—Hija, ya que estas aquí, necesito que vayas donde tu hermano y me traigas unos documentos importantes.
Se me hace extraño el requerimiento de papá.
—Puedes enviar a cualquier mensajero papá, ¿Por qué a mí?
—Hija, tienes que salir a respirar un rato, no puedes parecer un ratoncito que solo sale para volver a su casa en la noche. Desde que trabajas de tiempo completo apenas y sales.
—Papá eso es mentira, si precisamente vengo de comer con Fátima.
—Hija has caso a tu padre —Interviene mi madre. —Desde siempre te recuerdo metida o aquí o en la escuela, tienes que vivir un poco.
Lo que me dicen no tiene mucha lógica. Es decir, quieren que salga y, ¿me mandan con mi hermano? Creo que no hay hombre más aburrido que Lucas. Desde que tiene esa noviecita a duras penas y tiene tiempo de pasar por la casa. Porque esa sigue siendo su casa, aunque mi hermano tiene su propio departamento no es que viva expresamente allá, lo malo de todo es que en esta vive la oxigenada de su prometida.
Y no, no me cae nada bien. Hay algo en ella que no me gusta.
—Papá, hay mucho trabajo que hacer aquí. Tengo que terminar los nuevos contratos de los distribuidores, además que …
Papá me interrumpe antes que termine mi frase.
—Nada, ve y mañana tendrás listo lo que necesitas.
—Papá, si tú me obligas a descansar creo que tú también tienes que hacer lo mismo, así que mami, llévatelo a la casa ya que a mí jamás me obedece.
Parezco una cría haciendo estos reclamos solo porque me mandan a descansar y respirar un rato.
Claro que aquí no soy la única que necesita unas buenas vacaciones, con toda la maldad del mundo dejo mi frase en el aire, le guiño un ojo y salgo, no se esperaba una probadita de su propio chocolate; es que el señor Elián ya necesita un descanso, llevo años en la empresa y puedo asegurar que no me presentará mayor dificultada encargarme sola de esta.
Al final mamá se lo llevo obedeciendo mi orden, y solo para complacerlos también obedezco lo que me han pedido.
Manejo hasta la empresa de mi hermano.
Lo hice y todo fue en balde, mi hermano no se encontraba en la oficina, imagino donde es que estaba.
—Gracias —Le digo a la secretaria.
Me doy la vuelta de forma brusca, termino chocando con un torso bien formado. Otra vez Marcos se me ha aparecido, pareciera que el día de doy encontrármelo es mi suerte.
—Hola Sol, ¿Qué milagro verte por estos lugares?
Que me dirija la palabra directamente a mí me hace sonrojar, si, así de tonta me siento. ¡por Dios! Es solo un hombre.
—Buscaba a mi hermano, es solo que al parecer no se encentra —Digo tratando de no sonar nerviosa, y es que este hombre provoca que hasta las palabras no fluyan como es debido.
—Tendrá escasos 5 minutos que se marchó, pero aquí estoy yo, dime, ¿en qué te puedo ayudar?
—Tú no puedes ayudarme, mi padre me envió expresamente con mi hermano.
Parece que las palabras no salieron como es debido y eso se escuchó muy cortante.
—Entiendo —Exclama, tal vez decepcionado por la forma tan brusca en que le respondí. —¿Tienes mucho trabajo? —La pregunta salió por sí sola, como una manera de no permitir que se formara un silencio.
—En realidad no, estaba por irme a casa.
—Puedo llevarte a tu casa si gustas —Se ofrece.
—No te preocupes, traje mi coche.
—Permíteme acompañarte entonces a la salida.
Nos dirigimos hasta el estacionamiento donde me subo dispuesta a regresar a casa.
Trato de encender el auto y este no se presta a cooperar conmigo. Si hasta hace algunos momentos estaba bien, no entiendo.
Sigo insistiendo y nada.
Al parecer marcos se ha dado cuenta del percance en que me encuentro; baja de su coche a auxiliarme.
—¿Todo bien? —Pregunta lo obvio.
—No entiendo que le sucede, tendré que llamar a mecánico y buscar un taxi para regresar a casa.
—Permíteme hacerlo yo y además acompañarte a tu casa, que sean ellos quienes se encarguen de llevarte el auto mañana.
—De acuerdo.
Subo a su este mientras él hace las debidas llamadas.
Observo el interior, esta todo ordenado y limpio además que su fragancia se encuentra impregnado por todos lados. Huele delicioso.
—Listo, vámonos. —Me sobresalto al escucharlo y verlo posicionarse en el asiento del piloto. Todo por andar pensando tonterías.
Nos dijimos a casa en un silencio un tanto incomodo, jamás había estado tan cerca de este hombre.
—y ¿Qué dice el trabajo? —Que ingeniosa mi pregunta para romper el hielo.
—El suficiente como para no querer hablar del tema después de salir de él. —Claro, Marcos es un hombre normal que se olvida del trabajo nada más terminar su jornada. No como yo, que muchas de las ocasiones tuve que hacerlo en casa.
—Entiendo, cambiemos de tema entonces —Sonrió de forma tímida, lo juro este hombre me hace comportarme de una manera que no soy.
—Tienes una hermosa sonrisa —Menciona cuando ya ha detenido el coche. No había reparado en el tiempo que había transcurrido. Volteo mi vista hacia la calle y me doy cuenta que no me encuentro en frente de la casa como me había imaginado, esto más bien parece un restaurante.
—Y ¿Dónde es que estamos? —pregunto evadiendo su ultimo comentario, pareciera que lo he olvidado; no es así, en mi mente se guardó ese pequeño detalle.
—Tengo hambre y quiero invitarte a cenar. —Comenta como si nada.
Este hombre es raro, pienso, ya que en ningún momento me ha preguntado si es que yo tengo hambre o mejor aún, si es que deseo estar aquí acompañándola en su cena.
Pongo cara de incógnita para hacerle ver que no estoy de acuerdo.
—No lo pienses tanto, solo déjate llevar. —Responde a mi pregunta no formulada.
No entiendo o no quiero entender con qué intención ha dicho estas palabras, de lo único que estoy segura es que por esta noche me olvidare de mis responsabilidades como empresaria, esta noche solo quiero ser Sol.