Buscando a mi madre

Capítulo 8: Mulan en el avión.

------Una semana antes-----

------Narra Mulan------

Toda una odisea he tenido que vivir estos dos días. Mi padre, Zhou Zhang, y el señor Oliver quedaron en que yo tendría que irme de China lo más pronto posible para cumplir con el contrato.

Salir de Ningbo hacia el Aeropuerto Internacional de Shanghái Pudong, China, no es nada fácil, ya que tenía que preparar todo en el apartamento, empacar mis cosas y guardarlas en cajas. ¿Cómo si algún día voy a volver? ¡Qué estupidez! Debería haber regalado todas mis cosas a una iglesia para que personas con escasos recursos disfrutaran de eso.

Seguramente mi madre votará todo. Al final de cuentas, a ella no le importa nada de lo mío y mucho menos ayudar a otras personas.

Llevo tres horas aproximadamente de viaje y estoy a punto de desembarcar del tren. Estoy en la estación del aeropuerto Shanghai Pudong. Dentro de una hora me tocará montarme en un avión.

Va a ser la primera vez que me monte en uno. Estoy tan nerviosa y agotada, y lo peor es que el viaje en avión es para los Estados Unidos, pero no sé para qué estado voy a ir. Me contaron que son como 14 horas para llegar a ese país. Estoy tan asustada.

Voy casi corriendo con los dos bolsos personales que traje. Estoy buscando el terminal. Este aeropuerto es tan grande. Logro pasar los controles del aeropuerto y llego a la puerta de embarque. Entrego mi boleto y muestro mi pasaporte.

¡Oh Dios mío! ¡Llegué tarde! No hay nadie haciendo fila. ¿Será que ya se fueron? Mi padre ahora, sí, me va a matar.

—Señorita, todo está en orden. Dese prisa, están esperando por usted —dice la auxiliar de vuelo, entregándome el pasaporte con una sonrisa maliciosa.

Entro al avión y busco mi asiento. Es mi primera vez, ¿pueden creerlo? Y para ser sincera, me siento muy mal de salud. Estoy mareada y tengo náuseas. Por fin encuentro mi asiento en la clase ejecutiva. Para terminar de completar, me encuentro sola en esta cabina. ¿Dónde están todos los pasajeros?

Acomodo los dos bolsos que traje en el compartimento superior. Traje solamente lo necesario. Únicamente traigo cosas personales. El señor Oliver me dijo que al llegar me va a comprar todo lo que necesito para vivir y trabajar en su casa, con su hija.

Agacho mi cabezota para quitarme los tacones y escucho una voz ronca y molesta hablarme. Eso hace que pegue un brinco del susto que me dio.

—Señorita Mulan, ¿por qué llegó a esta hora? —interroga con el ceño fruncido.

—Ay señor Oliver, mil disculpas. —contesto tartamudeando y con mis manos en el pecho por el susto que me dio.

—Espero que no sea impuntual para todo.

—Le prometo que no volverá a suceder, nuevamente mil disculpas —garantizo levantando mi vista hacia él.

—Espero que tenga un feliz viaje —concluye con una sonrisa de lado.

De verdad que este hombre es raro, es como medio bipolar.

Termino de quitarme los tacones y los guardo en mi cartera. Siento el piso muy frío, busco en mi cartera unas medias, acomodo mi cartera debajo del asiento, luego cierro mis ojos y escucho al capitán dar la bienvenida y diciendo todo ese poco de palabrería que son muy importantes y leí en Internet para estar preparada, pero en estos momentos no lo estoy.

Siento mi mundo dando vueltas, trato de respirar, pero mis nervios son traicioneros. La voz de una mujer me saca de mi trance.

—Por favor, abróchense el cinturón de seguridad, no se les olvide mantener el respaldo de su asiento en posición vertical y su mesita debe ir plegada. También les recordamos que no está permitido fumar en el avión. Gracias por su atención y feliz vuelo. —Finaliza la Azafata. Nada más logré escuchar lo último, qué mal por mí.

Estoy sola y mareada. ¿A quién le puedo pedir ayuda?

Abrocho el cinturón y trato de estar tranquila. El avión ha empezado a elevarse, ya no está en el suelo. Siento ganas de gritar, vomitar, tengo un susto en la boca de mi estómago.

Trato de respirar porque me falta el aire, inhalo y exhalo, cuento hasta diez. Poco a poco voy retomando el control de mi cuerpo.

Pero me siento tan sola, con un vacío en mi alma. Es la primera vez que salgo de mi país, las emociones están al rojo vivo. Siento mi pequeño corazón hecho pedazos, como la vida nos puede cambiar de la noche a la mañana.

A la vez, es algo bueno por fin voy a conocer un nuevo lugar con una cultura diferente, pero a la vez estoy muy asustada.

He firmado un contrato con el señor Oliver, pero no sé si está bien irme de mi tierra. No sé si lo que hice me traerá buenos resultados, pero algo que sé es que el pasado ya se ha ido y el futuro todavía no está aquí. Solo hay un momento en el que debo vivir y es este momento, así que debo seguir adelante, pase lo que pase, debo enfrentarme a lo que me depare el destino o la vida.

Pero, ¿cómo olvidar mi pasado, mis sueños y metas? Yo solamente deseaba ser feliz. Mi sueño era ser una artista, quería ser conocida por el continente asiático por mis pinturas llenas de vida. Desde muy niña, siempre estuve atenta a todo lo que me rodeaba. Era muy observadora, me encantaba un amanecer o un atardecer, escuchar y ver la lluvia caer o la nieve, ver a las personas sonreír. Para mí, la tierra, el cielo y sus colores son tan perfectos. Cada mínimo detalle que encuentro a mi alrededor es una obra de arte.

Pero ya eso no importa, todo lo que yo deseaba quedó envuelto en una densa oscuridad. Quedó en el pasado. Mi padre, el ser más despreciable que conozco, me obligó a abandonar mis sueños y a luchar por los suyos.

¿Qué tonta soy, verdad? ¿Por qué no luché por lo que quería? Nunca tuve el valor suficiente para enfrentarlo y por ese motivo me encuentro en esta posición. Jamás he podido llevarle la contraria y ahora no tendré oportunidad de decirle lo que pienso a toda mi familia.

Tanto pensar me está dando hambre y también quiero ir a hacer Chi Chi. Pero estoy nerviosa todavía, así que no tengo el valor de levantarme a buscar un baño. Mejor esperar otro ratito más a ver si alguna azafata viene y le pido ayuda.




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