Buscando a mi madre

Capítulo 55: Cuidado, una mina

La linda mujer me mira intensamente, es preciosa, sus ojos azules y grandes me hacen recordar al hermoso mar; pero no puedo verla de esa manera, siento que me he empezado a embobar con su mirada de niña buena, no puedo caer tan fácil a sus encantos. Debo interrogarla, no entiendo qué hace ella aquí.

—Indique ¿cuál es su nombre?, ¿de dónde viene? Y ¿cuál es su ocupación? —Le pregunto sacando el arma y colocándola en mis manos, ella me mira con sus ojos grandes y algo asustada.

—Bueno, yo trabajo para una empresa de moda. Y no me siento cómoda diciendo mi nombre porque acabamos de conocernos. —Dice ella mirando mis ojos, está hipnotizandome, lo sé, tal vez es una bruja.

—¿De dónde viene? ¡No me ha respondido! ¿Qué hacía en ese paracaídas? —Le pregunto señalando el objeto arriba en las ramas del árbol.

—El avión donde venía tuvo problemas, no sé realmente qué le sucedió, cuando estaba a punto de estrellarse me lancé en ese paracaídas, yo no quiero morir, no sin antes… —Explica ella con sinceridad, pero de pronto se detiene. Yo guardo mi arma y le sonrío.

—¿Dónde estoy? Necesito saber si Noah sobrevivió. —Habla con la voz acelerada.

—¿Quién es Noah? —Pregunto molesto, no entiendo qué me pasa.

—Mi guardaespaldas. —Responde ella, la tristeza en su voz es notable.

—Lamento avisarte que el capitán del país vecino, me informó, que no hay sobrevivientes. Y estás en Afganistán. —Le comento lo que el capitán de las tropas fronterizas de Uzbekistán me informó hace tan solo una hora.

—¡Oh!, ¡no puede ser!, necesito ir a donde se estrelló el avión. —Comenta con la voz entrecortada.

—Es imposible. —Digo pensativo.

—Nada es imposible. —Expresa ella con seguridad.

—No se puede, necesito informarle a mis superiores de su llegada a nuestro país. —Le explico.

—Por favor déjeme ir. —Ella se da la vuelta, intenta huir.

—Alto. —Estallo con la voz ronca y fuerte.

—Mira. Estoy quieta. —Dice ella levantando sus manos y dando la vuelta lentamente con miedo—. Escúchame, necesito irme a mi país, podrías dejarme. —Dice con rabia, los ojos le brillan.

—¿Dónde vive?

—En Virginia Estados… —Habla, pero no termina de decir donde vive, es muy desconfiada—. Discúlpeme, no puedo darle más detalles. —Concluye ella mirando a los lados.

—Es un largo camino que le falta por recorrer, Estados Unidos está muy lejos de aquí. —Comento.

—Yo sola voy a encontrar mi camino a mi país. Gracias por su preocupación. —Dice ella sin bajar la mirada.

—¡Qué ilusa eres! —Murmuro con una sonrisa burlona— ¿Sabes lo que sucede en este país? —Le cuestiono con el ceño fruncido.

—Si, por supuesto —Dice irritada, ella coloca sus manos en sus hermosas caderas.

—Entonces, no creo que por su cuenta puedas salir de aquí, lo mejor es entregarte a mi comandante, él sabrá qué hacer con usted.

—Es una broma, verdad, no me entregue al ejército, por favor, ellos podrían violarme, o matarme. Necesito ir al país de aquel lado, dígame por dónde es, necesito saber dónde se estrelló el avión. —Ella suspira y señala con su dedo a los lados para que yo le muestro por donde debe ir.

—Eso no va a suceder, ya le he dicho que debo dar un informe a mi superior, usted es una persona que entró a mi país sin permiso. Así que hay que seguir los procedimientos legales. —Manifiesto.

—¡Espere! Yo no invadí —dice ella moviendo sus manos y como si le faltara aire empieza a ventilarse—. Usted ve cómo llegué aquí, solo fue un accidente; no lo pude evitar. Mi destino no era este país, solo quería salvar mi vida. Si usted estuviera en mi posición, seguro hubiera hecho lo mismo. Yo me desmayé en el aire, no sabía donde caía, ya que todavía estaba muy oscuro. Yo pude haber muerto. —Habla tartamudeando su voz suena débil.

—Tranquila, le puede dar algo. Vamos a la torre de control para trasladarla a la ciudad. —Comento mientras le señalo que me siga.

—Todavía no entiendes, no pienso ir contigo, no te conozco, no confío en ti. —Dice la hermosa dama frunciendo una ceja.

—Igual, yo no confío en usted, le agradezco que no me tutee, cuando lleguemos a la ciudad, al batallón, usted puede explicarle todo al comandante, él va a investigar cuidadosamente este asunto, no yo. —Digo con sarcasmo.

—Yo no quiero ser interrogada, ni investigada, no he hecho nada malo —grita muy histérica la mujer.

—De acuerdo con la ley de la república, usted ha invadido nuestro territorio, por eso debe ser atada e investigada.

—¿Atada? ¿Usted me va a atar? —Pregunta con dudas.

—Ingresaste en un objeto de vuelo sin motor, no podemos enviarte de vuelta sin ninguna investigación. —Declaro.

—Entonces, ¿qué va a pasar conmigo? ¿Usted me promete que no me van a hacer ningún daño? Y si me torturan, o me obligan a trabajar como su esclava sexual. ¡No, no quiero eso!

—Tienes tremenda imaginación, eso no sucederá. —Le digo

—¿Estás seguro? —Cuestiona mientras parpadea.

—Seguro no estoy. —Confieso con franqueza.

—Entonces, ¿cómo se supone que voy a confiar en usted? ¿Qué haría usted si estuviera en mi lugar?

—No me interesa si usted confía en mí o no, ese no es mi problema. —Contexto con la voz aguda.

—Vamos, ¡no seas así! Yo creo que no tardaré mucho si corro, dime hacia dónde debo coger para llegar al otro país. —Habla ella dulcemente, mientras se aleja de mí—. Por favor, déjeme ir, por favor, —dice la mujer mientras se pone en posición para huir— soy muy buena corredora, me iré en poco tiempo, confía en mí, por favor. —Suplica ella.

—¡¡Detente!! —Grito en voz alta, cuando la veo alejarse más.

—Si te haces de la vista gorda, estarás salvándome. —Murmura ella con una gran sonrisa, dando unos pasos más hacia atrás.

—¡Espere! es un campo minado. —Le informo con miedo, tan linda y está a punto de perder su vida por terca.

—¿Minado? O sea, ¿con minas?

¿Dónde están? —Cuestiona ella mientras ve el suelo con temor.




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