Capítulo 1.

—¡Es dinero fácil! —gritó su padre y él azotó la puerta de su habitación rojo de ira.

—¡No puedo creer que hayas hecho eso, Matt! —respondió pegando su frente a la puerta, queriendo golpearse hasta caer muerto.

—Bueno —dijo tranquilamente—, el auto va a necesitar mantenimiento, Tomlinson.

No quería caer tan bajo pero, joder, él deseaba tanto tener un auto y era tan egoísta de parte de su padre sobornarlo de tan vil manera, ¿quién se creía? Su papá, por obviedad.

Abrió la puerta luciendo enojado para no parecer que podían controlarlo con cosas materiales, no.

—¿Hablas en serio? —Preguntó lentamente. Él asintió mirando sus uñas orgulloso.

—El señor Styles estaba tan feliz de tu ayuda que decidió pagarme a mí por adelantado y no hay deudas que pagar así que puedo pagar la entrada de la compra del auto —explicó y Louis dudó.

—Jesús —suspiró pasando sus dedos entre sus cabellos—. ¿Sabes quién es Harry Styles?

—¿No es con quien jugabas de pequeño?

—¡No! —exclamó asqueado—. Harry Styles es el niño más marica de todo el colegio, nadie le habla por esa razón y lo golpean por lo mismo. ¿Quieres que me relacionen con esa cosa?

—¡Louis Tomlinson! —Gritó Jay subiendo las escaleras cuando lo escuchó—. ¿Qué demonios sucede contigo? Yo no te he enseñado esas cosas.

—Mamá —gimió resentido—, no quiero ir detrás de él como perrito faldero. Tiene diecisiete años y no sabe cuidarse, no es mi maldito problema.

Jay abrió su boca con indignación, sin saber qué decir así que solamente soltó el aire en sus pulmones y miró a su hijo con furia.

—Aún no tienes tu coche y ya tienes prohibido tenerlo por una semana —señaló su padre. Louis rodó los ojos porque él solía ser responsable cuando estaba Jay delante de él.

—Solo será hasta que aprenda a defenderse —objetó su madre, ignorando fácilmente las palabras de su hijo—, además, tú de pequeño me tenías todos los días dentro de la escuela porque le temías a los maestros.

—Eso es diferente —suspiró, ya derrotándose—. Me pasará su mariconada, ¿eso es lo que quieres, mamá?

Jay jadeó con horror y Matt no tardó en imitarla mientras el ojiazul volvía a girar sus ojos.

—No puedo creerlo... —Susurró la castaña—, ¿Qué clase de pensamiento han metido en tu cabeza? —Preguntó con preocupación, pero Louis no prestó atención a su rostro.

—¡Basta, mamá! —Gritó fastidiado—. No puedo creer que estés de lado de esa abominación.

—Louis —dijo con cabeza en alto—, no quiero volver a escucharte hablar así de las personas. Lo cuidarás y no chillaras porque entonces tendré que tomar medidas drásticas.

Matt asintió, mientras Louis pensaba que Harry no podía ser considerado una persona porque gustaba de su mismo sexo. No entendía cómo su mamá aceptaba tal cosa, debería ser todo lo contrario.

Tuvo que asentir para volver a entrar a su pieza. Pudo escuchar a su mamá reclamándole a Matt por no hacerse respetar como padre, y que sus ojos lo perdonen, pero tenía que girarlos por los anticuados que eran sus padres, y por lo actualizados que querían ser. Se lanzó a la cama, pensando en cómo vengarse de Harry Styles. La idea de lanzarle el auto encima pasó por su cabeza pero eso seguramente no le quitaría lo gay y terminaría matándolo, por desgracia. Fue un milagro, o algo así que su celular vibrara en su bolsillo, y fue más milagroso que fuera Zayn. No pudo evitar sonreír por la foto que su amigo se había colocado de perfil.

—Tengo que cuidar al raro de Styles —dijo rápidamente. Zayn no demoró en soltar una gran carcajada—. Maldito idiota, te dije que era mala idea robar su maldita maleta con sus cosas caras.

—¡Eh! —Exclamó todavía riendo—, fue una excelente idea. Ahora tengo cincuenta dólares para porros, ¿qué te parece?

Louis bufó.

—Me parece que eres un idiota y no debería estar contigo —el castaño sonrió de lado— pero te lo dejo pasar porque te quiero.

—Ya tenemos un maricón en el instituto, florecita —rió más fuerte. Louis sonó su boca con fastidio.

Zayn permaneció en silencio desde la otra línea dejando de reír.

—Mañana que sea la última broma —dijo Louis tiempo después, algo inseguro.

—Vaya... —Podía imaginar a su mejor amigo sonriendo—, ¿qué tiene en mente, señor Bromas?

—¿Dejarlo desnudo? —dudó. —Estoy algo oxidado, me están obligando a cuidar un mocoso que seguramente usa bragas.

No, no debió sentir un pinchazo en su miembro.