Buscando a mi madre

Capítulo 42: Sueño y una decisión

“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.”

(Alphonse de Lamartine)


 

----Narra Jazmín----

 

Ya han pasado tres meses, todas las noches es lo mismo, tocan a mi puerta, grito de emoción, es Andrew, viene con su hermosa sonrisa, pero de pronto su alegría se va y llega la tristeza, no habla, solamente me mira con lágrimas, me hago la fuerte, pero mi corazón tiembla, lo dejó entrar a mi cuarto y él se sienta.

 

—¿Por qué lloras? ¿Por qué estás tan raro? —Le pregunto, no me responde, no dice nada, pero yo me conformo con ver su cara, me acerco a él y trato de tocarlo, pero se aleja, una barrera se interpone entre nosotros.

 

Cuando estoy a punto de hablar, él desaparece con el amanecer. Me da rabia que sea solo un sueño, me rompe en dos en saber que solo en las noches puedo verlo, quiero tocarlo, besarlo, pero siempre me despierto a la cruda realidad de la vida, una vida donde él ya no está junto a mí. 

 

Hay noches donde él quiere hablarme, pero no lo dejo, se quiere despedir de mí, es lo que supongo, y no quiero perderlo otra vez, sé que si escucho su voz mi alma se destrozará más de lo que ya está, antes que amanezca yo le digo tantas cosas, me acerco y huelo su perfume ese que no puedo olvidar. 

 

 Por fin me dejo tocarlo, lo abrazo y beso, pero nuevamente se vuelve a desvanecer, me levanto llorando. 

 

Andrew me dejó sola, el día jueves 15 de mayo del año 2014 a las 7:30 de la noche, lo perdí en mis manos y me siento culpable, yo pude haber hecho algo, no sé qué, pero de igual modo no hice nada para ayudarlo.

 

De día soy un zombi, no como casi nada, hablo muy poco con Mulan y Jun, ellos viven conmigo, pero ya no son parte de mí, nadie lo es, ni Ángel, ni Isabella, estudio obligada por Mulan, he sacado muy malas notas, ando distraída, solo deseo que llegue la noche y volverlo a ver. Desde el día que me dejó con él se fueron mis ganas de vivir. Le pregunto a Dios porque permitió que ese hombre le arrebatara la vida a mi amado, tampoco recibo respuesta. Aunque sueño con él todas las noches, sé que no es real, yo vivo en un cuento de hadas, algo falso.

 

Ya no es suficiente con verlo en mis sueños, despierto y mi alma me duele, todo duele. No quiero despertarme, cada día me doy cuenta de que sin él mi vida no tiene sentido, prefiero morir, que vivir una vida vacía, quiero cerrar mis ojos y soñar con él para siempre.

 

Otro día el mismo sueño, otro día más mis lágrimas corren sin permiso.

 

—¡No te vayas!, ¡No me dejes! Quiero ir contigo. —Grito sin sentido de lo que digo.

 

Alguien entra, pero las lágrimas no me dejan ver.

 

—Debes ir al psicólogo, no puedes seguir así, él ya no está. —Dice molesta Mulan, son tres meses haciendo lo mismo, ella está desesperada, lo sé, pero esta es mi vida y este es mi dolor, es mi luto, solo quien haya pasado por eso sabe lo que siento.

 

—¡Mulan! Él es real para mí, él me visita todas las noches. —Exclamo con ira, ella no tiene derecho de llevarme con alguien que no me va a entender, un psicólogo, jajaja como si estuviera loca.

 

—Debes dejarlo ir, él está muerto, él debe descansar y tú no lo dejas. —Comenta Mulan con la mirada triste, ya bajo la voz, pero sus palabras duelen y mucho.

 

—No quiero que me deje, eso jamás. —Hablo ahogada con el dolor, la ira y una angustia terrible que siento dentro de mí.

 

—Quiero ayudarte. —Insiste Mulan, pero nadie le está pidiendo ayuda, y ver a un psicólogo no lo voy a hacer.

 

—No necesito tu ayuda ni la de nadie. —Digo mientras me levanto de la cama, hoy tengo clases, y si no voy, Mulan me obliga hacerlo, ella no me deja vivir mi proceso sola, ella siempre está aquí buscando una manera de animarme.

 

—¿Te gustaría viajar? —Propone ella con emoción.

 

—No sé, tal vez, ¿para dónde? —Pregunto algo interesada.

 

—Para donde tú quieras. —Agrega ella con una sonrisa de lado.

 

—Nueva York, me gustaría ir hacia Manhattan. —Digo con tranquilidad.

 

—Excelente, un viaje te va a ayudar mucho.

 

—¿Tú crees? —Le pregunto con una sonrisa maliciosa, si ella supiera la idea que se me acaba de ocurrir, no me dejara ir—. Este viaje sí me va a ayudar, pero a dejar este sufrimiento. —Digo en mi mente.


 

-----Dos días después-----


 

Después de una hora y media de vuelo, ya he llegado a Nueva York, voy a acabar con mi dolor de una vez por toda, no quiero despedirme de Andrew, quiero estar junto a él.

 

Camino hacia el puente Queensboro Bridge son las 12 del mediodía, estamos en el mes de agosto, el día es más largo, ya que oscurece alrededor de las 8 de la noche, odio que suceda eso, pero ya voy a eliminar mi dolor, voy con el cabello recogido en cola de caballo, camiseta blanca y shorts marrón, tenis blanco y un gorro blanco con mis lentes de sol. 

 

Llego al puente, empiezo a caminar lentamente, disfrutando del paisaje, el cielo azul claro son como sus ojos, empiezo a recordar cada detalle como se mordía el labio inferior cuando pensaba en algo importante, el lunar en su frente, el tatuaje en su hombro de un león rugiendo, extraño todo de él, nunca lo vi molesto, fueron los dos años más felices de mi vida, fui la novia más afortunada, el año en que fuimos amigos fue estupendo, todo de él era perfecto, lo necesito es imposible arrancarlo de mi corazón.

 

Siento que mi mundo es triste y nada tiene valor, yo quería despertar a su lado y ahora no podré hacer nada junto a él. Prefiero no vivir, ya que este sufrimiento me quema por dentro, el destino me robó el amor, nunca volveré hacer la misma y son muchas cicatrices que me lastiman, heridas, que no se curan, no seguiré así, acabaré con mi sufrimiento.




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