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Capítulo 1

Capítulo 1: “Autumn Heaven”

 

–Papá, no era necesario que me traigas. Puedo usar el transporte público y no moriré en el intento, te lo puedo asegurar – le digo a mi padre.

No era mi primera terapia, ni tampoco sería la última. Pero mi padre era de esos que te seguían hasta a el baño. Desde la muerte de mi madre, por la misma enfermedad que herede, él se ha vuelto sobreprotector y sofocante. O sea, desde que tengo memoria es así.

–Nada de transporte público, Ashton. ¿Quieres que te de un ataque en medio de un montón de desconocidos? – replica con autoridad.

No era muy receptivo, a pesar de que mis doctores decían que iba mejor que muchos de los que padecían lo mismo que yo. Aunque yo sabía la verdad.

–La FPI no es un juego, Ashton – me repite por milésima vez en esta semana.

No quise seguir con el tema, no tenía caso, siempre perdería o él encontraría una falla en mi lógica para quitarme credibilidad.

 

Luego de un trayecto al hospital Memorial de Chicago bajo del auto con mi tanque de oxígeno en la espalda. Lo camuflé como si fuese una mochila, no es muy agradable ver como las personas ven tu tanque y reflejan lástima en su mirada, así que le pedí a mi padre disfrazarlo como una mochila de camping. Aunque al principio no le gustaba la idea de cargar ese peso en mi espalda al final lo acepto.

–La doctora Ross aun no llega así que espérenla en la sala de allí, les avisaré cuando puedan pasar– nos informa Leila con una sonrisa.

Con el paso de los años me acostumbre a este hospital y a las personas que trabajan aquí, también conozco a los pacientes frecuentes ya que cuando era niño jugaba con ellos en la sala de espera más grande.

–Te dejo, hijo. Llámame cuando termines, iré a dejar unas cosas al buffet de abogados – me despido de mi padre y lo veo alejarse en el pasillo.

Mientras espero a mi doctora veo a una joven salir del área de psicología, le quedo viendo y analizo, algo que hago casi siempre e inconscientemente. Su cabello rubio lo lleva en un moño muy desprolijo con muchos mechones desparramados por su rostro, sus ojos los lleva ¿pintados? sí, y de una sombra muy negra. Su ropa es de esas medias que son de rejilla, un short corto, camiseta sin mangas negra y una camisa a cuadros atada en su cintura, unas botas trenzadas negras y se ve que pesan.

Cuando pasa por mi lado exhalo su aroma, con mucha dificultad para aclarar, es nicotina. Eso me pone en alerta y me alejo un poco hasta chocar con un cuerpo.

–Hey, viejo. Tranquilo– me dice Jules.

Jules es un chico que padece de problemas cardiacos, lo conocí hace unos años cuando tumbo mi oxígeno y casi le ocasiono un infarto. Es muy nervioso pero muy buen amigo.

Le sonrío y hacemos un apretón de manos.

–Perdón, Jul – me disculpo y alejo la vista del camino que tomo aquella chica.

–¿Qué mirabas, Novan? – enarca una ceja y sonríe burlón.

Me centro en él y niego con la cabeza quitándole importancia y el solo asiente.

Empezamos a hablar de banalidades y asuntos sobre su tratamiento, al parecer le practicarán otra cirugía de baipás en el corazón. Sin contar que ya tiene dos. No está asustado, creo que es el efecto de estar toda tu vida: enfermo, ya ni le das importancia a un tratamiento más o a una cirugía más.

Mientras debatíamos sobre el último partido de béisbol, Leila me llama y dice que ya puedo entrar al consultorio. Me despido de Jules y me dice que estará aun por aquí para vernos luego, asiento y me dirijo al consultorio de la doctora Ross.

–Hola, Ashton ¿Qué tal has estado esta semana? – me hace la pregunta de rutina.

–Ya sabe, enfermo pero vivo. Es mejor que nada ¿No cree? – le doy una sonrisa de suficiencia y anota en mi carpeta médica, que es muy, muy grande.

Mi historial médico es muy amplio y es lo más cercano a una montaña rusa. Un sube y baja de efectos de mi enfermedad.

–Extrañaba tu honestidad– ríe.

Me limito a sonreír y mirar los carteles en las paredes, imágenes de pulmones y bronquios, niños sonriendo con máscaras de oxígeno y con el pulgar arriba con una frase de motivación.

“¡Lucha por un día más, lucha por un poco más de aire!”

–¿Has respetado tu medicación? – pregunta.




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