Buscando a mi madre

Capítulo 4: No quiero ser grosera.

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—Jazmín, por favor, ¡tome mi brazo! —exclama la señorita.

La señorita Mulan me ayuda a ponerme de pie. Ya me siento un poco mejor. Gracias a Dios, el mareo ha desaparecido. Entramos a un baño que está en la habitación. Es muy grande, parece otro cuarto. Ella me ayuda a quitarme el pijama de mariposas. Me quedo solo con el panti.

—Señorita, me siento mucho mejor. No quiero ser grosera con usted, pero me gustaría bañarme sin que usted me vea. ¿Se puede retirar, por favor? —expreso en voz alta.

—Jazmín, el señor Oliver me ordenó no dejarla sola y ayudarla en todo lo que usted necesite. Usted está muy débil. No me puedo ir —explica ella con un tono de preocupación evidente.

—Señorita, de verdad le agradezco su preocupación por mí, pero estoy mucho mejor. Mi mamá me enseñó desde los cuatro años a bañarme y vestirme sola. Ella trabaja todo el día para que a mí nunca me falte nada, y por eso me enseñó a ser independiente. Así que no necesito la ayuda de nadie y discúlpeme por ser tan sincera —concluyo, señalando la puerta con la mano para que se retire.

—Ok, señorita Jazmín, como usted diga. Yo la voy a esperar en su cuarto. Si necesita algo, no dude en pedirlo —accede Mulan, aunque su tono suena un poco triste.

Ella sale del baño. Inmediatamente cierro la puerta. No quería lastimar los sentimientos de la señorita Mulan, pero no puedo permitir que ella me bañe o me vista. ¿Acaso soy una bebé? Por supuesto que no, ya estoy grande. Siempre hago todo por mi cuenta.

A mi mamá le encanta bañarme, vestirme y arreglar mi cabello, pero no puede hacerlo muy a menudo, ya que trabaja todo el día y muchas veces no tiene ni descanso. Por eso es que me ha enseñado a hacer todo por mi cuenta y ser así me hace sentir bien.

Yo no quiero ser una carga ni un problema para nadie, así que es mejor ser sincera y decirle a la señorita Mulan lo que me gusta y lo que no. Ella tendrá que comprender, igual que el señor Oliver. De todos modos, esto será por poco tiempo. Mi mamá seguramente está buscando la manera de sacarme de aquí.

Ella vendrá por mí y ya no tendré que seguir en esta casa ni hacer lo que estas personas quieren. Pero mientras esté aquí, seguiré haciendo lo que mi mamá me ha enseñado.

Respiro profundo para tranquilizarme. Mejor me baño y dejo de pensar tanto. Tengo muchísima hambre. Debo apurarme.

Abro la llave del baño y me meto en la regadera. El agua está calientita. Después de varios minutos, termino de bañarme y salgo, seco mi cuerpo y mi cabello, y me pongo un pantalón blanco y una blusa fucsia que están en unos ganchos pegados en la pared del mismo baño.

Peino mi cabello de color castaño. Es fácil de manejar, ya que es liso y me llega un poco más abajo de los hombros.

La señora Mulan abre la puerta sin tocar.

—¿Qué hace? —pregunto con enfado—. No debió haber entrado sin avisar.

—Disculpe, señorita Jazmín, puesto que se tardó demasiado en salir, tomé el atrevimiento de abrir la puerta. Creí que se había desmayado. Me alegra que esté bien. Veo que estás casi lista, tienes que cepillar tus dientes y no olvides secar tus pies antes de ponerte las zapatillas que están aquí. —Señala la mesita donde estaba la ropa.

—Ok, no se preocupe, ya estaba por hacer eso. Muchas gracias.

Enfrente de mí hay un espejo y el lavamanos, pero no veo el cepillo dental. Mulan se da cuenta de lo que busco, así que abre una gaveta, saca un cepillo dental nuevo y me lo entrega.

Me cepillo los dientes, como mi mamá me enseñó. Luego seco mis pies y me pongo las zapatillas.

Salimos del baño. Mulan toma una crema y la esparce suavemente en mis manos y cuello. Luego me pone colonia en la blusa que llevo puesta.

—Muchas gracias, señorita Mulan. Lamento si fui un poco grosera hace rato. No debí haber sido tan directa, pero me gusta que respeten mi espacio —le comento—. Pero por favor, cuando mi mamá venga por mí, no le diga nada, porque si usted le dice a ella lo que hice me va a castigar y no me dejará ver televisión por una semana. —Suplico, haciendo pucheros. Yo entiendo que este es su trabajo y lo respeto, pero por favor no me trate como una niña, ya soy grande.

—No se preocupe, señorita Jazmín, la entiendo muy bien, pero por favor, delante del señor Oliver, no desobedezca mis indicaciones. Haga siempre lo que yo le pida. Es para evitar problemas con él. —Propone Mulan, con un tono casi suplicante.

—Claro que sí, ¡trato hecho! Yo no pienso desobedecerla, pero tampoco voy a hacer todo lo que ese señor quiere que yo haga. Muy pronto me voy de aquí. Mamá debe estar que llega por mí. Así que no me importa lo que él diga —le digo, cruzando mis brazos—. Ah, y otra cosa... mientras esté en esta casa, ¿puede llamarme solo Jazmín?

—Está bien, señorita —responde ella, tomando mi mano. También me gustaría que, mientras estemos las dos solas, tú me puedas llamar solo Mulan. Me gustaría ser tu amiga.

—Muchas gracias. Mientras estoy aquí, podemos ser amigas —le digo y le doy un abrazo—. Pero solo por poco tiempo, ya que estoy esperando que mi mamá venga a buscarme.

En eso tocan la puerta. Mulan la abre y entra una señora delgada, de piel blanca y cabello negro, vestida con un atuendo blanco y azul. Se ve que come poco, es muy flaquita. Ella le dice algo a Mulan, pero no entiendo ni una palabra.

—Disculpe, Mulan, pero no entiendo lo que dice esta señora. ¿Por qué habla de esa manera?

—Ay, mi niña, ella habla en otro idioma. Lo que dice es que el señor Oliver nos está esperando en el comedor para cenar —responde Mulan.

—Pero no entiendo, ¿cómo así que otro idioma? —pregunto, frunciendo el ceño.

—Jazmín, estamos en otro país y aquí se habla en otro idioma. No te preocupes, más tarde te explico —responde Mulan.

Luego, Mulan le responde algo a la señora que no entiendo para nada.

—¡Uy! ¡Qué feo hablan! —opino en voz alta.




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