Buscando a mi madre

Capítulo 1: ¡¡Ayúdame!!

 

 

---------Narra Jia--------

 

Hoy es un día muy especial, mi hija está cumpliendo 8 años. Hace 9 años me enamoré del papá de mi niña Jazmín, él era el tipo de hombre que para tener lo que quiere, miente, engaña y traiciona a mujeres como yo, que creemos que el amor es un cuento de hadas.

 

—Mami, ¿qué piensas? —Mi hija me hace volver en sí.

 

—Pienso en ti mi cielo, en lo maravillosa y extraordinaria que eres, vamos, ya falta poco para llegar.

Trabajo como interna en una mansión de unas personas muy importantes, es un ministro de este país. Vivo en China, en la provincia Fujian, en la ciudad de Xiamen, en el distrito de Huli. Llevo 3 años aquí, soy una empleada doméstica, hago de todo un poco.

Mis patrones son excelentes personas, siempre me han pagado por mis servicios, al menos he contado con esa suerte, ya que muchas de mis conocidas no les pagan y las tratan muy mal, y soportan todo, solo por la comida y por tener un lugar donde vivir.

 

Gracias a que una amiga me recomendó, estoy aquí en este trabajo, no ha sido fácil, es mucho lo que hago, pero con tal de darle lo mejor a mi hija, aguanto lo que sea.

 

Llegamos a la inmensa mansión y como siempre entramos por la puerta de servicio en silencio, directo para nuestro cuarto, ya que por delante se nos tiene prohibido hacerlo.

 

Hoy el día estará peor de lo común, hay visitas, era mi día libre, pero según lo que veo me tocará trabajar.

 

Mi hija abre la puerta del cuarto, está molesta, piensa que me olvidé de su cumpleaños.

 

—Hija, ¿cuéntame cómo te fue en el colegio?

 

—Muy bien, —responde mi niña muy seria y pensativa.

 

Me encanta verla así, se le arruga la frente, se ve tan linda, la cara se le pone roja. Me río de ella y ella me observa molesta.

 

—¡Mami!, ¿de qué te ríes?, —pregunta con sus bracitos cruzados.

 

—De ti. Me encanta ver esa carita tan cómica que haces cuando estás molesta —le digo apretando sus cachetes—. Mi cielo, mira lo que te traje. —Agrego sacando de mi nevera una pequeña caja blanca con una cinta roja—. —¡Feliz cumpleaños!—.

 

—Mamita muchas gracias, no se te olvidó, te amo, eres la mejor, ¡qué rico, es una torta de chocolate y fresas!, me gusta mucho tu regalo, mamita. —dice mi niña saltando como una cabra loca.

 

Me abraza fuerte y le doy un beso en la frente, tan bella mi cielo, ¡cómo ha crecido!, se me salen unas lágrimas de alegría.

 

—Lo sé princesa, a mí también me encanta comer este pastel, es mi favorito. Mi cielo, mira, también te traje esto, ábrelo. —Le digo mientras le doy la cajita en sus manos.

 

—¡Me encanta!, gracias mami, ahora te amo mucho más. —Sonríe mi cielo de forma pícara al ver su regalo.

 

—¿Me amas más solo porque te regalo esto? ¡Si eres interesada! — Me expreso con una gran sonrisa.

 

Le traje un collar de corazón que se abre por la mitad, en un lado tiene una foto mía y en la otra de mi hija, es hermoso.

 

—¿Te lo pongo? —Le pregunto.

 

—Sí mami.

 

—Te queda hermoso, bueno, vamos a cantar.

 

—¡¡Claro, mamita!! —Exclama muy contenta.

 

En el momento que vamos a cantar cumpleaños, tocan a la puerta, es mi jefa.

 

—Señora Li, dígame ¿qué desea? —Pregunto.

 

—Mi esposo quiere conversar contigo, vamos, sígueme. —Ordena ella.

 

—Deme 5 minutos, por favor, es para cantarle el cumpleaños a mi niña, —expreso con una media sonrisa—.

 

—No. Es importante que vengas ya. —Contesta—.

 

—Está bien. —Concluyo bajando la cabeza en señal de respeto—.

 

Tengo muchas ganas de quedarme con mi niña, es su día, ¿por qué siempre debo obedecer y elegir el trabajo antes que a mi cielo?, claro, a veces se me olvida que la necesidad me lleva a hacer grandes sacrificios, por ese motivo, es que me aguanto todo esto.

 

—Princesa ya vengo, perdóname por no cantarte cumpleaños ahorita, pero debo cumplir con mis obligaciones, te prometo que apenas termine, vengo y te canto cumpleaños, y juntas nos comemos todo el pastel, ¿te parece? —Le doy un beso en la frente y un gran abrazo.

 

—Está bien mamita, te espero, pero no te tardes mucho.

 

Le digo a mi niña que se quede en el cuarto y cierro la puerta. Mi corazón palpita tan fuerte que creo que la señora Li, lo escucha, tengo un mal presentimiento, tal vez me echen.

 

Al llegar a la sala de estar, veo a 3 hombres, a lo lejos, no los distingo muy bien, me acerco un poco más y para mi sorpresa es Oliver, el padre de Jazmín, mi hija. Él es un hombre alto y rellenito, sus ojos son azules, y su cabello liso castaño.

 

Cuando me ve, levanta sus cejas pobladas y gruesas, con una mirada de pocos amigos se acerca a mí, él recorre mi cuerpo con sus tremendos ojos azules, esto hace que sienta ganas de huir, su mirada es de odio puro, tengo miedo, pero debo ser valiente por Jazmín.

 

—Hola, Jia, ¿te acuerdas de mí?, tanto tiempo sin verte. ¿Ya sabes por qué vengo? Si, por mi hija.

 

—¡¡Qué dijiste!! —Exclamo poniendo mis manos en mi boca—.

 

Estoy temblando, mi corazón se acelera muchísimo, ¿qué hago?, Dios mío, ¡ayúdame!

 

—¿Tú estás loco verdad? —le pregunto. —Tú me abandonaste, yo estaba sola por tu culpa, y la mía por creer en tus mentiras, me dejaste embarazada y desamparada, no vengas ahora a buscarla, —agrego con lágrimas en mis ojos—.

 

—No te estoy pidiendo permiso Jia, el pasado está pisado, me interesa, es el presente, ella es mi presente, es mi hija, me la llevo y punto, de paso nunca me contaste que estabas embarazada, gracias a mi padre fue que me entere. —Declara Oliver—. Ya tengo todo arreglado para llevármela, hablé con un abogado y me han entregado la custodia de la niña. Fíjate, aquí están la copia de los papeles. —Añade Oliver, lanzando los documentos a la mesa—.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.