Buscando a mi madre

Capítulo 56: ¡Atrápenla!

---------Narrador----------

El teniente primero lleva rato llamando a sus compañeros por la radio y no ha recibido la respuesta de ninguno, se han quedado dormidos después de la larga noche que han tenido.

—Señor, envié la orden por radio, pero nadie responde. —Comenta el teniente primero.

—Seguro se quedaron dormidos, son tan flojos. —Dice el capitán muy nervioso, él tiene vergüenza de decirle al teniente primero que pisó una mina.

—Capitán, ¿está todo bien? Lo noto extraño. —Pregunta el joven mirando seriamente a su autoridad. El capitán mira sus pies con miedo y el joven entiende rápidamente lo que está sucediendo.

—¿Usted ha pisado una mina? No se preocupe, voy a llamar al cuerpo de ingenieros de inmediato. —Tartamudea, el joven, tomando la radio.

—Yo confío en usted. —Habla el capitán en voz baja. —Ya ha desarmado minas. ¿Verdad? —Pregunta con vergüenza, él, que es experto en minas, ha caído en una.

—Solo una vez, cuando era recluta. —Responde sin rodeos el teniente primero. —Haré todo lo posible señor. —Declara el joven con total confianza.

—¡Espere! ¿Va a hacerlo con las manos desnudas? —Pregunta Alam asustado, mientras el joven ya está arrodillado—. Es necesario quitar el pasador primero, no se le olvide— habla con lengua de trapo el capitán Alam.

—Sí, señor, no se preocupe, señor.

—¡Ten cuidado! Si no se quita el pasador correctamente, podrías darle al detonador. —Agrega el capitán con la voz temblorosa.

—Sí señor. —Responde el teniente con el ceño fruncido.

—Tenga mucho cuidado con esa parte, por favor, —la mirada del joven se encuentra opaca del cansancio que tiene, él mira al capitán y el capitán levanta su mirada, no quiere que el joven lo vea en esa condición; mirando al cielo le implora a Dios en silencio para que todo salga bien, él desea que el teniente primero desarme correctamente la mina.

—Asegúrese de hacerlo con suavidad, —dice el capitán temblando las manos y todo el cuerpo. Está angustiado, porque cree que no va a ser capaz de salir de esta.

—¡Dijo que confiaba en mí! —Exclama el joven.

—¡Lo hago!, siempre confío en ti. —Murmura Alam— ¿Lo hiciste ya? —Pregunta el capitán.

—Sí, se acabó señor. —Alam quita el pie con cuidado de la caja.

—Gracias, vámonos —dice mientras palmea al joven en la espalda, el capitán camina con las piernas abiertas, todavía las tiene dormidas y algo acalambradas.

Jazmín desde lejos sentada en el suelo rodeada de una gran cosecha de trigo, observa el puente Jairaton, el río Amu Darya pasa por debajo de este, ella solo ve todo con temor, no sabe si creer en el capitán, prefiere seguir el sendero y no cruzar el puente. Antes de seguir, ve al cielo y le pide a Dios, que la ayude a tomar la mejor decisión.

—¡Debo confiar en él! Él no parecía que mentía.

¿Cómo puedo confiar en él? Es un afgano. Este debe ser su plan. —Dice ella en voz alta, mientras se regresa del camino que va al puente y se dirige hacia el lado contrario.

—¡Dios mío! Ayúdame a tomar una buena decisión. —Pide ella con la mirada en el cielo azul.

Los soldados se han levantado con el grito de su capitán. Ellos corren al puente en busca de la hermosa mujer. Solo cuatro de ellos se han ido adelante, el capitán está con el resto de jóvenes buscando a la mujer en otra parte de la frontera.

—Pobre mujer, debe estar desesperada, cansada y con sueño. —Dice el más joven de los soldados.

—Adel, debemos dispararle de inmediato, ella entró a nuestro país sin permiso. —Declara el teniente mayor con rabia.

—¡Heydar! ¡Estás loco! El capitán me dijo que no le disparara. —Habla el teniente primero, él fue quien desarmó la mina.

—¡Cállate!, esa mujer es peligrosa, hay que matarla. —Agrega el teniente mayor con molestia.

—Estoy totalmente agotado, hemos caminado mucho. —Dice el más joven de los cuatro mientras toma aire.

Los jóvenes soldados se detienen y ven a alguien correr a lo lejos, Heydar el teniente mayor, le apunta a la mujer, pero ella sigue corriendo.

—¡Por qué no vino mañana después que ya hubiéramos cambiado de turno! —Exclama con ira—. ¡Vamos!, ¡sepárense! —Les dice el teniente mayor Heydar, a los demás soldados.

—Si la atrapamos con vida seremos recompensados. —Propone el soldado más joven.

—Tal vez nos dejen ir a los Estados Unidos con nuestras familias. —Expresa Jamil

—¡Corran!, y ¡atrápenla! —Manda con entusiasmo Heydar.

Jazmín sabe que le están pisando los talones, así que corre como caballo desbocado.

—¡Hay está! la veo. —Señala con su mano Heydar, mientras ella corre dejando botados a los soldados.

—Si se hubiera quedado quieta,

definitivamente le hubiera disparado.

—No le dispares. —Dice el más joven Adel.

—Esa maldita mujer es jodidamente rápida. —Dice el teniente mayor Heydar bajando su arma. —¿Es un fantasma o qué? —Completa molesto.

—¡Necesito refuerzo! —Dice el joven por radio al capitán.

—¡Esperen que llegue! —Después de diez minutos llegan más de seis soldados, entre ellos el capitán, todos corren detrás de ella.

—¿Por qué me persiguen? Pensé que era libre de irme —Dice ella mientras cruza un campo, el capitán se detiene y manda a los demás a hacer lo mismo.

—Esa zona está llena de minas, no podemos cruzar por aquí, hay que dar la vuelta. Mírenla, ¡hay Dios! Agáchense, va a pisar una mina. —Grita el capitán.

Jazmín da un brinco y casi pisa una mina, pero ella parece una gacela, corre y brinca sin saber el peligro que corre.

—¿Por qué está corriendo en un campo minado? ¡Esa mujer está loca! Dice el teniente mayor Heydar.

—Ya está a punto de llegar al pueblo Hajratan. —Comenta el capitán.

—¿Qué hacemos? —Dice el teniente primero.

—¡Déjenla ir! —Ordena el capitán ya agotado.

—Capitán, pero nos va a meter en problemas. —Dice con el semblante serio Heydar.




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