Buscando a mi madre

Capítulo 48: Hospital psiquiátrico

Le expliqué al hombre que estaba detrás de la pequeña ventana, que yo no estaba loca y él se burló de mí con una risa diabólica.

— Jajaja, jajaja. Así dicen todas Jajaja. Si te portas bien, prometo ser considerado contigo. —Dijo el hombre con lentes y algo de cana.

—¿Podría ir al baño? Por favor. —Supliqué aún en el suelo, ya estaba sentada, recostada en la pared acolchada.

—No, eso no va a suceder, todavía estás en periodo de prueba, si tienes muchas ganas puedes hacerte encima, no hay problema, que si te haces alguna enfermera viene y te limpia. —Expresó él con la cara fría, sin emoción alguna, realmente me dio miedo.

El hombre se retiró y me dejó sola en esas cuatro paredes, escuché muchos gritos. Al final terminé por acostarme en el suelo frío y quedarme dormida

No sabía si era de día o de noche, ya que no había ventanas solo una y la había cerrado el hombre. Estaba somnolienta y débil, una mujer llega con un cuaderno, ella de lejos me pregunta mi nombre.

—Jia, soy de China, por favor podrías ayudarme, yo no estoy loca, unos hombres en el aeropuerto me atacaron y me trajeron a este lugar, por favor, necesito tu ayuda. —Dije tartamudeando ya sin fuerzas, tenía mi garganta seca y algo ronca.

—Discúlpame, pero no te puedo creer, todos aquí inventan alguna historia, todos están locos, no hay nadie que esté en su cinco sentidos, no te puedo ayudar, lo lamento. ¿Ya has desayunado? —Habló la joven amablemente. Mientras me ve con tristeza.

—No, todavía no he podido comer nada, quiero ir al baño, por favor, me podrías ayudar. —Dije con la voz opaca.

—Te puedes hacer en los pantalones, tranquila, dentro de un rato vengo y te ayudo a limpiar. —Dijo la joven mientras abrió la puerta y se fue.

Le pedí a Dios que me ayudara, me sentía tan sola y desesperada, no era incapaz de orinarme encima, pero tenía muchas ganas, lo peor era no poder bajarme el pantalón, que desespero, tener las manos completamente inmóviles no ayudaba más bien empeoraba cada vez más mi situación, ya no las sentía las tenía dormidas.

La misma mujer nuevamente vino y se asomó por la ventana.

—Una pregunta, ¿tú llegaste ayer, verdad? ¿Has podido comer algo? ¿Cuántas veces has ido al baño? —Preguntó ella.

—Si llegué ayer, no he comido nada, ni he podido ir al baño. Es imposible para mí hacerme encima. Ayúdame. —Supliqué con lágrimas, las ganas son horribles y el vientre ya me duele de tanto aguantar.

—Ella está mintiendo, ya la cambié, ya comió, no hables con ella, retírate. —Comentó otra mujer con la voz tajante, aunque no la podía ver, sabía que estaba a su lado.

Pasaron varios días sin que nadie viniera y sin comer nada, ni tomar por lo menos agua, me sentía débil y tenía náuseas, ya no podía ni levantar mi cabeza, olía horrible, todo porque no aguante más y termine evacuando y orinándome encima. Mi autoestima está por los suelos, me sentía tan miserable y no entendía que había hecho para merecer eso.

—Dios nunca se olvida, de las personas buenas, no te rías en ese momento lo era, todavía me considero de buen corazón, el problema es que en estos momentos no soy la misma, ya sé defenderme.

—Y te defiendes muy bien, eres la mejor en todo lo que haces, eres un orgullo para nuestra agencia. —Confiesa el agente delfín con la mirada pícara—. Sígueme contando.

La misma joven que vino hace días, regresó, entró a la habitación y me vio con lástima, ya que en pocos días estaba en deplorables condiciones.

—Hola, vengo a ayudarte, la presidenta del instituto dio la orden de que te cambiará, te has portado muy bien, no has gritado, ni has hecho ningún escándalo, por eso fue que me mandaron a sacarte. Discúlpame por dejarte sin comida, sé que te han tratado muy mal y no entiendo por qué, este instituto psiquiátrico es el mejor que hay en la zona de Virginia. —Dijo la mujer dulcemente, se acercó y tomó mi pulso.

Levante mi rostro y observé a la joven, pero veía muy borroso, así que volví a caer en el suelo.

Abro mis ojos, nuevamente estoy en una cama, tengo una vía intravenosa, me están pasando una clase de suero.

—¡Qué bueno que te despertaste!, llevas días inconsciente, ¿tienes hambre? ¡Qué pregunta tan estúpida! Mejor intenta sentarte, —dice la joven nerviosa y algo apenada. Me ayudó a sentarme y luego se retiró. Aunque estaba muy débil, estaba feliz, pues podía ver la claridad del sol y sentir su calor, nunca le había prestado atención a los pequeños detalles de la vida, para mí era algo insignificante, pero después de pasar por algo tan fuerte como estar encerrada, empecé a ver lo valioso de estar en libertad, estar fuera de esa habitación me refrescaba el alma, ya estoy limpia y me siento más tranquila.

Los días pasaron y la joven se acercó y me avisó que gracias a mi comportamiento podía salir de mi habitación. Llegamos a una sala muy amplia, había un pequeño comedor con pocas personas, y unos muebles y cuadros de pinturas muy bonitos, todos estamos vestidos de blanco y el lugar es del mismo color, pocas cosas reflejaban un color diferente, había pocas plantas y verlas tan coloridas llenas de vida me gusto mucho.

—Ellos son tus compañeros y te puedes sentar con ellos. —Dijo la joven mientras me señalaba a las dos mujeres y los dos hombres, uno de ellos no paraba de verme, él se levantó y me saludó amistosamente.

—Hola, ¿cómo estás? Mi nombre es Eduardo, pero me puedes llamar Ela. —Habló amablemente él con una gran sonrisa. Mientras yo me senté a su lado.

—Yo soy Jia. —Comente sin ganas.

—¿Por qué estás aquí? —Me pregunta el hombre en silencio, es muy joven y no parece estar loco. Pero las apariencias engañan, así que es mejor andar con cuidado.

Le cuento con calma todo lo sucedido, él lo escucha con mucha atención.

—Comete todo, necesitarás estar fuerte —Dijo él mientras ignoraba lo que le acababa de contarle.

—¿Por qué hay tan pocas personas en el comedor? —Lo interrogué con curiosidad.




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