Blackness

Uno

— ¿Te importaría caminar más despacio, Cam? A esta velocidad llegaremos de primeros a la clase antes de que llegue el profesor —me reprochó Xander, mi hermano, desde mi espalda.

— Si tanto te incomoda mi velocidad al caminar, no debiste acompañarme —rodé los ojos.

— Sé que estás rodando los ojos. ¿Qué diría Ariana en esta situación?

Ariana. Mi hermana menor.

— Ella no diría nada porque no le interesaría ni se quejaría tanto de cómo camino.

— Cállate.

Llegamos al aula mucho antes de que el profesor llegara, sólo estaban cinco personas ahí. No me importo, así que me senté en mi lugar habitual, al final del salón junto con mi hermano.

— ¿Ves?, te lo dije, llegamos demasiado temprano, aún faltan diez minutos para comenzar —tumbó sus cuadernos en la mesa—. Aún no me sé las fórmulas de física, ¿por qué rayos tenía que acompañarte?

A esta hora de la mañana nos tocaba física. Yo rara vez coincidida en clases con mis hermanos, pero esta era una de esas veces. Xander y yo tenemos física, educación física e historia inglesa, mientras que Ariana y yo coincidíamos en poesía española, biología y también en educación física.

— Tú te ofreciste, Xander. Deja de quejarte.

— Aun no entiendo porque lo hice —siguió quejándose.

— Tan sólo siéntate y repasa tus estúpidas formulas —volví a rodar los ojos.

— Oh por Dios, te vas a quedar sin ojos de tanto voltearlos.

— ¿Te preocupa que me quede sin ojos hermanito?

— Ya quisieras.

Sonreí mientras que veía entrar a más personas al salón.

— Hoy estas de un humor no tan espantoso a como lo tienes cada día, ¿a qué se debe el cambio?

No logré responder ya que entró el profesor, el señor Scott. Siguió de largo hacia su escritorio no sin antes darme una mirada asesina ya que tenía los pies montados en la mesa, cosa que era normal en mí.

— Tan puntual como siempre señor Ashford, pero le agradecería que por favor bajara los pies de la mesa, si no es mucha molestia.

Corrijo. El inútil profesor de física.

— ¿Y si es una molestia que sucedería?

Sólo baja los pies de la mesa Cam, no empieces —dijo Xander en mi cabeza.

Le di una mirada de “no te metas, no es tu problema” y seguí desafiando al profesor.

— Pues creo que esa molestia se solucionaría con una visita a la dirección, ¿no le parece?

— No creo que eso sea necesario profesor, mi hermano sólo se levantó de mal genio hoy, no se repetirá —interrumpió mi hermano.

— No hace falta que lo defienda Xander, su hermano es lo bastante mayor para entender las consecuencias de sus actos, pero esta se la dejaré pasar porque la verdad no estoy de humor para hablar con el director por quinta vez consecutiva sobre el comportamiento de su hermano —le dio una mirada significativa a mi hermano.

— Gracias profesor —agradeció. Idiota.

— Que no se repita. En serio.

— Sí señor.

De verdad, me debes una gigante —declaró él en mi mente.

Le regale una mirada de “no me interesa” y me puse a rayar la parte exterior de mi cuaderno.

— Bien. Bueno clase, hoy seguiremos con la práctica del jueves pasado, ¿alguien me dice de qué se trataba?

❄❄❄❄❄

 

Estábamos en la sala común del internado, en la última mesa donde la gente no escuchaba nada de lo que estábamos hablando. Aunque, nunca se nos acercaban, en realidad. Éramos los extraños aquí. Siempre lo éramos. Bueno, solamente a mí no se acercaban, tengo la popularidad de ser condenadamente arrogante e imbécil según lo que me había dicho Xander.

— ¿De nuevo a esto, Cam? —Empezó Ariana—. ¿Es que acaso no te cansas de tantos regaños?

— No, Ariana. La verdad es que eso es lo que alegra mi día en esta mierda a la que llamas internado.



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En el texto hay: angelescaidos, dioses, angelescaidos romance

Editado: 15.07.2018

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