ALICE
Mi madre jamás confió en mi padre, aunque eran unidos como un buen matrimonio, ella siempre me dijo que en el único que puedes confiar es en ti mismo, entregar tu confianza a alguien, es como entregarle el arma con el que te puede asesinar.
Yo sinceramente pensaba lo contrario, pero algo en mi interior me decía que debía seguir su consejo en cuanto a Mikael, si no quería que el juzgara lo que hacia de ayudar a Joseph era mejor que no lo supiera, así que cada que comencé a planear una rutina a prueba de sorpresas para que no me descubriera, algo que no me convencía del todo, pero cuando tuviera pruebas de la inocencia de Joseph le diría toda la verdad y así estaremos bien. Empecé yendo a la ciudad para investigar donde y en que fiscalía fue que el caso comenzó a llevar seguimiento, o mas bien para ver quien estuvo a cargo de dicha investigación, así como los testigos y todo eso, sin embargo, había un pequeño problema que si no resolvía no podría obtener ningún tipo de información
¿Quién demonios me ayudaría a sacar todo eso de la oficina del fiscal?
Yo no era abogada, ni fiscal, ni siquiera policía
No tenia muchos amigos que digamos y conseguirlos me costaba mucho
La única opción que veía viable o posible era cometer un crimen, escapar de mi celda y meterme a la oficina del fiscal, con lo torpe que era seguramente si conseguía meterme en algún lio grueso.
Cerré mi libreta con toda la lista de la información que necesitaba y la metí a mi mochila junto con mi botella de agua y mi billetera, había pedido el día libre en el trabajo porque me encontraba enferma (al menos eso dije).
Mikael había dicho que tendría que estar fuera de casa por dos días así que no había problema con el pues le invente que tendría que trabajar horas extra para hacer inventario en la tienda, se lo creyó por completo.
Deje la mochila ya lista y subí a mi habitación para cambiarme, me puse un pants y una playera de algodón cómoda para viajar en tren, me calce mis tenis y peine mi cabello en una media coleta, baje corriendo las escaleras y justo tocaron la puerta, alarmada escondí las cosas en el armario de limpieza y abrí la puerta esperando ver a Mike ahí, sin embargo, el que estaba frente a mí era Joseph.
- ¿Qué haces aquí? -pregunte confundida
-es que en el trabajo dijeron que estabas enferma y vine a traerte esto -respondió sonriente y señalo el tóper que traía en manos –es caldito de pollo para que te alivie –
Ese chico sin siquiera conocerme del todo se preocupaba mas por mi que mi propio novio.
-la verdad es que no estaba enferma -admití apenada-lamento que te haya hecho cocinar -dije -tengo que hacer un viaje-
-ouh -respondió mirándome -bueno pues llévate el caldo para que no gastes en comida en tu viaje, creo que si les alcanza para ti y Mikael-
-iré sola-reí -pero si quieres puedes ir conmigo, claro si no te importa faltar al trabajo –
Se me quedo mirando por unos minutos, y justo cuando iba a decirle que no era obligatorio acompañarme, me sonrió y asintio
-yo voy contigo solo que no tengo mucho dinero para gastar -dijo rascando su cabeza-
-tu pones la comida y yo todo lo demás-sonrió señalando su tóper-
-esta bien y luego yo invito en nuestro próximo viaje-dijo -y no acepto un no por respuesta-
Rei sin poder evitarlo y asentí, era imposible que me dejara negarme a lo que pedía.
-trato hecho. dije tomando mis cosas de nuevo -hora de irnos Joseph-
Tome su mano y camine con él al garaje, abrí la puerta y señale las bicicletas que había ahí, no tenia tanto dinero para el taxi a la central de autobuses y allá podríamos dejarlas en el bici puerto.
- ¿Cuál quieres? -pregunte-tu elije
-esta -dijo acercándose a la bicicleta negra que teníamos que de hecho nadie usaba –
-bueno vamos porque si no perderemos el camión a la ciudad y el próximo será hasta la noche-dije subiendo a la bicicleta-
Avance hasta la central de camiones y baje de la bici al llegar, pague el alquiler de un lugar de estacionamiento y dejamos ambas bicicletas atadas con una cadena.
-listo podemos irnos-sonreí mirándolo-
-bueno yo te sigo, la verdad el pueblo aun es algo nuevo para mi -dijo apenado –
Siempre que se ponía de esa forma resultaba demasiado tierno, le sonreí y tome su mano caminando con el a la taquilla donde compre otro boleto para él, donde vivíamos era una región dividida en un pueblo y una pequeña villa urbana.
El pueblo se llamaba Wall era pequeño y por obvias razones todos se conocían entre todos, la mayoría éramos vecinos desde bebes, excepto por algunos extranjeros que venían desde la ciudad en busca de una vida más tranquila, como Mikael quien se mudo al pueblo hace unos años.
En la villa solo Vivian aquellos profesionistas o doctores, que tenían que buscar una zona más moderna para poder ejercer, la mayoría de ellos eran egresados de la universidad local del pueblo, aunque también estaba el caso de los profesionistas que les gustaba tomar el tren para regresar al pueblo y vivir más cómodos sin el caos, la villa tenía por nombre Lette, en nombre de la fundadora de esa villa Violette Collins.