Buscando a mi madre

Capítulo 59: Coordenadas

—Dígame, ¿en cuánto tiempo van a encontrar el cuerpo de mi hermanita? —Dice Nelson al capitán encargado de buscar a la joven desaparecida. La persona encargada de traducir se encarga de decirle al capitán cada palabra que el joven suelta por su boca.

—Se trata de una situación desastrosa, algo poco común en este país, yo le daría 48 horas, si en ese tiempo no aparece con vida, el río seguro la arrastró o algún animal se la comió. —Informa el capitán.

—¿Tanto tiempo? Es demasiado. Yo necesito volver a los Estados Unidos con el cadáver de mi hermana. —Expresa Nelson con molestia.

—Señor, su hermana puede estar con vida, en el avión falta un paracaídas.

—¿Está seguro de lo que dice? —Cuestiona Nelson.

—Completamente seguro. —Asegura el capitán.

—Y ¿dónde cree usted que ella pueda estar? —Pregunta el hermano menor de Jazmín, algo irritado.

—Según la trayectoria, cayó en Afganistán. —Explica el capitán.

—Entonces llame a aquel país y pregunte. —Eleva la voz Nelson. El capitán y el intérprete se quedan sorprendidos por la forma de hablar de este hombre.

—¡Eso es imposible! Hace algunas horas tuvimos un pequeño altercado con los militares encargados de patrullar el área fronteriza y en estos momentos no estamos en buenos términos. —Agrega el uzbeco

—Perfecto.

—¿Qué dijo? —Pregunta el capitán, aproximándose más, al americano irrespetuoso y maleducado.

—No, nada. ¿Qué me aconseja usted? —Disimula Nelson, al ver al uzbeco algo serio.

—Si está con vida, y es inteligente, quizás cruce el puente y llegue a este país, pero si no está con vida o la matan los talibanes, tal vez nunca más la vuelva a ver, ese país está en una guerra interna, los talibanes quieren tomar el poder, pero los militares no lo quieren entregar, si ella está con vida y no cruza el puente, sin ayuda, es imposible que sobreviva.

—¡Qué triste! —Exclama Nelson con una sonrisa.

El intérprete y el capitán se asombra al ver la cara del joven, pero deciden no hacer preguntas y prefieren ignorarlo.

**********

La noche ha llegado y todavía no se tiene información de la joven, Nelson decide llamar a su mejor amigo y el único que es muy capaz de ensuciarse las manos por él.

—Hola, —Saluda— ¿todavía en China? —Pregunta Nelson con el celular en el oído y recostado de la almohada.

—Sí, mañana temprano regreso a los Estados Unidos. ¿Qué tal me salió el trabajo? —Habla el hombre alto y bien vestido, está en un club con algunas mujeres a su lado.

—Jazmín al parecer está con vida, hasta que no se consiga su cuerpo, todavía hay esperanza, y en cuanto mi hermano, nunca se montó en el avión. La maldita mocosa se lanzó en un paracaídas y está en Afganistán, necesito que te encargues de eliminarla y luego mates a Mario, tengo que ser el único heredero.

—Eso es pan comido, yo conozco a unos talibanes que por algunas armas y alimentos harán ese trabajo y sin dejar rastro de ella, en cuanto a tu hermano, eso si va a estar un poco difícil, sabes que él es un hueso duro de roer. —Murmura el hombre mientras se fuma un cigarro.

—Encárgate de Jazmín en persona, vas a ser muy bien recompensado cuando sea el presidente de la empresa. Y de Mario no te preocupes si quitamos al estorbo de mi hermana también vamos a poder con él.

—Copiado, hoy mismo salgo para Afganistán mándame las coordenadas donde cayó el paracaídas. —Dice el ex soldado con una sonrisa de lado.

—Se las pido al capitán, y te la envío. — Concluye el hermano menor de Jazmín.

Él llama al capitán y este le da las coordenadas donde cayó el paracaídas y Nelson se las envía a su amigo y socio.

Cuando el mensaje llega, el hombre en club se levanta, aparta a las mujeres bruscamente, apaga el cigarro en el cenicero y coloca unos billetes en la mesa para luego irse de aquel lugar.

La avaricia y la codicia han cegado a Nelson, él quiere tenerlo todo, y no le importa lastimar a su propia sangre, es un hombre sin escrúpulo y dispuesto hacer lo que sea para ser el dueño y señor de todas las acciones y los hoteles de su padre.

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—Crucé la valla, pero no hay nadie aquí. Solo árboles. Ya debo estar fuera de Afganistán, porque no habrá un letrero o algo que me señale el camino. ¡Qué asco! Huelo muy mal, tengo mucha sangre y estoy toda sucia. Oh Dios, mi cabello. —Dice Jazmín sentada en un árbol revisando su cuerpo.

***********

En la última torre está el capitán Alam verificando las cámaras.

—Señor, todo es culpa mía, estaba…

—Oye ¿Qué sentido tiene encontrar a quien culpar? Si hay un culpable, es el capitán, él fue el primero en perderla, todo porque pisó una mina, él tiene la responsabilidad también. —Interrumpe el sargento con el tono de voz arrogante al pobre soldado que estaba viendo la serie.

El capitán deja de ver las cámaras y lo observa a él, con molestia.

—Quiero decir que el capitán nunca intentaría pisar la mina. Él sabía que ese lugar está lleno de minas, incluso los reclutas lo saben. —Dice Heydar el sargento mayor, mirando a sus compañeros y señalando al más nuevo de todos en el grupo personal del capitán.

—Seguro estaba siendo muy cuidadoso, pero igual así, él la pisó. —Continúa el sargento, el capitán cruza sus manos y lo ve en silencio—. ¿Qué podemos hacer al respecto? —Pregunta el sargento cambiando de conversación, puesto que la mirada del capitán lo puso algo nervioso.

—¡Sargento! Está hablando más de la cuenta, ¿usted bebió alcohol? —Grita el capitán.

—¿Qué? Bueno, yo no bebo alcohol, solo tomé un vaso de medicina. —Dice sonriendo el sargento mayor—. Hay que darnos prisa y encontrar a esa mujer, si esa mujer es atrapada por el departamento de seguridad de la capital o de la ciudad, todos seremos hombres muertos. —Continúa el sargento.

—¿Hombres muertos? —Pregunta el más joven de los soldados.

—Sí, entraremos en una prisión y saldremos muertos. —Agrega el sargento con los ojos engrandecidos mirando al joven recluta.




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