CIARA
Camine de forma distraída por la solitaria calle.
Ya eran pasadas las 8 y no pude resistirme a un antojo nocturno antes de ir a dormir.
En mi mano llevaba una dona de crema junto con un par de pretzel que comería en el desayuno.
Aun no me había logrado contactar con Rain, luego de su apresurada salida, todas mis llamadas iban a buzón de mensaje y por más que le escribí en cada red social existente, nunca recibí ni siquiera un visto.
Me estaba empezando a preocupar un poco, pero aún así me sentía segura de que si algo malo hubiera pasado ya me habría enterado.
Al final ambas siempre nos hemos tenido mucha confianza y sé que esta vez no será la excepción.
Vislumbro a una esquina de distancia mi edificio, así que desaceleré el paso y me deleité con el último mordisco de mi dona.
Tenía pocos instantes en los que realmente podía disfrutar de un dulce.
Últimamente sentía mi cabeza repleta de cosas. Sumándole todo el montón de trabajo que tenía encima. Era difícil conseguir momentos de tranquilidad.
Entró a recepción y dando un cortés saludo al portero, me dirijo hacia el elevador para marcar mi piso.
Cuando me encuentro dentro, dejó todo en la cocina y me dispongo a limpiar el desastre que deje en la mesa de mi comedor.
Ya llevaba varios días comiendo a base de domicilios, debía cambiar eso pronto.
Recogí los envases vacíos y luego de botar todo en la basura, camino hacia mi habitación. Aún no me sentía con mucho sueño pero ver una serie en mi cama no se veía como una mala idea.
Cuando busqué mi ordenador en las repisas superiores de mi escritorio, mi mano tropieza con una caja en la esquina derecha.
La tanteo un poco, abriendo mis ojos al recordar cual era.
No puedo creer que la haya olvidado por completo.
La tomó con ambas manos bajándola.
Tenía una leve capa de polvo en la tapa, pero de resto seguía igual de sellada.
Muerdo mi labio meditando mis siguientes movimientos.
No perdía nada con abrirla y ver lo que no me atreví a sacar el día que la recibí.
Tal vez eso me ayude a descubrir quién la mandó.
Con ese pensamiento en mente jalo el listón de seda, dejándolo aún lado, mientras mis manos levantan la tapa, como era de esperarse me encuentro con las flores marchitas en el fondo.
Aún hay uno que otro pétalo que mantiene un poco de su color. sin embargo, aun se percibía motas del aroma, pero muy sutiles.
No me dejaba de fascinar su olor, era una fragancia tan exótica e indescriptible que sentía que no había nada en el mundo con un aroma similar.
Meto mi mano en la caja, sacando la cajita de terciopelo rojo que se oculta entre los pétalos sueltos.
Mis dedos pican con anticipación por abrirlo.
Así que decidiendo no dar más vueltas, la abro con cuidado.
Aquella cajita se abre dejando ver un acolchado que porta en su centro la joya más hermosa que quizás mis ojos hayan podido presenciar..
Un precioso anillo.
Mis ojos se expandieron al notar la absurda cantidad de diamantes, que por irónico que sonase rodeaban el diamante mayor. Su joya principal era de un profundo y electrizante azul. Se veía demasiado valioso, y no tanto por el valor monetario, sino más bien por el significado que este objeto podría tener.
Incluso para mi, que no era muy fan de las cosas extravagantes, me era imposible no admirar lo hermoso que era
No pude evitar tomarlo de la cajita, alzándolo hacia la luz para detallar con más cuidado la joya.
¿Por qué está en mis manos?.. ¿quien lo mando? ¿como podian mandar un anillo asi de valioso a domicilio?
y a una completa extraña, aunque lo que de verdad me sorprendia era que tenia genuinos deseos de quedarmelo
Era correcto siquiera sentirme atraída hacia algo que no me pertenecía?...
Y por que me encontraba queriendo que fuera mío?
Alejo todos mis pensamientos, deslizando aquel anillo en mi dedo anular. Lo hago con lentitud mientras siento una corriente eléctrica pasar por mi columna.
Mi garganta se seca, y mi corazón late de forma irregular.
Se sentía bien
Se veía increíble en mi mano.
Era como si fuera correcto tenerlo puesto.
Como si todo el tiempo el lugar donde perteneció, hubiera sido en mi dedo.
De la nada un vacío se apareció en mi estómago y unas terribles ganas de llorar se instalaron en mi pecho. No entendía de dónde venía esa avalancha de emociones, pero me sentía sofocada por ellas.
Un par de lágrimas corrieron libres por mi rostro, me permito soltarlas mientras observaba embobada el anillo en mis manos.
Mi corazón se estrujo y tuve que cerrar los ojos antes de retirarla y dejarla en su lugar.
No era normal lo que me estaba pasando, y cada vez me preocupaba más.
Limpio el rastro de lágrimas y me dirijo al baño para tomar una ducha y calmar las aún presentes ganas de llorar.