Buscando a mi madre

Capítulo 3: El Doctor.

 

Estoy muy confundida, no entiendo dónde estoy. ¿Qué hace él aquí?

Él es un amigo de mi mamá y estudió con ella, es blanco, alto, cabello negro y ojos negros. Él siempre iba con nosotras a comer helado, pero hace meses que no lo veo. Estoy feliz, seguro él me va a ayudar a volver a ver a mi mamá.

Me siento en la cama, y el doctor agarra un lápiz y una libreta que está encima de un escritorio de color morado con fucsia, que está al lado de la cama donde me encuentro.

En el escritorio hay muchos libros bien arreglados y una lámpara de Minnie Mouse. Pero, ¿qué está escribiendo?

Mientras el doctor sigue escribiendo, observo el cuarto. Es grande y en las paredes hay muchas mariposas y flores. Hay unos muebles muy hermosos de color fucsia. Se ve todo tan bonito. Pero nada de eso me puede dar felicidad. Mi mamá es mi mayor felicidad. Si ella no está conmigo, me siento muy mal.

El doctor se acerca a mí, se sienta a mi lado y me muestra la libreta. Yo leo lo que está escrito, lo cual dice: 

"Jazmín, confía en mí. No digas que me conoces, porque si lo haces, solo empeorarán las cosas. Empecemos de cero. Tú y yo no nos conocemos, todos deben creerlo. Solamente así te podré ayudar a volver con tu mamá. Tú sabes que ella es una persona muy importante para mí, así como tú. Pero por favor, no hables más de la cuenta. Únicamente escucha y responde, a menos que el momento lo amerite. Tranquila, más adelante, cuando no haya peligro de ser descubierto, hablamos, ¿te parece?".

Veo al doctor con ganas de preguntarle muchas cosas, pero es mejor esperar, así que muevo la cabeza dándole a entender que estoy de acuerdo con él.

Él, arranca la hoja de la libreta y se retira llevándose el papel. Va hacia una puerta, supongo que es un baño. Sí, lo es, se escucha cuando baja el inodoro. Se queda otro rato más, se escucha el ruido del agua, se regresa rápidamente hacia donde estoy, abre un maletín negro, se seca sus manos y se coloca antibacterial. Se pone unos guantes azules y saca unas cosas y las pone en la cama.

Luego se acerca a mi brazo, lo revisa y luego de su maletín saca un pedacito de algodón, le aplica alcohol y me lo pone en el brazo donde tengo ese cable largo.

—Jazmín, voy a sacarte esto que tienes aquí pegado de tu brazo, esto es un catéter, no te va a doler, no te preocupes, solamente es un jalón, cierra tus ojos y respira.

Yo cierro mis ojos y respiro y cuando los vuelvo a abrir no siento nada, no me dolió nada, qué bueno.

—Gracias doctor, ya empezaba a fastidiarme eso ahí en el brazo.

—Sí mi niña, me imagino. Ahora mi niña por un ratito vas a dejar tu brazo así para que no sangre. Y no olvides, yo soy tu médico, estoy para eso, para ayudarte en todo lo que necesites. Si te sientes mal solo dímelo—. Ahora abre la boca, —ordena, pero con una voz muy tranquila y dulce —. No te preocupes, solamente es un bajalenguas, ¿lo has visto antes?, sirve para ver tu boca y la garganta, no te hará ningún daño.

Me ingresa el bajalenguas en la boca, me revisa y anota en una hoja.

—Ahora voy a ver tus oídos, y verificaré tus ojos, con estos aparatos, este se llama otoscopio, y me ayudará a examinar tus oídos para ver si tienes algún objeto extraño, y este se llama oftalmoscopio y con él voy a ver cómo está tu vista. Pero tú los puedes llamar pío como hace el pollito, pío, pío, es más fácil de llamarlos, ¿no crees?—. Dice riéndose. Me muestra los aparatos y él hace que yo saque una gran sonrisa, me siento tan bien con él. Se ve que es una buena persona, voy a confiar en él.

—Mi niña, ahora necesito que inhale, osea, que respires y aguantes la respiración hasta que yo te diga y después sueltes el aire osea exhale, pero lentamente, y mientras lo haces voy a escuchar tus pulmones con este aparato que se llama estetoscopio sirve para escuchar los sonidos de tu corazón y de tus pulmones.

Él, revisa mis oídos y mis ojos y sigue anotando en una hoja, de verdad no sé qué tanto escribe, después revisa mi pecho y la espalda con ese aparato, pero se siente frío, me manda aguantar la respiración y posteriormente a soltarla, pero él me hace cosquillas con el aparato y me río.

En eso abren la puerta, es el hombre que me llamó princesa, es un hombre alto de piel blanca, cabello castaño y ojos azules como los míos, él está con una señorita joven, como mi mamá, de piel blanca y cabello negro y liso, su cabello lo tiene recogido en forma de cebolla, su ropa es como un uniforme: blusa blanca de mangas largas, falda negra por las rodillas y usa lentes. Parece que también viene de China.

Estoy sentada en la cama con la camisa levantada, riendo, pero cuando veo a ese señor , vuelvo a sentir miedo, el doctor se da cuenta, así que pone su mano en mi hombro y luego me ayuda a bajar la camisa. 

—Señor Oliver, la señorita Jazmín está muy bien de salud, es una niña muy sana y fuerte, a simple vista es lo que se ve, todavía necesito hacerles unos chequeos y exámenes médicos de rutina, que son muy importantes para detectar problemas a tiempo o antes de que ocurran —declara el doctor Jun.

—Estoy de acuerdo con usted, lo mejor será hacerle esos exámenes lo más pronto posible, es mejor prevenir que lamentar —confirma Oliver.

—¿La puede llevar mañana a mi consultorio? —Pregunta el doctor.

—¡Sí! Ella irá mañana, pero no conmigo. Tengo mucho trabajo por hacer. Así que la señora Mulan Zhang es la que llevará a Jazmín, ella será la única encargada de sus cuidados, como la alimentación, su estudio y bueno, todo lo referente a la niña, claro aparte de usted, ya que usted será su médico —dice con voz ronca—. Así que aprovecho de presentarle a la señorita Mulan Zhang. ¡Se me olvidó! Ya se conocen, ¿verdad? —Dice Oliver con una mirada de esas que dan miedo—.

—Es un placer conocerla, señorita Zhang. Mi nombre es Jun Wu. Cuenta conmigo para lo que sea —expresa con una inclinación de cabeza—. La espero mañana a las 9:00 a.m. Sea puntual, por favor —añade el doctor, pero muy serio—.




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