachada, que hemos pintado como una pareja estable cuando en realidad ella y yo a penas si nos hemos besado. Por mi parte he aceptado su decisión.
Alonzo se pone de pie, se despide y sale de la casa.

 

Me siento libre.
—princesa, te repito eres mi ídolo y ve por ese Arquitecto, que sé que te espera con los brazos abiertos, siempre lo ha hecho. —me guiña el ojo. —muy buena Reunión familiar, pero tengo que ir a comprar unas cosas, nos vemos después. Y madre no te angusties. —besa su mejilla y se va.
Sé que después de que Marisa dejará a Ismael con dos niños, mamá intento hacer de todo para que no volviera a ocurrir, no la juzgo, una madre preocupada no deja de serlo, así tengas cien años.
—Emma, hija. Te amo y quiero lo mejor para ti, ese día cuando hable con él estaba tan guapo tiene estilo el hombre…
No sé de qué habla, pero la escucho, merece que la escuche.
—En verdad, entendí porque te tenía tan convencida, era elocuente y su voz tiene presencia, modales que no hacía falta detallar, lo había visto en compañía de Isma. Pero ese día le preste más atención, hablamos de todo, pero cuando toque el tema de que te querías ir con él a Londres hizo un gesto duro… — evoca el recuerdo. — y negó, dijo que él no quería que te fueras de la ciudad que en ese momento amabas tanto, Londres para ti siempre ha sido ajetreada y que él no quería cambiar tus decisiones.

 

Me mira con pena.
—Yo, yo siempre te he visto tan independiente, luchar por lo que tú querías y que merecías todo de la vida, que cuando él negó tu compañía hirió mi orgullo. Admito que quería que él se quedará contigo aquí, sé lo propuse, pero volvió a negar y dijo que no podía poner todos sus sueños a la borda por un amor que no sabía si iba a durar…
—tenía razón ¿No crees? —Ulises es un hombre que todo lo que tiene es porque así lo ha deseado, un hombre que sabe todas las consecuencias de los actos que realiza.




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