"No importa lo bien que ha estado tu día, ¿está eso necesariamente ligado a tu felicidad? La verdad es que tu vida cotidiana, con sus trivialidades, probablemente esté ligada a tu verdadera felicidad."
-Kim JongHyun.
Los cálidos rayos de sol me dieron la bienvenida a la tibia mañana, y mientras me estiraba ligeramente sintiendo la suave sabana deslizarse miré a mi alrededor. Todo estaba tan iluminado ya, que tarde era. Había pintado de amarillo las paredes de mi habitación y justo ahora pude notar que no había sido mi mejor idea. Me metí de nuevo entre las sabanas, esta iba a ser un sábado muy largo.
El día se sentía muy sofocante: poco a poco la temperatura se iba elevando, y, más allá del ruido del tráfico matutino, el silencio era ensordecedor. El escenario perfecto para evadir mis responsabilidades y procrastinar hasta el cansancio.
Sopesé mis opciones: Podía quedarme todo el día en la cama cuestionado mi falta de raciocinio; podía salir y hacer algo productivo con mi vida; o bien, podía dedicar todo el día para mí. Una cita conmigo mismo, no suena mal, ¿verdad?
La música de ritmo fácil que el vecino tenia a un volumen interesante me dio los ánimos para salir de mi cama. Me puse el vestido que me había regalado mi abuela, según ella para que me consiguiera novio. Puse un tutorial de YouTube para poder hacerme un peinado y maquillaje a la medida. Fui a la cocina llena de platos sucios y me preparé una limonada rosa, ya tendría tiempo después para poner un poco de orden. Y salí a la terraza.
El sol estaba en lo alto dejándose ver por entre unas nubes de cuento, y una suave briza me levantó ligeramente el faldón del vestido. A pesar de que la terraza era una suerte de espacio cuadrangular en mi techo, repleto de algunas macetas con plantas clamando agua y juguetes del perro de mi madre, era un lugar que usaba cuando necesitaba respirar. La vida adulta, aunque rutinaria, podía ser muy asfixiante. Me senté en un sofá destartalado que tenía ahí a sorberme mi limonada.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que me encontraba sola con mis pensamientos? Siempre trato de evitarlos, mi mente a veces se pone peligrosa. Sé que no es bueno mirar a otro lado e ignorar lo que sucede en mi interior, pero es más fácil. Solo dejar que el tiempo transcurra mientras yo me detengo. Es hasta divertido como de repente me doy cuenta de todo lo que ha sucedido a mi alrededor, de todo lo que me he perdido por no prestar atención. Un mecanismo de defensa me gusta llamarlo. Pero, ¿contra qué? Vaya, otra vez los pensamientos comenzaban a adueñarse de mí. ¿Debería dejarlos? ¿O tal vez...?
El vecino que vivía en la casa de enfrente tenía un excelente gusto musical, no sabía de quién era la canción, pero sin quererlo me encontraba bailando sola en el techo de mi casa. Un baile suave, como disfrutando del verano. El sonido del bajo y la suave melodía de las voces eran suficientes para transportarme a otro lugar. Tal vez sea patético. Tener una cita conmigo misma, arreglarme para mí, bailar para mí, disfrutar para mí. No me importa. Aquel que no disfruta de su propia compañía no me parece humano. Porque, ¿qué es más humano que la soledad?
Era un sábado precioso. ¿Qué más podía hacer hoy? ¿Ir de compras? ¿Darme un baño de burbujas? ¿Comer algo delicioso? Hablar con el vecino no sonaba mal, quién sabe, hasta puede ser el inicio de otra historia.
Había olvidado lo bien que se siente darse un respiro, es como rebelarte. Universo, hoy me salí con la mía, mañana volverá el zombie que esta sociedad ha creado.
Es gracioso como es que en tiempos difíciles no pensamos en las situaciones de nuestra vida que consideramos "importantes", sino en aquella conversación sin sentido bajo los árboles que tuviste con tus amigos el día que decidiste dejar la carrera, o aquella caminata que diste con tu madre una mañana preciosa de abril.
Al final, las pequeñas cosas de la vida son las que más impactan tu vida. Como disfrutar de un sábado con la compañía del verano que ya estaba por irse.