**********
Estoy muy confundida, no entiendo dónde estoy. ¿Qué hace él aquí?
Él es amigo de mi mamá, estudiaron juntos. Es blanco, alto, de cabello negro y ojos oscuros. Siempre iba con nosotras a comer helado, pero hace meses que no lo veo. Me alegra verlo, seguro me ayudará a volver con mi mamá.
Me siento en la cama mientras el doctor toma un lápiz y una libreta que está sobre un escritorio de color morado con fucsia, al lado de la cama donde me encuentro.
Sobre el escritorio hay muchos libros bien organizados y una lámpara de Minnie Mouse. Pero, ¿qué está escribiendo?
Mientras el doctor sigue anotando, observo el cuarto. Es grande y tiene muchas mariposas y flores en las paredes. Los muebles son hermosos, de color fucsia. Todo se ve bonito, pero nada de eso me hace feliz. Mi mamá es mi mayor felicidad. Si ella no está conmigo, me siento vacía.
El doctor se acerca, se sienta a mi lado y me muestra la libreta. Leo lo que ha escrito:
"Jazmín, confía en mí. No digas que me conoces, porque si lo haces, solo empeorarán las cosas. Empecemos de cero. Tú y yo no nos conocemos, todos deben creerlo. Solo así podré ayudarte a volver con tu mamá. Sabes que ella es muy importante para mí, así como tú. Pero por favor, no hables más de la cuenta. Solo escucha y responde cuando sea necesario. Más adelante, cuando no haya peligro, hablaremos, ¿de acuerdo?"
Lo miro con ganas de hacerle mil preguntas, pero es mejor esperar. Asiento con la cabeza para hacerle saber que entiendo.
Él arranca la hoja de la libreta y se la lleva. Se dirige a una puerta—supongo que es el baño—, se escucha el inodoro y luego el agua corriendo. Regresa rápidamente, abre un maletín negro, se seca las manos, se aplica antibacterial y se pone unos guantes azules. Saca algunas cosas y las coloca en la cama.
Se acerca a mi brazo, lo examina y luego saca un pedazo de algodón, le aplica alcohol y lo presiona suavemente sobre la zona donde tengo el cable largo.
—Jazmín, voy a quitarte esto —me dice con voz tranquila—. Es un catéter, no te preocupes, no dolerá. Solo sentirás un pequeño jalón. Cierra los ojos y respira.
Obedezco y, cuando los abro, ya no siento nada. No me dolió. Qué bueno.
—Gracias, doctor. Ya me fastidiaba tener eso en el brazo.
—Me lo imagino, mi niña —responde con una sonrisa—. Ahora mantén tu brazo quieto un rato para que no sangre. Recuerda, soy tu médico. Estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites. Si te sientes mal, solo dímelo.
Se inclina un poco y me dice con dulzura:
—Abre la boca. No te preocupes, solo usaré un bajalenguas para revisar tu garganta. No te hará daño.
Me revisa y anota en una hoja. Luego saca otros instrumentos.
—Ahora voy a examinar tus oídos y tus ojos. Este aparato se llama otoscopio, me ayudará a ver si tienes algo extraño en los oídos. Y este es un oftalmoscopio, lo usaré para revisar tu vista. Pero si quieres, puedes llamarlos "pío pío" como un pollito. Es más fácil, ¿no crees? —dice riéndose.
Su broma me hace sonreír. Me siento bien con él. Parece una buena persona. Voy a confiar en él.
—Ahora, mi niña, necesito que inhales profundamente, aguantes la respiración y luego exhales lentamente. Mientras lo haces, voy a escuchar tus pulmones con este aparato llamado estetoscopio. Sirve para escuchar los sonidos del corazón y los pulmones.
Me revisa con el estetoscopio. Se siente frío, pero no es tan malo. Me pide que aguante la respiración y luego la suelte, pero cuando pone el estetoscopio en mi espalda, me hace cosquillas y suelto una risa.
En ese momento, la puerta se abre.
Es el hombre que me llamó "princesa". Es alto, de piel blanca, cabello castaño y ojos azules como los míos. Viene acompañado de una mujer joven, de piel blanca y cabello negro liso recogido en un moño alto. Lleva un uniforme: blusa blanca de mangas largas, falda negra hasta las rodillas y gafas. Parece ser de China.
Estoy sentada en la cama, riendo, pero al ver a ese hombre, el miedo regresa. El doctor lo nota y pone su mano en mi hombro antes de ayudarme a bajar la camisa.
—Señor Oliver, la señorita Jazmín está en excelente estado de salud. Es una niña fuerte y sana. Sin embargo, aún necesita algunos chequeos y exámenes médicos de rutina para asegurarnos de que todo esté bien —informa el doctor Jun con calma.
—Estoy de acuerdo. Es mejor prevenir que lamentar —dice Oliver con voz ronca.
—¿Podrían traerla mañana a mi consultorio? —pregunta Jun.
—Sí, pero yo no podré acompañarla. Tengo mucho trabajo. La señora Mulan Zhang será la encargada de sus cuidados: alimentación, estudio y todo lo referente a la niña. Usted, doctor, será su médico —afirma Oliver—. De hecho, aprovecho para presentarlos… aunque ya se conocen, ¿verdad? —añade con una mirada inquietante.
—Es un placer conocerla, señorita Zhang. Mi nombre es Jun Wu. Cuenta conmigo para lo que necesite —dice el doctor con una leve inclinación de cabeza—. La espero mañana a las 9:00 a. m. Sea puntual, por favor.
—Ya terminé por hoy. Con su permiso, me retiro. Hasta mañana, señorita Jazmín —se despide Jun.
Lo veo salir por la puerta y me invade una tristeza profunda. En ese instante, Oliver se acerca y se sienta a mi lado. Mi cuerpo empieza a temblar, siento que todo da vueltas. Mulan, que se ha quedado junto a la puerta, nos observa y luego se acerca.
—Señor Oliver, la niña se ve muy pálida. ¿Ya ha comido? —pregunta Mulan.
—No. Lleva una semana sin comer. Solo ha recibido suero —responde Oliver con indiferencia.
—Disculpe si me meto, pero… ¿por qué no la deja bañarse y comer primero? Luego, cuando haya descansado, podrá hablar con ella —sugiere Mulan.
Oliver la observa en silencio y finalmente asiente.
—Tiene razón. Me retiraré para que Jazmín se bañe y luego baje a comer.
#1058 en Novela contemporánea
#4821 en Novela romántica
lucha por sobrevivir, infancia dificil, conoceras el verdadero amor.
Editado: 22.05.2025